Por Eber Gómez Berrade
Estados
Unidos y Canadá brindan una de las opciones más imponentes en materia de caza
mayor del mundo entero. En un inmenso territorio salvaje formado por ambos países,
se distribuyen especies árticas como el oso polar y el buey almizclero, los
cinco grandes de Alaska, e infinidad de ciervos, antílopes y bisontes que
deambulan libremente por planicies y montañas del lejano oeste. Un paraíso para
el cazador amante de la aventura y los desafíos extremos.
Para
analizar las características de la caza mayor en América del norte, dividiré
esta parte del continente en cuatros grandes áreas: el Círculo Polar Ártico, las
regiones sub-árticas de Alaska, los estados del sur de Canadá y el oeste
americano, incluyendo las Rocallosas y las grandes planicies.
Dentro del Círculo
Polar Ártico
Las
áreas de cacería más cercanas al Polo Norte, se encuentran bajo soberanía canadiense.
Nunavut y los Territorios del Noroeste son los estados donde habita el
formidable oso polar y el buey almizclero, características especies de caza
polar.
Para
aquel que nunca se ha internado en las planicies del lejano oeste ni en las
montañas de Alaska, no es recomendable comenzar su experiencia norteamericana
por estas latitudes. Todo lo contrario. Este tipo de cacerías requieren de
expediciones consideradas extremas, y someten al cazador a temperaturas sub
cero, en un ambiente realmente hostil. Hasta hace no muchos años, aquel que se
adentraba en estas solitarias capas de hielo lo tenía que hacer en trineos
tirados por perros, con la guía experta de los inuits o esquimales. Si bien hoy
en día, para alcanzar mayores distancias y consecuentemente mayores
probabilidades de cacería, la mayoría de las operaciones utilizan motos de
nieve y mejor tecnología de comunicación, siguen siendo los esquimales los que
guían cada expedición.
La
especie característica de esta región es naturalmente el oso polar (ursus maritimus). El polar se disputa
cabeza a cabeza el puesto número uno en tamaño con el oso pardo de la isla de Kodiak.
Lamentablemente esta especie se encuentra en estado de vulnerabilidad ecológica
debido a la pérdida de hábitat provocada por el calentamiento global, que está
derritiendo la capa de hielo del Ártico. CITES (Convención sobre el Comercio
Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) lo ha
incluido en categoría de protección en su Apéndice II, y existe una gran
presión internacional para que sea ascendido a Apéndice I, como especie en
peligro de extinción. Canadá aún otorga licencias de caza a la comunidad inuit,
quienes pueden utilizarlas para ellos mismos en calidad de cacería de
subsistencia, o pueden venderlas a outfitters para caza deportiva, aunque la
oferta es disponible es cada vez menor.
La
otra especie disponible para cazar es el buey almizclero, muskox en inglés y ovibos moschatus en su nombre
científico, que a pesar de haber sufrido una gran predación hacia mediados del
siglo XIX y principios del XX, se ha recuperado no sólo en territorio
canadiense, sino también en Groenlandia, Noruega y Siberia. En tierra
continental, la caza del buey almizclero suele tener una alta tasa de captura,
exigiendo al cazador que se aventure sólo a la búsqueda de esa especie, no más de cinco días
de expedición. En materia de peligrosidad, tanto en la cacería del oso polar
como en la del buey almizclero, el principal factor de riesgo es el climático,
sin embargo en ambos casos un caso de sentirse amenazados y de estar a una
distancia convenientemente cercana, ambos animales podrán estar en condiciones
de cargar al cazador. Calibres que ronden los legendarios .375 H&H o .416
en sus diferentes versiones son los más indicados para estas cacerías.
Las especies
sub-árticas de Alaska
En
Estados Unidos podríamos dividir el país esencialmente en dos partes: Alaska y
el resto. Claro que esta división es antojadiza, pero marca una diferencia real
en cuanto a las características de las especies que habitan ambas zonas y las
condiciones para cazarlas.
El
estado de Alaska brinda uno de los más grande desafíos al que puede enfrentarse
un cazador: los famosos cinco grandes. Lejos de sus homónimos africanos, las
especies sub-árticas que conforman este dream
team son: el oso pardo tanto de la costa como el Grizzli, el oso negro, el
carnero Dall, el alce gigante y el caribú. De su cacería en particular me he
ocupado en una serie de artpiculos en estas mismas páginas, por lo que sólo
resta recordar que son casi una especialidad en sí mismas. Requieren una relativa
exigencia física, una gran logística y una actitud mental apropiada para
enfrentar un clima a veces adverso y trofeos bastante renuentes a ser cazados.
Dentro de Alaska, las principales áreas donde encontrar a estos magníficos
ejemplares son la península de Kenai, la media luna denominada Alaska Range al
norte de Anchorage, las áreas compuestas por la Reserva Nacional Denali y las
fronteras con el Yukón. En la isla de Kodiak, al sur del estado, el cazador
podrá encontrar la variedad más grande de oso pardo: el Kodiak, junto además a
algunas especies de cabras y ciervos sitka. Sin ser consideradas extremas, como
las polares, este tipo de cacerías demandarán alrededor de 10 a 15 días según
las especies que se busquen, requerirán de un equipo especial y una sofisticada
logística.
El sur de Canadá
Si
los estados de Yukón, Territorios del Noroeste y Nunavut conforman una especie
de media luna geográfica en el norte de Canadá, los estados de Columbia,
Alberta, Saskatchewan, Manitoba, Ontario, Quebec y New Foundland, forman otra
media luna en el sur de ese país.
En
líneas generales, en la media luna norte que incluye Yukón y los estados
árticos, las cacerías serán demandantes físicamente, requerirán una debida
preparación para afrontar climas hostiles, de mediana a larga duración y más
costosas. En la media luna sur, en cambio, habita la mayor cantidad de especies
boreales, desde osos pardos y negros, pasando por caribúes, alces hasta ciervos
cola blanca y elk; carneros como el Stone y el Big Horn sheep, cougars o leones
de montaña (como le dicen a los pumas) y hasta antílopes pronghorn. Aquí las
cacerías serán menos exigentes, demandarán menos cantidad de días y naturalmente
tendrán un costo menor comparado con als anteriores. Lo importante al momento
de decidir una cacería en estas áreas, es conocer exactamente no solo la
especie que se busca, sino también la sub especie en caso de que existan
variedades taxonómicas. Recuerde que no es lo mismo el alce gigante de Alaska
que el alce de la Columbia británica. Si bien ambos son alces, uno es el más
grande y el otro es la más pequeños de esa familia de cérvidos. Lo mismo ocurre
con los ciervos cola blanca, que cuentan con una gran cantidad de subespecies
desde el odocoileus virginianus borealis
hasta el virginianus tropicalis que
habita Perú, por mencionar los extremos de la familia de cérvidos más extensa
de toda América.
De los grandes lagos
hasta el Río Grande
El
territorio principal de los Estados Unidos, es además de inmenso, riquísimo en
variedad de especies de caza mayor. A lo largo y ancho de su geografía se
encuentra una gran variedad de cérvidos como el cola blanca, el cola negra, el
mula y el elk o wapití; osos grizzlis y negros en todas las variantes de
pelajes; carneros como el Stone sheep, y las numerosas subespecies de Big Horns
que se distribuyen desde las Rocallosas hasta Nuevo México, California y
Arizona. En sus praderas y montañas deambulan libremente lobos, bisontes, pumas
y antílopes pronghorn. Suidos como y el
jabalí cimarrón y la javelina (pecarí de collar) se distribuyen por Texas, Arizona
y la península de Florida, donde además conviven con caimanes en los pantanos
Okefenokee.
A
la hora de planificar una incursión a tierras estadounidenses, las variables a
tener en cuenta son no sólo el tipo de especie que se busca, sino el terreno en
donde habitan. Aquí se pueden clasificar entre especies de bosques y planicies,
y de montaña. En este sentido, de los 50 estados que componen la unión, son los
del recordado Far West, donde se
distribuye la mayor diversidad de fauna. Estos estados son Idaho, Montana,
Oregón, Wyoming, Colorado y Utah, en donde atraviesa el sistema montañoso de
las Rocallosas o Rocky Mountains. Estás áreas, además de pintorescas, son sin
dudas las mejores para lograr la mayor parte de las especies americanas.
Si
bien las cacerías de especies árticas y sub árticas requieren de un promedio de
10 a 15 días y un equipo y preparación especial, éstas de especies de planicie,
tanto en territorio canadiense como norteamericano, suelen rondar los 5 a 7
días. Lo que muchas veces permite combinar una salida de caza con vacaciones o
viajes de trabajo.
Características de la
caza en Norte América
Tanto
en Estados Unidos como en Canadá el sistema de cacería difiere bastante del aplicado
en algunos países de África, especialmente en los del extremo sur. Los que ya
han ido a cazar al continente africano saben que allí se cobran dos tasas
diferentes: la de estadía y la de abate. La primera antes del safari y las de
abate, de acuerdo a los animales efectivamente cazados. En América del Norte,
el costo de la cacería es uno solo, independientemente de si ha sido cazada la
presa. Otra diferencia con África es que allí los permisos y licencias suelen
estar incluidos en la tasa de estadía, en América se pagan aparte. Ojo, acá no
confundir la tasa de abate con una licencia, ya que los permisos y licencias
tienen un costo considerablemente menor.
Es
muy común que las operaciones en Estados Unidos y en Canadá ofrezcan combos que
permitan la caza de dos o más especies en una misma expedición. Esto es muy
interesante para tener en cuenta, dado el sistema de costos que allí se
utiliza. Al no estar divididos los abates con las estadías, siempre convendrá
elegir uno de esos combos para amortizar el costo total de la cacería. A mayor
cantidad de especies a cazar, menor será el precio unitario por trofeo. Hasta
aquí, todo muy claro. Pero el punto en cuestión, es cuál es el máximo de
trofeos recomendado por cacería. Bueno, en principio dependerá de las posibilidades
ciertas que ofrezca una determinada área, según los siguientes parámetros: que el
área de cacería sea el mismo hábitat de dos o más especies; que exista una
“ventana” de superposición de temporadas de caza de dichas especies, es decir
que se las pueda cazar en un rango de fechas cercanas; y que haya una densidad
demográfica de ejemplares suficientemente alta para que puedan cazarse en el
tiempo estipulado. En caso de cumplirse estas tres condiciones, el cazador
deberá tener en cuenta sus propias preferencias y prioridades. Siempre es
recomendable evitar el estrés de estar cazando contra reloj, para cumplir con
una meta de captura demasiado optimista. En otras palabras, querer cazar más
cantidad de trofeos para bajar el costo unitario, puede disminuir el tiempo
necesario para buscar un trofeo de máxima calidad, resintiendo además la
experiencia global de la cacería. Como todo en la vida, la respuesta está en el
término medio, y para lograrlo es imprescindible un asesoramiento serio y profesional
que sugiera al cazador un objetivo razonable.
Otra
diferencia sustancial con los safaris en África, se observa en la duración de
las temporadas. Si hablamos de especies de planicie en el continente negro, la
temporada se extiende en muchos países, desde fines de la época de lluvia hasta
Noviembre. En América del Norte en cambio, cada estado tiene una legislación
distinta, que además cuenta con períodos diferentes para cazar con arco y
flecha y con armas de fuego. En general, son las estaciones de primavera y
otoño donde se concentran la mayor parte de las temporadas, y muchas veces éstas
se extienden sólo por 30 días.
El
arma a utilizar, naturalmente, es otro aspecto básico a tener en cuenta al
planificar una incursión cinegética en el norte de América. Como mencioné, en
materia de clasificación hay algunas especies que pueden considerarse de caza
peligrosa, y que pueden ocasionar alguna situación de riesgo de seguridad
personal. En todos estos casos, calibres con buen poder de detención serán
recomendados, como dije del .375H&H o alguno superior, sin llegar a
extremos de los usados para back up de elefantes africanos, claro. En todos los
casos, estamos hablando de especies de piel blanda, así que las puntas blandas
de expansión controlada serán más que suficientes. En el caso del bisonte,
puede utilizarse la regla del búfalo africano: el primer disparo al triángulo
vital con punta blanda, y en caso de carga, una punta sólida directo al
cerebro. Para el resto de la fauna en estas áreas, lo importante es elegir el
calibre en función del terreno, es decir adecuarse a tiros largos de planicie y
montaña, medianos en bosques y cortos desde apostaderos.
Mencionadas
estas breves consideraciones generales en cuanto a armas, es importante estar
en conocimiento de los trámites que cada uno de estos países requieren para el
ingreso de armas de fuego en sus territorios. Las regulaciones de Estados
Unidos y Canadá se han endurecido muchísimo en materia de migratoria después de
los atentados del 9-11, y ni hablar sobre el ingreso de armas. Con esto no digo
que sea imposible llevar su propio rifle, sino que requerirá de un exhaustivo
conocimiento de la información necesaria, para evitar problemas en las aduanas
y oficinas migratorias. Por eso si la cosa se complica, siempre queda el recurso
de alquilar o utilizar un arma en la empresa organizadora de la cacería y
viajar sólo con el equipo básico necesario. En definitiva, ningún trámite
burocrático debería ser un escollo para poder disfrutar de la aventura de la caza
mayor en América del norte.
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