domingo, 13 de diciembre de 2009

Argentina vs África. Puntos de Impacto


Por Eber Gómez Berrade

Qué tienen en común los Colorados patagónicos, los Axis bonaerenses o los Damas pampeanos con los Kudus sudafricanos, los Oryx de Namibia o los Wildebeest de Zambia? Una gran resistencia a dejarse matar.
Seguramente alguna vez nos ha sorprendido la “dureza” de algún jabalí ante el efecto devastador de 165 grains de plomo recién salidos de un eficiente .308, o nos hemos quedado sin argumentos al ver como los 300 grains de varios tiros de 375 H&H solo provocaron una irascible huída en uno de nuestros Búfalos de la India, que para peor se metió a esperarnos en medio de un pastizal norteño.
Si hablamos de África, muchas veces las experiencias también se parecen.
Las justificaciones pueden ser variadas: el calibre o la punta elegida que “no mata” o la “dureza” del animal en cuestión, son algunas de las excusas más escuchadas. En realidad, lo que se quiere significar con esto es que hubo un error en la elección del proyectil y que por lo tanto, no fue el adecuado para el tipo de caza que se intentó, o que la adrenalina generada por el animal luego de un primer disparo erróneamente ubicado no provocó su muerte inmediata.
Es cierto, los calibres, las puntas, las recargas, las distancias, el tipo de terreno o las condiciones como tirador son algunas variables que afectan sin dudas el resultado de la caza.
Sin embargo muchas veces, por no decir la mayoría, el problema radica en una mala ubicación del disparo, tal vez por desconocimiento de la ubicación del órgano a impactar.
En varias oportunidades desde estas mismas páginas Carlos Coto se ha referido a lo que su amigo, el legendario cazador de marfil Tony Sánchez Ariño, repite cada vez que le preguntan cuál es el mejor calibre para cazar elefantes: “la bala en su sitio”, responde siempre indefectiblemente el veterano español.
Y por supuesto, tiene razón.
En la caza mayor todo se subordina al punto del impacto sobre la pieza. Conocer la anatomía del animal que se va a cazar es una condición imprescindible. Ni que hablar si se está en un safari en África, donde el tiempo y el dinero invertido hacen que cada disparo deba ser optimizado al máximo.
Allí también, animal herido es animal pagado (trophy fee), sin contar el tiempo que se pierde rastreando la pieza y que no se aprovecha buscando nuevos trofeos. Además de la horrible sensación que naturalmente se siente al ver huir la presa herida en pleno sufrimiento. Siempre claro, que sea una especie de planicie, porque si en cambio el animal lastimado es de caza peligrosa, el riesgo de ser víctima de una carga aumenta exponencialmente.

Aprovechar la experiencia
En general, quienes deciden hacer un safari africano es porque han cazado todo, o casi todo en su tierra. Está experiencia local puede ser muy valiosa ya que, a pesar de las diferencias de especies, podemos comparar la ubicación de los puntos de impacto de algunos de nuestros animales con la fauna existente en las sabanas del continente negro.
Como en Argentina no contamos con algo similar a los llamados 5 Grandes de caza peligrosa (excepto y salvando las distancias el Puma y el Búfalo), podemos comparar desde un punto de vista exclusivamente morfológico, a nuestros ciervos, incluido el antílope negro, y el jabalí europeo con algunos de los antílopes más comunes del sur de África además del facocero.
Tanto ciervos como antílopes y suidos, independientemente del tamaño y peso que posean, tienen su motor en el primer tercio de su cuerpo. Allí es donde viven, y allí es donde se alojan los órganos vitales que son el cerebro, la medula espinal, el corazón y los pulmones.
En pocas palabras, el cerebro es el órgano del sistema nervioso responsable de controlar y dirigir las funciones del organismo. Estas órdenes son transmitidas por otro órgano de ese mismo sistema: la médula espinal, que está cubierta y protegida por la columna vertebral. El corazón, órgano central del sistema circulatorio, es el músculo que bombea la sangre que transporta el oxigeno a todo el organismo (incluido el cerebro), y por último, los pulmones, encargados de oxigenar la sangre y expeler el dióxido de carbono del torrente sanguíneo.
La destrucción de cualquiera de estos cuatro órganos provoca la muerte inmediata o muy rápida del animal, lo cual debe ser el objetivo a perseguir de todo cazador deportivo.
La ubicación de estos órganos es muy similar entre los mamíferos, y el tamaño de cada uno es directamente proporcional al tamaño del cuerpo.
En el caso de la fauna africana, existen algunas pequeñas características distintivas. Así es como el cerebro se ubica en la parte más alta del cráneo, entre los ojos y en la base de las orejas, la columna vertebral en su región cervical, pasa justo por la mitad del cuello hasta que vuelve a subir hacia el lomo a la altura de las vértebras dorsales y lumbares.
Tomando las variables de peso y alzada de algunos exponentes de nuestra fauna y de la africana, se puede realizar una primera comparación morfológica que ayude a imaginar la ubicación de los órganos vitales en animales con los que uno no está familiarizado, como sucede con aquellos que hacen su primer safari en África.
La familiaridad que se tenga con la anatomía de estos grupos de la fauna local, gracias a la experiencia adquirida cuereando y despostando bichos en el campo, ayudará a identificar consecuentemente la ubicación de los puntos de impacto en la fauna africana.
De esta manera, se pueden encontrar similitudes entre los antílopes mayores de África como el Kudu, el Oryx, o los Wildebeest (Azul y Negro) comparables con nuestros ciervos Colorados; entre los antílopes medianos como el Blesbok de peso y alzada similar a los ciervos Axis y Damas; entre los antílopes pequeños como el Impala y el Springbok del tamaño aproximado a nuestro Antílope de la India; entre los antílopes pigmeos como el Duiker común comparable con nuestra corzuela parda; y entre el facocero, suido de tamaño aproximado al jabalí europeo puro.

Tirar al órgano, no al animal
Como primera aclaración vale decir que si bien la destrucción de cualquiera de los órganos vitales es letal, no todos los puntos de impacto son recomendables en la caza deportiva de animales de planicie.
Veamos los diferentes las características que provocan los tiros a los distintos órganos vitales.
Tiro de cerebro. Sin dudas que un disparo que interese el cerebro provocará un “corte de energía” en la presa que lo dejará fulminado inmediatamente. Pero si se trata tanto de un antílope como de un ciervo, existe un alto riesgo de errar al cerebro por aquello de que el tamaño de los órganos es proporcional al cuerpo del animal. Si esto sucede, se dañará el cráneo o la cornamenta, o en el peor de los casos se perderá el animal herido.
El tiro de cerebro en especies de planicie es solo recomendable cuando se caza para obtener carne, como estilan los cazadores de “biltong” (carne disecada y condimentada) en el sur de África. Por supuesto que esta modalidad requiere de una habilidad y puntería especial y no se relaciona en absoluto con la caza deportiva de trofeos.
Como nota al margen, el tiro al cerebro en animales de caza peligrosa, es casi siempre una decisión del cazador profesional para tiros de apoyo o back up en situaciones defensivas.
El tiro de columna es sumamente efectivo para “parar” cualquier animal. Ya sea el famoso tiro de cogote o directamente unos centímetros debajo del lomo. Esto cortará de una manera fulminante la comunicación nerviosa del cerebro con el organismo, y el animal caerá de una manera espectacular.
El problema que tiene es que existe aún una considerable posibilidad de error, menor que en el de cerebro, pero igualmente riesgosa. Un tiro al cuello que no impacte de lleno en la columna, puede alojar el proyectil en la masa muscular del área, y el animal herido podrá escapar y seguir viviendo por un buen tiempo con el consecuente sufrimiento.
Algo similar sucede si se le tira al lomo intentando hacer blanco en las vértebras dorsales. Las posibilidades de errar siguen siendo grandes, ya sea pasándole por arriba o pegándole en tercio trasero en un tiro que hará escapar a la presa.
Sin dudas es un tiro muy recomendable para asegurar el trofeo inmovilizándolo, especialmente adecuado para el escenario africano, donde hay que evitar a toda costa el perder una pieza herida. Por esa razón, también es el punto de impacto elegido por el cazador profesional en el caso de que el cliente le solicite detener al animal si su primer tiro no fuera letal.

El triángulo vital
El denominado triángulo vital está compuesto por los órganos que alimentan con oxigeno al sistema nervioso, léase, el corazón, los grandes vasos y los pulmones, lo que hace de esta área el blanco más recomendable para el cazador deportivo.
El tiro de corazón. En caso de que el proyectil impacte directamente en el corazón, la muerte del animal será rápida pero no inmediata. El tiempo transcurrido además variará en unos segundos dependiendo si el musculo cardíaco atraviesa su fase sistólica (de contracción) o diastólica (de relajación) donde las cavidades cardíacas se encuentran llenas de sangre. Es característico el salto del animal en el momento del impacto, la gran difusión de sangre al exterior y tras una corta carrera producto de los reflejos, cae abatido debido al descenso extremo de la presión arterial que deja sin oxigeno al cerebro. El riesgo inherente de este punto de impacto es que si el tiro es bajo, puede errarse limpiamente al animal o romperle una pata y si el tiro pega un poco atrás, siempre está el riesgo de “pancearlo” al pegarle en el estómago.
El tiro a los pulmones. Ocupando una mayor superficie del mismo triángulo, se encuentran los pulmones. Un impacto en este órgano asegura la muerte de la presa, aunque tampoco de manera inmediata. Es el tiro más recomendable para animales de planicie (tanto antílopes africanos como ciervos criollos) ya que brinda un blanco mayor, aumentando las posibilidades de dar en el blanco. Especialmente cuando se trata de tiros largos como los necesarios para abatir antílopes que habitan el desierto del Kalahari o las inmensas praderas de Tanzania. Es también un tiro que brinda mayores posibilidades en animales medianos y pequeños, y tiene la ventaja que si se “erra”, el proyectil puede impactar en el corazón, los grandes vasos, la columna vertebral a la altura del cuello, o el hígado. Todos tiros letales.
Lo esencial de este triángulo vital es imaginárselo en tres dimensiones. No es suficiente ver una fotografía de un animal de lado y tratar de ubicarlo. Hay que imaginarse cada órgano posicionado en el centro de animal. De esa manera, cuando varíe la posición de disparo, de costado, de adelante, de atrás o desde alturas diferentes, siempre se pueda calcular la posición exacta del órgano con la mayor precisión posible.

Tomar notas
Como dije, la ubicación de los órganos vitales en los animales de planicie africanos no varía demasiado entre especies similares. Esta característica podrá servirle ni bien comience a cobrar trofeos en su safari de antílopes en África.
Claro que la experiencia de caza en Argentina será invaluable, así como el conocimiento adquirido de la anatomía previo al viaje, pero lo que marcará una mejora significativa en la determinación de los puntos de impacto será la experiencia directa que le dará su primer trofeo con respecto al segundo, y así sucesivamente. Cómo?, haciendo usted mismo una autopsia del animal una vez abatido.
Luego de las felicitaciones y las fotos de rigor, y una vez que el cuereador (skinner) haya finalizado su trabajo con la piel, -de acuerdo a lo que usted le haya indicado para su taxidermia-, tómese unos minutos y comience a investigar sobre el cuerpo del animal. Meta mano, así como lo hace cuando desposta chanchos en La Pampa o colorados en los Andes. Allí sabiendo buscar, encontrará una fuente inagotable de conocimientos y respuestas.
En términos de balística terminal podrá obtener información muy interesante sobre su recarga, la penetración de la punta que eligió, podrá evaluar el daño en los tejidos, analizar el orificio de ingreso y de salida si lo hubiera, buscar el recúpero de la punta y de encontrarlo observar su grado de expansión o deformación.
Pero también en materia de información anatómica, podrá identificar los órganos del triángulo vital, observar su ubicación real y superposición, podrá fijarse la cantidad de sangre que quedó en la cavidad torácica, y prestar atención al tamaño de cada órgano. Le sugiero como ejercicio que en ese momento se proponga recordar el instante previo al disparo, visualice el lugar exacto donde apuntó y contrástelo con el lugar donde está realmente el agujero de entrada.
Tome fotografías si le parece, claro que no serán las que irán al álbum para mostrar a los amigos no cazadores, pero le serán de mucha utilidad en el futuro cercano. Y por último, otra sugerencia: tome notas. Una vez sentado en el fogón del campamento, aproveche ese tiempo inolvidable de relax y escriba sus vivencias, sus sensaciones y lo que aprendió durante la jornada. Así podrá también disponer del resultado de la “autopsia” cuando le parezca, que de otra manera es una información que quedaría librada a su memoria. En una palabra, sáquele el jugo a su safari desde el inicio, así a medida que avancen los días, se sentirá más seguro y confiado a la hora de elegir el punto de impacto más conveniente para el próximo trofeo africano que vaya a buscar.

Publicado en Revista Vida Salvaje (Diciembre 2009)

miércoles, 25 de noviembre de 2009


Revista Vida Salvaje (Noviembre 2009)

La salud en el safari

Por Eber Gómez Berrade

La caza mayor es una actividad de riesgo. En realidad, no más que cualquier otro deporte al aire libre. Es cierto que cuando hablamos de caza peligrosa en África, aparecen los fantasmas de las cargas de elefantes y búfalos, y las letales picaduras de la mamba negra. Pero para ser sincero, si de accidentes hablamos, los riesgos de ser víctima de alguno de estos infortunios es mínima comparada con una trivial picadura de abeja, un simple golpe de calor o alguna inoportuna fractura de hueso producto de una inexplicable caída.
Ahora, en materia de enfermedades, África requiere cuidado. La lista de virus disponibles es bastante grande y varía según las distintas regiones y las épocas del año. El mejor antídoto para eso, es como siempre, la información y la prevención.
La preparación de un safari es una tarea ardua en la que hay que incluir los aspectos relacionados con la salud personal. Algunos de ellos deberán ser considerados mucho antes de viajar, y otros ya sobre el terreno. Veamos algunos puntos esenciales para tener en cuenta.

El estado físico
Contar con buena salud y tener un buen estado físico son condiciones esenciales para cualquier persona, y en especial para aquellos que desarrollan actividades deportivas en zonas agrestes. Lo primero para recomendar aquí es decidirse a hacer la siempre postergada visita al médico de cabecera para realizarse un chequeo general. En realidad, no hace falta ir a cazar a África para hacerlo, pero es la excusa ideal para arrancar.
Una vez certificado el buen estado de salud, se debe poner atención al estado físico general, que es otro de los grandes temas que suelen quedar postergados en la vida actual. El sedentarismo, una mala alimentación y algún que otro hábito perjudicial típico de la vida moderna van deteriorando paulatinamente el estado físico.
Para revertir esta situación, nada más fácil que incorporar un poco de movimiento a la rutina de todos los días. El médico también podrá indicar si uno está preparado para comenzar un régimen regular de entrenamiento.
Para tener un estado físico adecuado a las exigencias de un safari no hace falta más que una rutina de ejercicios aeróbicos como caminatas, natación, bicicleta o jogging.
Ahora bien, en la elección del safari que queramos intentar tenemos que considerar dos aspectos fundamentales: el terreno y la modalidad de cacería. No es lo mismo moverse en la planicie sudafricana sentado en el asiento trasero de la Toyota, que abriéndose paso a través de la selva cerrada de Camerún durante dos semanas bajo la lluvia. Tampoco es lo mismo pasarse ocho horas por día sentados en un apostadero esperando que aparezca un leopardo a caminar un promedio de veinte kilómetros diarios en un monte de mopane tras las huellas de un veloz y elusivo elefante.
Si el terreno o la modalidad de cacería conllevan un esfuerzo físico especial, se debe tener una preparación acorde. En este caso, no es mala idea consultar además a un especialista para que diseñe un programa especial de ejercicios aeróbicos que tal vez incluya el uso de complementos de pesas. De esta manera podrá disfrutar de su safari y tal vez, un buen estado físico sea la diferencia entre cazar el trofeo soñado o volverse con las manos vacías.

Vacunas y prevención
El siguiente paso a considerar una vez decidido el lugar del safari es un programa de vacunación y profilaxis contra enfermedades existentes en el lugar de cacería. Este plan debería constar de una protección general como la vacuna contra el tétanos y la hepatitis A y B, y uno específico para las enfermedades endémicas de la región. Cabe aclarar que la distribución de las enfermedades no se da por países, sino por regiones. Si está pensando en un safari a Sudáfrica por ejemplo, no deberá tomar ninguna medicación antipalúdica si va a cazar a las provincias de Free Estate o Eastern Cape por nombrar solo dos, pero sí es recomendable si va al Limpopo o decide visitar el Parque Nacional Kruger. Lo mismo pasa en Nambia, el Kalahari está libre de malaria pero se aconseja la profilaxis en la zona de la franja del Caprivi en el norte del país.
Para saber con exactitud que hacer deberá consultar con su cazador profesional sobre las enfermedades de la región a donde va a cazar. Él podrá informarle cuáles son, qué riesgo existe y hasta qué droga es de uso común allí. Ahora, mi consejo es que además de esta charla con su PH, consulte a un médico infectólogo especialista en medicina del viajero. Cuéntele a donde va y que va a hacer. Muchas veces las actividades en áreas rurales y la exposición a animales salvajes incrementan el riesgo de contraer una determinada enfermedad. Por ejemplo, la rabia.
Además el médico especialista le dará la información actualizada de las alertas sanitarias y el estado de las enfermedades en tiempo real. Esa información es muy valiosa y no la va a encontrar en libros o guías de viajes de viejas ediciones impresas. Ni siquiera en este artículo. Un ejemplo: éste año los que vamos a Namibia debemos vacunarnos contra la polio debido a que existe una alerta de contagio en todo el país.
Naturalmente que África es pródiga en enfermedades infectocontagiosas, y el panorama es peor a medida que nos vamos acercando al trópico. Fiebre amarilla, tifus, malaria, meningitis, dengue, cólera, y otros tantos virus son moneda corriente en el continente negro.
Eso sí, una vez conocido el programa de vacunación, solo resta ir con la receta a cualquier vacunatorio, público o privado y enfrentar con entereza la embestida de las agujas. También tendrá que hacerlo con la debida anticipación, ya que muchas veces debe pasar un lapso de tiempo entre una dosis y otra. Tal es el caso de la vacuna contra la hepatitis A+B que consiste en tres dosis para que resulte efectiva, de las cuales la tercera se debe inocular al sexto mes, o la administración de mefloquina (la pastilla para la malaria) que debe comenzar una semana antes de ingresar a la zona de riesgo y continuar cuatro semanas después de abandonarla. En una palabra, no deje esto para último momento.
Una vez en el terreno, existen otros riesgos. Las enfermedades transmitidas por comida, agua, insectos y vía sexual. Aquí la información y el sentido común son las mejores defensas, por lo tanto no voy a explayarme sobre los riesgos de introducir al cuerpo bacterias, parásitos o virus hospedados en comidas callejeras, agua de dudosa pureza -muchas veces disfrazadas en cubitos de hielo-, en relaciones de sexo casual o transfusiones de sangre. Recuerde que el continente africano tiene el mayor índice de contagio de HIV del planeta.
Un datos más, para prevenir la malaria que es transmitida por el mosquito, es aconsejable además de la pastilla, utilizar mosquiteros a la hora de dormir y usar el repelente más fuerte que pueda conseguir. Una de las drogas con las que están hechos los repelentes es el Deet. Yo suelo utilizar Deet al 100% con excelentes resultados, pero lamentablemente no se comercializa en nuestro país. De todas maneras trate de conseguir la fórmula que tenga la mayor proporción.

Seguros médicos versus evacuación y rescate
Son dos cosas completamente distintas pero complementarias.
El seguro médico, incluido en los seguros de asistencia al viajero, es altamente recomendable para todo aquel que viaje a un país extranjero. En general consiste en una serie de prestaciones como la de asistencia médica, farmacéutica, odontológica, traslados sanitarios, servicios de internación y repatriación sanitaria. En general, se contratan por un plazo determinado, ofrecen atención en idioma español y cubren una suma razonable de dinero que varía de acuerdo a las condiciones de la póliza.
En el mercado local hay varias compañías que ofrecen muy buenos paquetes que incluyen además asistencia legal, localización de equipajes o transmisión de mensajes urgentes. Muchas empresas de medicina pre paga también brindan estos seguros a sus afiliados. En África, mientras se esté cerca de una ciudad, pueden ser muy convenientes.
Los servicios de evacuación médica -prácticamente desconocidos en nuestro país-, son completamente diferentes a la asistencia médica al viajero. En pocas palabras son seguros que cubren el rescate, la atención primaria y el traslado a un hospital a elección del paciente en cualquier lugar del mundo. En realidad hay una sola empresa que provee este servicio de evacuación en el terreno por más remoto que sea.
Generalmente el cazador profesional brinda a la empresa información clave para una operación de rescate, como las coordenadas de una pista de aterrizaje cercana y las facilidades de atención en caso de emergencia.
Luego, si ocurre un accidente que amerite la evacuación del cazador, el profesional se pone en contacto inmediatamente con la compañía que despliega la operación de extracción. Todo este proceso es monitoreado por médicos especialistas en emergentología del hospital John Hopkins de los Estados Unidos.
Luego, de acuerdo al diagnóstico, se trasladada al paciente al hospital más cercano donde pueda ser estabilizado, y en caso de ser necesario, evacuado a cualquier hospital de elección. Por ejemplo, alguno de Argentina en nuestro caso. En este sentido, es esperable que el cazador profesional conozca de antemano la información relacionada a su estado general de salud, por ejemplo si usted es alérgico, si padece alguna enfermedad o si está tomando alguna medicación.
Al ser este servicio un seguro, los precios de la primas son muy bajos considerando el costo de una evacuación médica privada desde cualquier país extranjero.

Primeros auxilios
Una de las consideraciones a tener en cuenta acerca de los servicios del cazador profesional es que cuente con un buen botiquín en el campamento y en los vehículos utilizados en el safari. Además, es aconsejable que tenga los conocimientos necesarios para una primera respuesta, idealmente que posea una acreditación internacional como WFR (Wilderness First Responder) que debe ser revalidada cada dos años mediante un examen. En general, las asociaciones de PH en algunos países de África exigen este tipo de certificaciones para todos sus miembros.
Que haya un buen botiquín en el campamento no quiere decir que usted no lleve uno personal, y naturalmente sepa usarlo. De nada sirve tener cánulas orofaríngeas o un completo kit de anafilaxis si no se sabe cómo usarlo, siendo además, sumamente riesgoso.
Su contenido variará de acuerdo a las necesidades específicas de cada expedición, por eso evite comprar los que ya vienen preparados. Saber armar un buen botiquín servirá no solo para cazar en África, en Alaska o La Pampa, sino para sus próximas vacaciones en la costa con la familia, y sin ir más lejos para tener en casa.
En líneas generales el botiquín debería ser: transportable, accesible, organizado y limpio. A la hora de armarlo, tener en cuenta dos cosas: que será utilizado en zonas agrestes y la cantidad de días que se pasarán en la naturaleza. Si viaja con amigos pero cazan por separado cada uno debería tener el suyo.
Para una mejor organización y rápido acceso, es recomendable que esté dividió en kits dentro de bolsitas impermeables del tipo ziploc. El botiquín personal deberá incluir un kit de bioseguridad, de trauma, de heridas, de quemaduras, de anafilaxis y de medicamentos personales. También es bueno incluir los prospectos de los medicamentos, las recetas de su médico, una linterna, algunos accesorios médicos, papel y lápiz.
Al igual que con el estado físico y el chequeo médico, su próximo safari puede ser una excelente excusa para ponerse al día con algunas asignaturas pendientes: un buen curso de primeros auxilios en zonas agrestes es altamente recomendable y le servirá en todo momento y cualquiera sea el lugar donde vaya a cazar.

Botiquín personal para zonas agrestes

Kit de Bioseguridad: guantes resistentes de goma o trabajo para
acceder a la víctima, guantes de látex y de nitrilo/vinilo (para alérgicos al látex),
antiparras protectoras, barbijo.

Kit de heridas: gasas estériles de 10 cm. x 10 cm., pinza de depilar, encendedor, jabón antiséptico, solución de iodopovidona, jeringa de 20 ml.

Kit de trauma: Vendas tipo cambric de 7 cm y 10 cm., vendas semielásticas, alfiler de gancho, cinta adhesiva común e hipoalergénica, tijera, apósitos adhesivos.

Kit de quemaduras: pomada antibacteriana y cicatrizante, gasas embebidas en un antibiótico, loción antialérgica local.

Kit de medicamentos: Antibióticos, analgésicos, antiinflamatorios, antitérmicos, antinauseosos, antidiarréicos, descongestivos, broncodilatadores, antihipertensivos, medicación oftalmológica, sobres de sal y azúcar, etc.

Kit de anafilaxis: Adrenalina 1/1000, jeringa de Tuberculina y antihistamínico según protocolo de aplicación.

Kit de información: Manual de primeros auxilios, lápiz, prospectos de las drogas llevadas.

Accesorios: Estetoscopio, tensiómetro, termómetro, tiras reactivas para medir
glucemia, linterna.

Fuente: Fundación Ecomed (www.ecomed.org.ar)

Principales enfermedades por países
(Cuadro indicativo sólo para fines informativos)
Sudáfrica
Riesgo bajo
Malaria en algunas regiones, hepatitis A, fiebre tifoidea, meningitis, esquistosomiasis

Namibia
Riesgo bajo
Hepatitis A, fiebre tifoidea, malaria en algunas regiones, polio, esquistosomiasis

Botswana
Riesgo moderado y alto según regiones y época del año
Hepatitis A, fiebre tifoidea, malaria, diarrea bacteriana.

Mozambique
Riesgo alto
Hepatitis A, diarrea bacteriana, fiebre tifoidea, esquistosomiasis, malaria

Zimbabwe
Riesgo alto
Hepatitis A, diarrea bacteriana, fiebre tifoidea, malaria, esquistosomiasis

Zambia
Riesgo alto
Hepatitis A, fiebre tifoidea, malaria, esquistosomiasis

Tanzania
Riesgo alto
Hepatitis A, diarrea bacteriana, fiebre tifoidea, malaria, fiebre del Rift, esquistosomiasis

Camerún
Riesgo alto
Fiebre amarilla, malaria, esquistosomiasis, meningitis

República Centro Africana
Riesgo alto
Hepatitis A, diarrea bacteriana, fiebre tifoidea, malaria, meningitis,

Benin
Riesgo alto
Hepatitis A, fiebre tifoidea, malaria, fiebre amarilla, esquistosomiasis, meningitis, diarrea bacteriana.

Etiopía
Riesgo alto
Hepatitis A, fiebre tifoidea, malaria, leishmaniasis, rabia, esquistosomiasis, meningitis
Fuente: Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, Estados Unidos

jueves, 8 de octubre de 2009




Revista Vida Salvaje

Claves para cazar en el Continente Negro

Por Eber Gómez Berrade


África. Que cazador no se ha estremecido alguna vez con solo escuchar ese nombre. Quien no ha imaginado enfrentarse a un gran león de melena negra o a un elefante con colmillos de 100 libras, o simplemente quien no ha deseado estar sentado en un fogón escuchando las hienas mientras se pone el sol en el campamento.
África posee el encanto irresistible de la aventura, del misterio y de lo salvaje. Es la cuna de la civilización que ha cautivado la imaginación del hombre desde tiempos inmemoriales. Es también la tierra del Safari. Allí es donde nació.
Safari significa viaje en swahili, la lengua franca del este de África. Esta palabra fue usada inicialmente por el explorador británico Sir Richard Francis Burton, -descubridor del Lago Tanganika- como sinónimo de expedición. Años más tarde, se usaría como sinónimo de excursión de cacería.
Claro que aquellos primitivos safaris de caza eran muy diferentes a los que conocemos hoy. Fueron cambiando, como fue cambiando África.
Ex Africa semper aliquid novi, “Siempre hay algo nuevo en África” decía Plinio el Viejo en su “Historia Natural”, y tenía razón. África es un continente que cambia constantemente.
La caza deportiva comienza allí a fines del siglo XIX y principios del XX en lo que se conocía como el Protectorado del África Oriental Británica y que luego se convertiría en Kenia. Aquí es donde nace el concepto moderno del safari y junto con él la figura, ya legendaria del Cazador Blanco. Es en ese lugar, donde se desarrolla la Era Dorada en el Gran Cazadero como se lo conocía entonces y que se extendía -además de Kenia-, a Tanganika, el Sudan, Uganda, y alguna colonias del África Central.
Allí aparecen los champagne safaris en el período que va desde la Primera a la Segunda Guerra Mundial, largas excursiones que podían durar meses, con interminables caravanas de porteadores, campamentos lujosos y libertad absoluta para cazar lo que uno quisiera.
Allí se gestaron los héroes de nuestra infancia que se enfrentaban a tribus desconocidas y fieras salvajes en libros que ahora ya son clásicos, como las obras de Henry Rider Haggard, Karen Blixen, Ernest Hemingway o Robert Ruark.
Allí es también donde se filmaron las películas que hizo Hollywood en la década del ´50, muchas veces basadas en esas mismas obras.
Pero esa África, ya no existe. El proceso conocido como descolonización y la posterior independencia de muchos de sus países alrededor de la década del ´60 fue decisivo en esta transformación del continente.
En términos de caza deportiva, un punto de inflexión fue la decisión del gobierno independiente de Jomo Kenyatta de prohibir la cacería en el año 1977. Así comenzó otra etapa signada por un cambio constante en las regulaciones de caza en todo el continente que se mantiene hasta hoy.
Con la retirada de las grandes potencias imperiales del continente negro, aquellos viejos Cazadores Blancos que pasaron a llamarse Cazadores Profesionales, (para evitar herir todo tipo de susceptibilidad étnica), tuvieron que decidir si quedarse en Kenia o irse a buscar nuevos territorios de caza done llevar a sus clientes. Algunos se quedaron y se transformaron en guías de safaris fotográficos, otros como Harry Selby o Robin Hurt -por nombrar dos de los más reconocidos-decidieron irse. Selby rumbeó para Botswana y Hurt a Tanzania. Así comenzó una diáspora de profesionales de la caza que se extendió a otros países, independientes también, pero cuyos gobernantes entendieron que la industria de los safaris representaba una muy interesante fuente de ingresos para sus propias arcas, las del país, claro.
De esta manera, en los últimos 32 años, la industria del turismo cinegético prosperó, a veces más, a veces menos, transformándose en la principal fuente de ingreso de muchas naciones del África austral.



La puerta de entrada a África
Sin lugar a dudas, la posta como líder en esta industria de safaris fue recogida por Sudáfrica. Un país con una extensa tradición cazadora que tuvo a Frederick Courteney Selous, William Cornwallis Harris y William Burchell como algunos de sus protagonistas más conspicuos.
Lo que diferencia a Sudáfrica, es que allí se implementó con mucho éxito el concepto de game ranch management, o manejo de fauna en cotos de caza.
La era de la caza libre y el cazador libre para unos pocos afortunados y con mucho dinero y tiempo para gastar, había terminado.
Se abría ahora una nueva oportunidad para que más gente pudiera acceder a concretar su soñado safari africano.
Sudáfrica se convirtió así en la puerta de entrada al continente. No sólo porque los vuelos conectan allí con rutas a diversos países de la región, sino porque gracias a su política de manejo de fauna en áreas privadas, ofrece una enorme variedad de especies de planicie (plains game) endémicas e introducidas a precios muy económicos lo que pone el safari al alcance de billeteras no tan abultadas.
El fin del apartheid y la era Mandela vieron florecer una industria con un sólido basamento científico. Cada una de las provincias sudafricanas desarrolló un extraordinario cuerpo de legislación de fauna, orientado a la protección y manejo de especies autóctonas e introducidas. Se crearon carreras universitarias, se colegió la actividad de los guías, y se alocaron recursos para la promoción del país en el exterior. Esto dio como resultado un aumento considerable en el flujo de visitantes provenientes mayormente de Estados Unidos, España, y algunos países escandinavos.
Sin embargo -por aquello del cambio permanente-, durante la administración del presidente Mbeki (sucesor de Mandela) se produjeron algunas circunstancias que parecieron amenazar el liderazgo sudafricano en materia de caza deportiva.
De acuerdo a estadísticas de la prestigiosa Asociación de Cazadores Profesionales de Sudáfrica (PHASA), en los últimos cinco años el promedio de cazadores que visitaron el país fue de 9.000 al año. Esta cantidad de visitas cayó luego a 6.000. Por qué?, Por una conjunción de factores. Primero fue la introducción de la Ley de Control de Armas de Fuego que generó caos y confusión en su inicio en los aeropuertos de entrada; luego las noticias sobre el incremento en las tasas de criminalidad en algunos centros urbanos así como violentos brotes de xenofobia contra inmigrantes de Zimbabwe y Nigeria; y por último, debido a ciertas conductas anti éticas llevadas a cabo por operadores profesionales de la cacería, que incluye la tan cuestionada cría de leones en cautiverio para su posterior caza en cotos cercados. Una modalidad que es legal en el país, pero que hoy en día pone los pelos de punta a la comunidad internacional de cazadores por considerarla reñida con la ética deportiva.
Hoy Sudáfrica está trabajando fuertemente para revertir esa situación, en todos sus frentes, y ha vuelto a recuperar los niveles de turismo receptivo que supo tener hace poco menos de una década.
Ahora, si alguien salió beneficiado por las vicisitudes sufridas por Sudáfrica, sin dudas fue Namibia. Un país vecino, que formó parte de Sudáfrica hasta el año 1990, y que en el mismo período analizado por las estadísticas de la PHASA, pasó de recibir 3.000 cazadores por año a 6.000.
El gobierno de este país aprovechó la situación y a pesar de contar con menos especies autóctonas que su vecino del este, comenzó una campaña de difusión entre los cazadores extranjeros, haciendo hincapié en el alto nivel de seguridad que disfruta el país, en una legislación moderna que facilita el ingreso de armas y el profesionalismo de sus operadores que brindan servicios de excelencia.
De esta manera, Namibia se ha convertido en los últimos años en la otra puerta de entrada obligada para los cazadores nóveles en la fauna africana. Su industria está estructurada de manera similar a su vecino. Se puede cazar en casi la totalidad del territorio en game farms, alojado en confortables cabañas a precios similares o aún más baratos que Sudáfrica. La diferencia es que además de tener una excelente oferta de cotos, se suma el hecho que cuenta además con unas pocas áreas free range como Damaraland, Bushmanland y la franja del Caprivi que seducen también a los deportistas más experimentados en busca de trofeos de calidad, tanto de planicie como de caza peligrosa.



Un menú para todos los gustos
África hoy ofrece una amplia gama de opciones para todos los gustos y billeteras. Los safaris para caza de animales de planicie (plains game) en Sudáfrica o Namibia se extienden un promedio de 7 a 10 días, en general el alojamiento es en lodges de caza y los costos son bajos debido a que no se requiere una logística complicada ni grandes desplazamientos. Si las tarifas aéreas lo permiten, muchas veces el costo de un safari en cualquiera de estos países es igual o menor al de un buen ciervo colorado cazado en un coto argentino. Ambos países ofrecen la opción ideal para empezar a tomarle el gustito sin gastar demasiado.
Pero como la caza africana es un viaje de ida, ya en el aeropuerto, esperando embarcar al avión que lo traerá de vuelta a la Argentina, estará pensando en cazar los antílopes que le faltan, y por qué no agregar al menos uno de los Cinco Grandes (elefante, búfalo, león, leopardo y rinoceronte) a su incipiente colección que aún se encuentra en proceso de secado.
Si es así, tendrá que decidirse por el Búfalo o el Leopardo. Para ambos trofeos Sudáfrica y Namibia son muy buenas opciones.
En Sudáfrica por ejemplo, la cría de búfalos ha aumentado muchísimo en los últimos años de la mano del aumento de la demanda, lo que ha provocado un lógico incremento en los precios. En Namibia podrá cazar los búfalos en libertad a un precio razonable, pero para eso deberá dirigirse a Bushmanland o la franja del Caprivi en el noroeste del país, justo en la frontera con Botswana y Angola.
Si de leopardo se trata, a mi entender Namibia es “el lugar” por el crecimiento demográfico de este felino, especialmente en las áreas free range. De todas maneras, la calidad de los trofeos es muy buena en ambos destinos. Para leopardo, le recomiendo una safari de no menos de 14 días, y tenga presente además que es imposible garantizar su caza.
Saliendo de la puerta de entrada del continente, se encuentra Zimbabwe, que es otra opción barata para agregar caza peligrosa a su safari de animales de planicie. En realidad, debería decir que fue otra opción.
La crisis política, económica y social que está atravesando el país (y que perdura desde la asunción del gobierno “democrático” de Robert Mugabe que lleva casi treinta años en el poder), ha convertido a un país magnífico, con extraordinarias riquezas naturales, paisajes paradisíacos y una riquísima fauna silvestre, en una nación paria con un PBI per cápita de 200 dólares que lo ubica a la cabeza de los índices de pobreza de África, siendo además en la actualidad el país más pobre del mundo.
La lógica indica que la dictadura de Robert Mugabe está cerca de llegar a su fin. Un eventual gobierno de su hoy primer ministro, el opositor Morgan Tsvangirai, se enfrentará claramente con la ciclópea tarea de reconstruir el país, incluyendo obviamente sus recursos naturales y su industria turística.
Visto desde esta perspectiva, y a pesar de que operan allí todavía buenos profesionales, los niveles de corrupción, los altos índices de criminalidad y el mal manejo que el Estado ha hecho de su fauna, no es un destino que yo pueda recomendarle por ahora.
Subiendo en latitud pero también en precios, aparecen Botswana, Zambia, Mozambique y Tanzania. Acá la cosa es diferente. La cacería se desarrolla mayormente en concesiones del gobierno, reservas, parques nacionales, y áreas comunales, que son naturalmente mucho más extensas que las granjas privadas.
En general, los precios de las licencias y las tasas de abate (trophy fee) son mayores, así como los precios de las estadía (daily rate), ya que se requiere una logística compleja y el transporte de suministros hasta zonas bastante alejadas de los centros urbanos. El tiempo promedio de un safari en estas áreas se extiende de 14 a 21 días, dependiendo de la cantidad de animales que se vayan a buscar, o si ellos son además algunos de las cinco grandes. Todo esto encarece el safari naturalmente.
Cabe aclarar que todos estos países, incluidos Sudáfrica y Namibia ofrecen además la posibilidad de cazar los Cinco Grandes, o por lo menos algunos de los cinco. Hay excepciones como el león y el rinoceronte que no están permitidos en varios destinos. (Ver detalle por países).
Si hablamos de los Cinco Grandes, tengo que abrir un paréntesis con el elefante. Su cacería es exclusiva, es una especialidad. Es en mi opinión el mayor desafío que puede enfrentar hoy un cazador en África (aunque hay quien dirá que conseguir un pequeño duiker en las selvas del Camerún también tiene lo suyo). Es una actividad que demanda tiempo y esfuerzo, y requiere de un equipo muy avezado de profesionales compuesto, entre otros, por el pistero (tracker) y el PH. Hay dos variables más a considerar antes de decidir ir en su búsqueda. Una es la elección del mejor outfitter, quien debe operar en áreas con un alto índice de captura, y la otra es la elección del mejor momento durante la temporada para obtener los mejores marfiles.
En este tipo de cacería, los demás trofeos, son realmente secundarios. Se cazan sólo si hay tiempo y muchas veces tampoco así. He visto en distintas oportunidades en Botswana, que una vez que el cliente cazó su tan ansiado trofeo, se olvida de sus licencias de impala o facocero y nunca las usa.
Como dije, son safaris costos, especialmente en Botswana y Tanzania, encontrando muy buenas oportunidades en Namibia (en la franja del Caprivi) y en Mozambique.



El posgrado del cazador africano
Si seguimos viajando hacia el norte, nos encontramos con países que cuentan con verdaderas rarezas entre su fauna silvestre. Aquí, el cazador sólo vendrá en busca de raros antílopes que habitan en zonas inhóspitas. Me estoy refiriendo a países como Camerún, República Centro Africana, Etiopía o Benín.
La geografía aquí no se parece en nada a las grandes planicies, desiertos o pantanos del sur del continente. Acá estamos hablando de selvas lluviosas y cadenas montañosas.
Una característica de este tipo de safaris es que a diferencia de los “clásicos”, donde se cazan muchos trofeos, aquí se viene a buscar una sola especie. Generalmente se cazan también algunas otras que aparecen al azar siempre y cuando las licencias compradas las incluyan. Pero en este tipo de excursión, el cazador elije la región en función de esa especie que encabeza su lista de trofeos a cobrar.
En otras palabras, aquí paradójicamente, se paga más y se caza menos. Sin embargo, este tipo de safaris demandan más tiempo -calcule pasarse entre dos y tres semanas en el campo- y un esfuerzo físico superior para superar rigores climáticos y ambientales. Si se caza en la selva, se lo hace en la temporada de lluvias, si va a las montañas etíopes deberá soportar el frío y la extenuación de los trekings de altura y si elige las áridas sabanas del África central, se expondrá a marchas interminables bajo un sol agobiante.
Ejemplos de estos safaris son, la cacería del bongo en las selvas del sur del Camerún, la del eland de Lord Derby en República Centro Africana, la del nyala de montaña en Etiopía, o la del roan y del kob de África occidental en Benín.
Por último, quisiera agregar que existen hoy en día otros destinos como Ghana, Uganda, Sudán, Chad o Burkina Fasso que ofrecen también raras y exclusivas especies, pero que aún no cuentan con una industria propiamente dicha de safaris, sino con muy pocos operadores que hacen un trabajo casi artesanal. En general, en estos destinos aparecen muy buenas oportunidades -si bien casi nunca son baratas-, de obtener nuevos ejemplares recién habilitados para su caza.
Las condiciones de la industria cinegética en África cambian todo el tiempo: prohibiciones, habilitaciones, aumento de tarifas, modificación de cuotas, regulaciones de CITES, impedimentos en la importación temporal de armas y una larga lista de complicaciones aparecen y desaparecen a cada instante.
Por esa razón, siempre hay que estar atento y lo mejor informado posible a la hora de organizar un safari. No es raro que de la noche a la mañana una especie se prohíba en un lugar determinado como sucedió recientemente con los leones en Botswana o el duiker de lomo amarillo en Camerún, o un gobierno decida que ahora los precios de las licencias de caza son muy baratos y quiera subirlos un 500% como se intentó en Tanzania hace dos años. Por otro lado, muchas veces también aparecen nuevos países que habilitan la cacería deportiva en sus territorios. Así es como desde hace años escucho el rumor de que Kenia se volverá a abrir a los cazadores. Ojalá sea así, pero hasta ahora solo parecen frutos de un deseo inconsciente de recuperar lo que alguna vez fue el Shangri-La de los safaris africanos.
Como dije al inicio de este artículo, África es un viaje de ida. Dice un viejo refrán shona que una vez que se bebe el agua del Zambezi siempre se volverá a beberla. Puede ser. Pero la realidad es que aunque uno nunca se haya acercado a ese río, una vez que conozca África, no podrá dejar de volver.
Si no es el agua del Zambezi, son los atardeceres increíblemente naranjas, o las largas charlas frente al fuego, o simplemente la visión de una tierra mágica y prehistórica, que nos retrotrae a nuestros orígenes como hombres.
Porque eso sí, no cambió.
Cualquiera sea el país elegido o los animales buscados, esta tierra ofrece al cazador recuperar su esencia atávica en una de las últimas grandes aventuras del presente. Algo que, a pesar del paso del tiempo y de los cambios constantes, sigue intacto en el África de hoy.