viernes, 13 de noviembre de 2015

Entrevista a Polla Swart - Pionero de la conservación en África





Por Eber Gómez Berrade

Polla Swart es una leyenda en el mundo de la conservación de fauna silvestre en el continente africano. En su larga y prestigiosa carrera como director del Ministerio de Medio Ambiente y Turismo de Namibia, creó varios parques nacionales, fundó la Asociación de Cazadores Profesionales de ese país, ideó novedosas técnicas de manejo, captura y re ubicación de fauna, asesoró a los gobiernos de Angola, Sudáfrica y Costa de Marfil en políticas de conservación, y sentó las bases que han convertido a Namibia en un ejemplo internacional en la protección de los recursos naturales. 
Conozco a Polla y su adorable esposa Chrija desde hace años. Siempre es un placer sentarnos a charlar, disfrutando alguna comida o al calor de una fogata en un campamento de safari. Esta vez, quiero compartir su historia y experiencias como pionero de la ecología, y su visión sobre el estado actual de la conservación en África.

Entre el rugby y la naturaleza
Polla, que en realidad es el seudónimo de Paul Stephanus, nació en África del Sudoeste, (hoy Namibia) en el año 1936. Sus padres -de origen afrikáner-, fueron granjeros, y uno de sus abuelos cazador profesional de marfil en la vieja colonia portuguesa de Angola. Con esos antecedentes, su amor por la naturaleza estaba predestinado. Sin embargo, pudo también descollar junto a dos de sus hermanos en el ambiente del rugby. Sus hazañas en la cancha como capitán de la selección nacional de Namibia en la década del 60, aún son recordadas por la prensa especializada.
Precisamente en esos años, Polla decidió, tras un breve paso por la docencia, que la biología iba a ser su profesión. A principios de esa década, obtuvo un título de grado y un máster en zoología en la Universidad de Stellembosch en Sudáfrica.
De vuelta en Namibia, comenzó a trabajar como biólogo en el Museo Estatal de Windhoek. Y fue durante la presentación oficial de un trabajo de investigación sobre el impala cara negra en la región de Kunene, que llamó la atención del gobierno, y le fue ofrecido el puesto de sub director de “Nature Conservation”, el directorado perteneciente al Ministerio de Medio Ambiente y Turismo encargado de los temas de conservación. 
Aceptado el desafío, Polla no tardó en destacarse una vez más y al poco tiempo, ya había creado tres estaciones de investigación en Namibia: el Instituto Ecológico de Etosha, el Instituto de Investigación del Namib, y el Instituto de Investigación de pesca de Hardap.
Al mismo tiempo fundó la revista científica “Madoqua”, que se convirtió en una de los más reconocidos órganos de difusión de trabajos científicos con distribución en más de cuarenta países. Entre los originales proyectos que desarrolló en su carrera, se cuentan la sedación y captura de rinocerontes, elefantes, felinos y especies de planicie para su re ubicación permanente; la primera implementación en la historia de un sistema de control de natalidad temporario en leones; la investigación sobre la causa de la rabia en kudus; el descorne de rinocerontes para desalentar el furtivismo; la creación de la carrera de Conservación de la Naturaleza en la Universidades de Cape Town y del Colegio Técnico de Pretoria en Sudáfrica, y en el Politécnico de Namibia; la creación de numerosos parques nacionales; y el desarrollo conjunto de proyectos de conservación entre el gobierno, las comunidades nativas y el sector privado. En 1983 fue nombrado director de “Nature Conservation” donde permaneció hasta su retiro en 1996.

¿Cómo fue tu inicio como funcionario de gobierno en temas de conservación?
Fue todo un desafío. Lo primero que hice recuerdo que fue continuar con mi investigación sobre el impala cara negra. En aquellos años no se sabía exactamente si era una subespecie de impala común u otra especie diferente. Así que se me ordenó que realice una investigación taxonómica para desentrañar el misterio. Hice un trabajo de campo y recogí evidencia suficiente para determinar que era una subespecie de impala. Además recomendé el traslado de animales al parque Nacional Etosha, ya que son endémicos de Damaraland, Kaokoland y el sur de Angola, todas áreas donde se combatía en la guerra que Sudáfrica llevaba adelante con la guerrilla de Angola. Mi recomendación no sólo fue aceptada, sino que además se me encargó llevar a cabo la re ubicación.

Pero no tenías experiencia en captura de fauna
No, pero tacleaba bien en los partidos de rugby. Así que como tampoco teníamos equipo apropiado, salíamos de noche en un Land Rover con mi equipo, nos sentábamos en el paragolpes delantero, y al estar cerca de un impala, saltábamos y tacleábamos al animal para capturarlo. Con esa técnica, muy deportiva pudimos capturar unos setenta ejemplares, entre machos y hembras. Luego, el proceso de transporte fue también complejo. Primero cargamos los animales en un camión, los llevamos hasta una pista de aterrizaje y ahí los subimos a un viejo Douglas DC3 conocido como Dakota, que los llevaba hasta Etosha. Una vez allí, los pusimos un mes en cuarentena y luego los liberamos. Con el tiempo conseguimos un avión más grande, un Hércules C130 de la Fuerza Aérea de Sudáfrica y en 1971 ya teníamos un helicóptero.

¿La re ubicación de fauna silvestre era frecuente en aquella época?
Sí, por dos razones. En primer lugar para sacar animales de las áreas de conflicto, y luego para abastecer a los incipientes cotos de caza, de manera de ampliar el área de distribución de las especies que estaban en riesgo ecológico.

¿Qué otras especies trasladaste?
Luego del impala cara negra, trasladamos roan, sable, chita, leopardo y rinoceronte negro. Capturamos un gran número de antílope roan que re ubicamos en Etosha y en Waterberg, al igual que sables provenientes del oeste de la Franja del Caprivi. Recuerdo que entre 1970 y el 72 capturamos también unos 43 rinocerontes negros en Kamanjab, Ugab, Khorixas y Kaokoland. El procedimiento era similar, nos acercábamos, lo anestesiábamos con un dardo, y luego lo cargábamos con un helicóptero. Teníamos un equipo en tierra con veterinarios que lo recibían, y los liberaban en el parque.


Por lo menos ya no tacleabas desde el Land Rover…
No vayas a creer. Yo personalmente capturé una cría de rinoceronte con mis propias manos. Te digo que era bueno jugando al rugby. Me acuerdo que en un partido nos tocó enfrentar al equipo de la policía, en donde aparentemente a uno de los jugadores le gustaba agarrar serpientes. Cuando uno de los diarios cubrió el encuentro, tituló: “Capturador de rinocerontes versus capturador de víboras en partido de rugby”. Así me hice conocido.

Además de la guerra, ¿tenían problemas con caza furtiva de rinocerontes?
No tanto como ahora. Pero era claramente un problema que iba en aumento. En 1987 encontramos 22 rinocerontes negros muertos por furtivos entre Etosha y Damaraland. En función de esta situación, organizamos una reunión en Skukuza, Sudáfrica, cerca del Kruger, para analizar los pasos a seguir en conjunto con el gobierno sudafricano. Siempre creí que el delito de la caza furtiva debe ser combatido en conjunto entre los países afectados.

¿Y qué medidas tomaste en tu administración?
Primero colocamos agentes armados patrullando las fronteras del parque Etosha. Era personal especializado de las Fuerzas Anti Furtivismo. Luego hice que mis guarda parques recibieran entrenamiento militar. Y en algunos casos, hasta fuimos ayudados por las SADF (Fuerzas Sudafricanas de Defensa). Así conocí al coronel Jan Breytenbach, en Bushmanland. Breytenbach fue un destacado militar que estuvo al mando del 1er. Comando de Reconocimiento, de la Brigada 44 de Paracaidistas y fue el primer comandante del famoso Batallón 32, conocido como los Búfalos. Esas amistades, me trajeron algún que otro problema luego de la independencia. Pero realmente estoy muy agradecido por lo que hicieron en aquellos años.

¿Y cómo fue que se te ocurrió lo de descornar rinocerontes?
En realidad, sabía que a los furtivos sólo les interesa el cuerno que es lo que comercializan, entonces quise ver que sucedía si los animales estaban descornados. Especialmente donde la solución militar, o policial no era efectiva, como en Damaraland por las grandes distancias a patrullar. El procedimiento era capturarlos, sedarlos con un dardo, cortarle el cuerno y curar la herida para que no haya hemorragia ni infección posterior. Al principio fuimos criticados por esto, pero la verdad es que encaramos un programa muy serio con la ayuda de un equipo de veterinarios, y luego hicimos el seguimiento para identificar modificaciones en el comportamiento de cada animal. Y confirmamos que no pasaba nada. Todos los rinocerontes hicieron su vida normal, y el cuerno, que en realidad es un tejido queratinoso, volvía a crecer a razón de 1 centímetro por año. Como resultado, no volvimos a tener incidentes de furtivismo con estas medidas.  

¿Y cuándo empeoró la situación?
Creo que en la última década. Hace cinco años que las bandas de furtivos se han profesionalizado mucho, utilizan recursos tecnológicos de comunicación y rastreo, sobornan personal de los parques, tiene mejor armamento y una red de distribución muy aceitada en países vecinos como Zimbabwe y Angola, que les permite escapar y llevar su cargamento hacia mercados asiáticos como Corea, China o Tailandia. Imaginate que en lo que va del 2015 ya se encontraron unos sesenta rinocerontes muertos sólo en Etosha.

¿Cuál fue tu experiencia en la lucha contra el tráfico de marfil?
Fuimos muy activos también. Como sabés las poblaciones de elefantes de Namibia se encuentran mayormente en el Caprivi, Bushmanland y Etosha. En aquellos lugares muchas veces recibimos también ayuda militar, especialmente durante la guerra. Además nos enfocamos a realizar un buen manejo de fauna, lo que no es fácil porque la única forma de re ubicar poblaciones es haciendo uso de los pozos de agua. No los podés subir a un helicóptero y menos taclearlos… De todas maneras, se hizo un muy buen trabajo, y hoy día se ve el resultado en la calidad de los trofeos y en la densidad demográfica de las poblaciones en estas regiones.

¿Llegaron a hacer raleos de elefantes en los parques nacionales?
Sólo una vez en Etosha. Luego de un censo poblacional, identificamos unos 2500 ejemplares, en un área que podía soportar sólo 2000 aproximadamente. Así que decidí realizar una operación de raleo de 300 elefantes. Llevamos la carne a las poblaciones de Ovamboland, vendimos una parte también y vendimos el marfil en el mercado japonés. Fue toda una experiencia te aseguro.

¿Que opinas de la prohibición del comercio de marfil?
No creo que esté funcionando bien. De hecho se ha incrementado considerablemente el contrabando en los últimos años. En mi opinión, lo mejor sería permitir el comercio y controlarlo muy bien. Cada país debería jugar un rol esencial en ese control. El problema es siempre el eslabón más delgado de la cadena, y ese eslabón es la corrupción de algunos gobiernos africanos.
Hoy en día existen grandes cantidades de marfil en stock, y me pregunto, ¿por qué hay quemarlo o arriesgarse a que lo roben?. Se podría vender en el mercado legal y con lo que se recauda, invertirl esos fondos en investigación y control de poblaciones.

¿Hay suficiente espacio en Namibia para los grandes mamíferos?
Sí, por ahora sí. En el continente la situación es distinta. El enorme incremento de la población humana en algunos países está afectando directamente el balance ecológico, en especial de los grandes mamíferos y de los felinos. La deforestación es otra causa que incide directamente en la pérdida de hábitat, especialmente en África central.
En mi época de director, mi objetivo era crear nuevos lugares para la fauna silvestre. La mayor parte de nuestros parques fueron creados bajo mi administración, excepto Etosha que data de principios de siglo y que fue una iniciativa de Alemania que era la potencia colonial en ese entonces. 

¿Cómo conseguías esas tierras?
Con mucho trabajo. Iba personalmente a negociar con los jefes de las tribus que habitaban cada una de las áreas. Era una tarea de días. Sentados bajo un árbol, con el cacique, hasta que llegábamos a un acuerdo. Una vez, se me ocurrió llevar a los jefes tribales a un mismo lugar y conferenciar con  ellos en conjunto. Fue un fracaso. Se dormían y no prestaban atención. Así que volví a sentarme con cada uno de los jefes de cada tribu debajo de un árbol hasta que llegábamos a un acuerdo. Así pude fundar los parques nacionales Mudumu y Mamili en la Franja del Caprivi, donde vos solés cazar. Logré la ampliación del parque Namib Naukluf y el Bernabé de la Bat Rest Camp, la creación del Popa Falls Nature Reserve, del Mahangu Game Reserve, del Kaudom National Park, y algunos más en Bushmanland y Damarland. Así también pude crear lo que se conoce como Conservancies, o áreas comunales en donde se permite la caza deportiva, y el recurso pertenece a las tribus del lugar. Ellos son los responsables también del cuidado de la fauna.

Esa es la clave, el trabajo en conjunto con los nativos…
Mirá, cuando me uní al directorado de Conservación, era un área que estaba en pañales, y sinceramente creo que fui muy afortunado de tener las posibilidades que tuve para alcanzar esos logros. Pero ya entonces me di cuenta que la única forma de lograr el apoyo de las comunidades tribales, era logrando que la gente reciba algo a cambio. Los nativos sólo protegen la fauna si sacan algún provecho. Lo que es perfectamente entendible por otra parte.

¿Y cómo te llevás con los cazadores?
Muy bien. Siempre creí que la caza deportiva es una excelente herramienta para la conservación si está bien regulada y propiamente controlada. La clave está en el control, y aquí en Namibia tenemos un muy buen sistema. Si bien yo no soy cazador, tengo grandes amigos en la comunidad de cacería y además tengo el honor de haber fundado en la década del 70, la Asociación de Cazadores Profesionales de África del Sudoeste, junto a mis amigos Volker Grellmann, Basie Maartens, que como sabes son legendarios PH, y a Stoffel Rocher, un gran conservacionista del servicio de Parques Nacionales. Nos reunimos los cuatro en el viejo hotel Kaiser Berg de Windhoek, y fundamos la Asociación, que luego dio nacimiento a la NAPHA actual.  

¿Por último, te preocupa el avance del movimiento anti caza en el mundo?
Sí y mucho, porque creo que seguirá en aumento. Me parece que la comunidad científica debería hacer algo al respecto para revertirlo. En mi opinión, este movimiento organizado juega con las emociones de las personas, obteniendo grandes ganancias. Esas organizaciones no se basan en hechos científicos, sino en la manipulación de las emociones del público no especializado. Y hacen mucho dinero debo decir. Es lamentable. 

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