martes, 16 de agosto de 2016

Nueva Zelandia - Un paraíso para el cazador


 

Por Eber Gómez Berrade

Nueva Zelandia es sin lugar a dudas, uno de los lugares más bellos del mundo. Aislada en medio del Pacífico sur, ofrece de todo para el turismo, desde infraestructura y escenarios imponentes, hasta habitantes amables y bien dispuestos con el visitante extranjero. Las islas que la componen prácticamente no cuentan con animales autóctonos, a excepción de aves. Sin embargo desde mediados del siglo XIX se han venido implementando políticas de introducción y manejo de fauna con un éxito considerable, y hoy dispone de un variado menú de opciones cinegéticas que han convertido a estas tierras australes, en un destino ineludible para el cazador internacional.

Otro nuevo mundo
Nueva Zelandia pertenece al continente de Oceanía, al igual que Australia, otro característico destino de caza mayor. Está compuesta por un archipiélago con dos islas mayores, la Norte y la Sur, y numerosas islas más pequeñas, como la Stewart y la Chatham, y algunas que son, a su vez, estados autónomos, como las Cook y Niue. Estas islas fueron visitadas por primera vez por Juan Fernández, un navegante español en 1576. Luego por el explorador holandés Abel Tasman en 1642, quien le dio el nombre actual, y posteriormente por el Capitán inglés James Cook en 1769, quien exploró toda la costa y despertó el interés de la corona británica por su posesión. Pero no fue hasta el año 1840 - cuando se celebró un tratado con los nativos maoríes-, que las islas pasaron a ser una colonia más del Imperio británico. Dominio que ese extiende hasta hoy, ya no como colonia, sino como país independiente miembro de la comunidad de naciones (Commonwealth), manteniendo a Isabel II, como la reina de Nueva Zelandia.
Desde el punto de vista político, constituye un caso ejemplar a escala mundial. Sus ciudades cuentan con una excelente calidad de vida, posee altos niveles de educación, desarrollo humano y respeto a los derechos civiles, y a la vez ostenta unas casi inexistentes tasas de desempleo y de corrupción.  
La población, mayoritariamente de origen europeo y con una minoría maorí, convive armónicamente y ha heredado como parte de la cultura británica, el gusto por el deporte. Se destacan claramente en el rugby, el cricket, el montañismo y naturalmente la caza deportiva. Fue esa misma inmigración europea la que comenzó a introducir fauna exótica a fines del siglo XIX, ya que por el aislamiento geográfico del archipiélago, la única fauna nativa estaba compuesta mayoritariamente por aves.
Por aquellos años, los neozelandeses crearon las llamadas “Sociedades de aclimatación”, encargadas de la importación de fauna para consumo y recreación. Algo que aún perdura, pero que hoy se denomina Departamento de Conservación.
Por otra parte, el país tiene un sistema mixto de cacería en propiedades privadas y estatales como los Parques Nacionales. El cazador puede encontrar propiedades cercadas (farms) o extensiones libres (free range).
La caza mayor es muy popular, tanto para los extranjeros como para los locales. De hecho el país cuenta con uno de los niveles más altos en posesión de armas de fuego por parte de civiles.

El reinado del Ciervo Colorado
Una de las primeras especies que introdujeron en Nueva Zelandia fue el Ciervo Colorado, proveniente de Escocia e Inglaterra. La primera vez fue en al año 1851, cuando Lord Petre, un terrateniente inglés llevó a la isla Sur, un macho y una hembra, proveniente de su campo en Essex, Inglaterra. La experiencia no tuvo éxito, ya que la hembra fue matada antes de procrear. Diez años después, volvió a intentarlo, con un macho y dos hembras. Y ahí sí, la cosa funcionó. Las crías se multiplicaron y se convirtieron en los primeros colorados de la isla Sur. Años más tarde, el Windsor Great Park, propiedad de la corona británica, obsequió a Sir Frederick Weld, una pareja de ciervos que fueron liberados cerca e Wellington, en la isla Norte. El parque continuaría con la introducción de ejemplares hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914.
La adaptación de esta especie a diferentes medio ambientes es formidable. Los argentinos lo sabemos muy bien. Pero en Nueva Zelandia, el crecimiento de las poblaciones fue explosivo. Algunos datos a manera de ilustración: desde 1851 hasta 1926 se introdujeron más de 800 ciervos; en 1927 el Estado pagó por primera vez a cazadores para cazar de ciervos que ingresaban en propiedades del Servicio Forestal; y en 1931 el gobierno comenzó con operaciones de control y raleo. Entre 1931 y 1975, se mataron más de un millón de ciervos en estas operaciones. Aún hoy, se llevan adelante raleos que complementan las acciones de cría intensiva y manejo genético para el mejoramiento poblacional. 
En este sentido, los orígenes de los característicos ciervos neozelandeses, hay que buscarlo en las islas británicas. De hecho, la mayor parte de los planteles introducidos fueron originarios de Invermark, en Escocia, y de Warnham, de la abadía de Woburn y del Windsor Great park en Inglaterra.

Política de introducción de especies
Si bien el Colorado ha ganado notoriedad por su adaptación al medio, y por la implementación de mejoramiento genético que ha caracterizado a Nueva Zelandia en las últimas décadas, otras muchas especies fueron llevadas a las islas con singular éxito también.
El Ciervo Sambar, por ejemplo, fue introducido en 1875, proveniente de ejemplares llevados de Sri Lanka e India. También hacia fines del siglo XIX, fue introducido el Ciervo Rusa, proveniente de Timor Oriental, Java y Bali, donde encontró su lugar en el mundo en la región de Te Urewera y a orillas del río Whakatane en pleno territorio maorí. Ya durante el siglo XX le siguieron el Tahr, que se introdujo en 1904 en las montañas denominadas Alpes del Sur, ubicadas en la isla Sur del país, desde su Himalaya natal. Aquellos primeros ejemplares fueron un obsequio al gobierno neozelandés, de Herbrand Russell, Duque de Bedford.
De Inglaterra también llegaron los Ciervos Dama y Jabalíes, primero en 1860 y luego en una segunda tanda en 1910. Los Elk o Wapitis, llegaron en 1905 a la zona de Fiordland, en la isla Sur, provenientes de América del Norte.  Ese mismo año, desembarcaron los Ciervos Sika, originarios de Japón, pero criados en el Parque de la Abadía de Woburn, en Inglaterra. Estos ciervos se adaptaron tan bien, que hoy ocupan el segundo puesto en mayor distribución territorial, luego de los Colorados.

En 1907 arribaron las gamuzas o chamois, regalo del Emperador austríaco Francisco José. Esta característica especie pasó de los Alpes europeos, a los Alpes neozelandeses, adaptándose perfectamente bien. No con tanto éxito, se liberaron unos diez Alces en la región de Fiordland hacia 1910, la mayoría murieron, sin embargo aún pueden verse algunos ejemplares de no muy buena calidad.
Un historia singular es la de la llegada de los carneros Arapawa, una raza descendiente de las ovejas Merino, a Nueva Zelandia. Los Arapawas, no fueron introducidos con fines cinegéticos, sino que fueron liberados alrededor de 1773, por productores laneros en la isla de Arapawa, al sur del archipiélago neozelandés, con el fin de proveer de alimento a las tripulaciones de balleneros y cazadores de focas que llegaban a esas costas.

Menú de cacería neozelandesa
Si bien el Ciervo Colorado es la joya en la corona de la cacería en Nueva Zelandia, en mi opinión, la mayor atracción que despierta este destino radica en las especies exóticas, por lo menos desde el punto de vista de un deportista argentino. Especies que -por otra parte- sólo pueden encontrarse allí, o donde son más accesibles y económicas de cazar.
Es cierto que cuando se menciona Nueva Zelandia, lo primero que viene a la mente es la imagen de un monstruoso colorado, probablemente desarrollado genéticamente, con puntajes ridículamente altos (de 600 puntos SCI o más) al igual que sus costos. 
Sin embargo, aquel que esté en busca de esta clase de trofeos, también podrá encontrarlos en nuestro país, que cuenta con cotos y criaderos de primer nivel, y que disponen de planteles con genética neozelandesa que nada tienen que envidiarles a sus parientes de Oceanía. Así que para qué irse tan lejos, a buscar algo que podemos conseguir acá cerca. Obviamente Nueva Zelandia también dispone de una oferta de Colorados de buena calidad, pero sin exageraciones, “free range” y acomodados a bolsillos más exiguos. De todas maneras, la observación también es válida en este punto. A lo sumo, recomiendo al cazador de Colorados empedernido, que no desaproveche la oportunidad de buscar esas otras especies exóticas para complementar su cacería, que a mi entender es lo mejor que ofrece este archipiélago oceánico.

Tahr del Himalaya
Como es fácil de imaginar, la cacería del Tahr ofrece un gran desafío para el cazador amante de la montaña, con uno de los trofeos más preciados. Si bien machos y hembras tienen cuernos, los de los machos son más grandes y pesados como ocurre generalmente, alcanzando las 11 a 13 pulgadas de longitud, y un peso promedio de 150 kilos. Si bien técnicamente el trofeo lo constituyen los cuernos, su piel con el largo pelaje blanco es tan apreciado como su cornamenta. El único detalle negativo que puedo mencionar es el olor, que no es más que un gaje del oficio, y menor por cierto, en comparación con las satisfacciones que ofrece la caza de esta especie en medio de los imponentes picos nevados de los Alpes neozelandeses. La mejor época de caza se extiende de Mayo a Julio, cuando su pelaje está en todo su esplendor. 

Gamuza
La Gamuza o Chamois es la otra gran alternativa alpina que ofrece Nueva Zelandia, y al ser también una cacería de montaña, demanda una mayor exigencia. Sin dudas es un gran complemento para los que vayan a buscar Tahr, ya que también su hábitat se encuentra en los Alpes de la isla Sur, y si bien pueden ser cazadas todo el año, su pelaje está en su mejor momento en los meses de Abril a Mayo. 


Ciervo Sika
En un artículo que publiqué en la edición 207 de VIDA SALVAJE de Junio del año pasado, describí la cacería de lo que denominé “Los otros ciervos”. Allí varios de esas especies se encuentran en Nueva Zelandia, como es el caso del Ciervo Sika, el Rusa, el Sambar, el Cola Blanca y el Elk. El Sika es asiático, originario de Siberia, Manchuria, China, Corea, Japón y  Taiwán, y es el mejor ejemplo de una especie exótica que puede ser cazada en un destino “popular” y a un costo económico. Los machos alcanzan el metro y medio de altura en promedio, pesan alrededor de 80 kilos y desarrollan una cornamenta de ocho puntas, que en algunos casos puede llegar a doce. Se los encuentra en el centro de la isla Norte, y en as montañas Kaweka y Kaimana al el este de esa isla. Su brama es en Abril. 

Ciervo Dama
No hay mucho que explicar de este cérvido europeo, ya que es una de las especies que mejor se han adaptado en las pampas argentinas. Sin embargo, debo aclarar que la calidad de los trofeos neozelandeses, es en promedio considerablemente mejor que los que tenemos aquí. Si alguien busca un dama paletudo, este es el lugar, sin dudas. Su cacería se extiende de Marzo a Septiembre, y su brama es en Abril y principios de Mayo. Es común encontrar allá también, animales con pelajes de diferentes coloraciones, marrón claro, blanco, moteado, marrón oscuro, etc. Se los puede encontrar en ambas islas por igual. 

Ciervo Sambar
El Sambar es otro cérvido proveniente de Asia, más precisamente de India, Bangladesh, Sri Lanka, Malasia, Indonesia y las Filipinas. Es un típico ciervo de seis puntas, similar al Axis (también asiático). Los machos alcanzan una altura que va de medio metro a un metro medio, con un peso promedio de 150 kilos, lo que lo ubica detrás del Elk y del Colorado en términos de tamaño. La coloración de su piel es marrón con una mancha blanca en el cogote, característica de su especie, teniendo algunos pelajes blancos en el vientre, en las patas y cerca de la cola. La mejor época de cacería va desde Mayo a Julio, y se los encuentra en la isla Norte.

Ciervo Rusa
El Rusa es muy similar al Sambar, de hecho es una sub especie técnicamente hablando.  Provienen originalmente de las islas de Timor Oriental, Java y Bali, y se ha adaptado perfectamente en la isla Norte donde están los mejores trofeos. Tiene hábitos bastante similares al ciervo Axis, se mueve en planicie por su refinado sentido de alertas ante predadores, es muy elusivo y difícil de recechar. Su pelaje es una mezcla entre marrón y gris, su estatura ronda el metro y su peso difícilmente sobrepasa los 130 kilos. La época de su cacería se extiende de Abril hasta Agosto.

Ciervo Cola Blanca
El ciervo emblemático de América del Norte, puede ser cazado en Nueva Zelandia también, donde se halla la única población de las subespecies boreales en el hemisferio austral, aunque son más pequeños que sus parientes americanos, en términos de medida corporal y cornamentas. Se lo puede cazar todo el año y se los encuentra al sur de la isla Sur, en el Lago Wakatipu, y en la isla Stewart en donde hay grandes manadas en campo abierto.

Elk o Wapiti
Nueva Zelandia es uno de los mejores lugares para la caza del Elk, al igual que América del Norte y Europa boreal. Se han detectado algunos ejemplares mezclados con Colorados en la región de Fiordland, al suroeste de la isla Sur donde conviven ambas especies, por lo que la Fiordland Wapitii Foundation, está llevando a cabo actualmente, operaciones de raleo de colorados, para separar ambas especies con muy buenos resultados, que muestran un mayor grado de pureza genética. Los Elks pueden ser cazados desde mediados de Febrero hasta Septiembre, siendo su brama en Marzo y Abril. Los que se decidan por este destino para cazarlos, pueden esperar encontrar cornamentas de hasta 400 puntos SCI en varias regiones free range.

Arapawa
Los carneros Arapawa suelen mezclarse con chivos salvajes por lo que muchas veces son difíciles de detectar. Con cuernos espiralados que pueden sobrepasar el metro de longitud, y pelaje marrón ofrecen un atractivo desafío al cazador, que sin someterse a los rigores de la alta montaña como en el caso del Tahr y de la Gamuza, podrá acceder a un trofeo único, exótico y característico de las islas de Oceanía.

Ultimas consideraciones
Hay más especies en el menú cinegético neozelandés que podemos llamar complementarias. Me estoy refiriendo a otras clases de carneros y a jabalíes. Las especies de ovejas cazables son las variedades de Guadalupe, Blanca, Fancesa, de las Hébridas, Booroola y Merino de Bengala. Los jabalíes, son los del tipo europeo, “sus scrofa”, idénticos a los que recorren nuestras aguadas pampeanas. Estas especies pueden ser cazadas como complemento de algún paquete o si se da la oportunidad se ponen a tiro, pero difícilmente ameriten un viaje específico para obtenerlas.
Si luego de leer estas líneas, está casi decidido a encarar una expedición al archipiélago, le sugiero que vaya pensando en un rifle bueno, pero con una mira excelente. Muchas de estas especies habitan en la montaña y dan tiros muy largos. Por ello los calibres sugeridos deberían rondar la gama de los 7mm Rem Mg, .300WinMg, o .338 Win. Mg, que desarrollan una potencia adecuada y un coeficiente balístico insuperable a largas distancias. Munición blanda de la mejor calidad que pueda encontrar, y un mínimo entrenamiento aeróbico que le permita disfrutar caminatas en desnivel sin mayores esfuerzos.