Por
Eber Gómez Berrade
Es
el mayor mamífero terrestre sobre la faz de la Tierra, el más grande de las
especies de caza peligrosa de África, y el más peligroso entre los peligrosos.
Una criatura majestuosa y atemporal, cuya cacería es sin dudas la más excitante
aventura a la que pueda enfrentarse un cazador.
Para
algunos de nosotros la caza del elefante estuvo presente desde las tempranas
lecturas de Rider Haggard, que luego dieron paso a los hipnóticos relatos de John
Hunter, “Karamojo” Bell y “Pondoro” Taylor. Así fue como los exóticos nombres de
Enclave de Lado, Congo Belga, o río Tana, se convirtieron en mágicos para los
que soñamos alguna vez con toparnos con Ahmed, el famoso gigante del Monte
Marsabit, que tuvo el honor de tener guardaespaldas asignados por el gobierno
de Kenia, para custodiar sus 148 libras de marfil. Lo cierto es que hoy sigue
siendo posible hacer realidad el sueño de enfrentarse a uno de los mayores
desafíos que ofrece la caza mayor.
Un grande entre los grandes
Se
lo conoce como Tembo, Ndlovu, Nsok y muchos nombres más en lenguas nativas. La
ciencia occidental lo denomina Loxodonta
africana, y es casi un monstruo prehistórico que ha sobrevivido en tierras
africanas los últimos 50 millones de años, extendiéndose originalmente por todo
el continente, desde el sur del Sahara hasta el Cabo de Buena Esperanza.
Existe
otra especie de elefante, la que hasta hace algunos años era considerada una subespecie
del “africana”, y es el Loxodonta
cyclotis o elefante de foresta. Esta especie, podría llegar a tener una
subespecie, el Loxodonta cyclotis pumilio,
que es el elefante de foresta pigmeo, pero aún la comunidad científica presenta
discrepancias para aceptar esta categoría taxonómica.
El
elefante africano puede alcanzar los 3 metros de altura y llegar a pesar unos
6.000 kilos en los machos adultos. Suelen alcanzar los 60 años de edad. Pueden
subsistir casi en cualquier hábitat tales como pantanos, planicies, montes y
selvas con la condición que dispongan de agua y alimento suficiente, que no es
poco. Un elefante consume entre el 4 y 6% de su peso corporal por día, lo que
le insume unas 16 horas diarias. Esta característica hace que la especie sea
una de las que mayor impacto ecológico ocasiona al medio ambiente, luego de la
especie humana, claro.
Los
elefantes se reúnen en manadas matriarcales y clanes. Los machos adultos comienzan
a moverse solos por separado hasta le etapa de reproducción, y poseen un comportamiento
complejo en términos etológicos.
Los
colmillos de marfil han sido históricamente un ícono de los trofeos de caza, y
hoy en día los gobiernos definen cuál es el mínimo para que un colmillo sea
considerado trofeo y pueda ser exportado. El récord inscripto en el libro de
Rowland Ward es el de un ejemplar obtenido en el Monte Kilimanjaro, en el África
del Este, por una expedición del Museo Británico en 1898, que alcanzó las 226
libras en un colmillo y 214 en el otro. Lamentablemente una magnitud impensable
para los estándares actuales.
Sin
dudas Botswana es aún uno de los mejores lugares de África en cantidad de
elefantes y peso de colmillos. Se estima que allí habitan unos 130.000
ejemplares de acuerdo al último censo realizado. Otro dato interesante es la
alta tasa de densidad poblacional, ya que el sur de Botswana está atravesado
por el desierto del Kalahari, las manadas se concentran en el norte del país,
más precisamente en deltas y pantanos de los ríos Okavango y Chobe. Allí las
defensas de los paquidermos tienen la característica de ser gruesas, pesadas y
un poco cortas. Por lo tanto, como el trofeo se mide por peso, es donde se
encuentran las mejores oportunidades. Lamentablemente el gobierno de este país
decidió prohibir la cacería deportiva a partir de este año. Sin embargo, y de
acuerdo a las conclusiones de la Elephant Summit, llevada a cabo en el mes de
Diciembre pasado en la ciudad de Gaborone, capital de Botswana, las autoridades
reconocieron la importancia del uso sustentable de la fauna silvestre, es decir
de la caza deportiva como herramienta de manejo y conservación, y afirmaron que
de ser necesario podrían re-abrir la cacería en un futuro próximo. Ojalá sea
más pronto que tarde, evitando el consecuente daño ambiental y la inevitable
disminución de las poblaciones de proboscídeos.
Otro
país que ofrece muy buenas chances para la caza del elefante es Namibia.
Especialmente en la Franja del Caprivi y en Bushmanland. El Caprivi es un
ambiente fronterizo a los deltas de los ríos de Botswana, donde el cazador
puede esperar encontrarse con grandes manadas con colmillos que alcancen las 50
libras. Bushmanland en cambio, es un inmenso territorio árido con agua
disponible solo en aguadas a donde acuden las manadas. Los colmillos en esa
área suelen ser mucho más grandes que los del Caprivi. De hecho de allí salió
el récord de ese país que excedió la mítica cifra de las 100 libras.
Namibia
además ofrece una alternativa al cazador de trofeos que es la posibilidad de obtener
especies selectivas. El gobierno de ese país implementa programas de regulación
para ofrecer carne a las aldeas que se encuentran en las zonas de caza. De esa
manera, el cazador deportivo consigue un permiso especial para cazar un animal
que no alcance las características para ser considerado un trofeo para
exportación, con la condición de no llevarse nada del animal abatido. La
ventaja para el cazador es que el costo es mucho menor a la cacería de un
trofeo, y la experiencia de enfrentarse con el más grande de los cinco grandes
es idéntica. Las ventajas para los nativos, salta a la vista: toneladas de
carne fresca que proveerán de proteínas a familias enteras.
Mozambique
es otro lugar excepcional para la cacería de elefante, especialmente en áreas
como la que rodea el lago Cabora Bassa y la Reserva Niassa, sobre el río Ruvuma
en la frontera con Tanzania. Allí el cazador podrá esperar encontrar marfiles
de 60 a 90 libras en lugares completamente inhóspitos.
Un
poco más al norte, Tanzania ofrece excelentes oportunidades de cacería. Las
mejores áreas en este país son la Reserva Selous, Kilombero, Lunda e Inyonga. Sus
ejemplares son los característicos del África oriental, es decir que tienen
colmillos más livianos que los del sur, pero más largos.
Zambia
no es un destino típico de elefantes. El país ha sufrido una grave crisis de
furtivismo desde que obtuvo su independencia allá por la década del 60. Hoy en
día es difícil encontrar algo que supere las 50 libras y el gobierno otorga
pocas licencias de caza.
Para
aquellos que estén interesados en los elefantes de foresta, el lugar hoy en día
es Camerún. Si bien, los colmillos de la loxodonta
cyclotis son considerablemente inferiores a su par de planicie, el desafío
de cazar en plena selva, en época de lluvia, junto a pigmeos y con una
visibilidad mínima que aumenta exponencialmente el riesgo ante una carga, es
único y uno de los más excitantes que ofrece el continente negro.
En
cuanto a Sudáfrica, este país cuenta con una gran población de elefantes en sus
parques nacionales como el Kruger National Park y el Addo Elephant National
Park con marfiles que raramente superan las 50 libras. El problema es que en
los parques nacionales está prohibida la cacería y por lo tanto ésta se debe
llevar a cabo en propiedades privadas. Por esta razón es difícil incluir a este
país como destino de cacería de paquidermos. Sinceramente no veo la gracia a
cazar un elefante en un coto de caza, cuando África ofrece la posibilidad de
recorrer interminables extensiones de territorios y adentrarse en medio de
grandes manadas para lograr el trofeo deseado. El otro país que lamentablemente
sigue quedando fuera del menú de cacería es Zimbabwe, debido al flagelo del
furtivismo y a la situación política, social y de seguridad provocada desde
hace décadas por la dictadura de Robert Mugabe que ha hecho de este otrora
maravilloso país, una fuente de saqueo y depredación.
La caza furtiva se ha convertido en una pandemia difícil de
desterrar en África. Desde hace casi dos siglos, árabes y europeos se
adentraron en las profundidades del continente negro en busca de las grandes
manadas para satisfacer su codicia de oro blanco. Esta situación pareció
cambiar cuando los grandes imperios europeos, particularmente el británico,
conscientes del daño que provocaban a la fauna, crearon los inmensos parques
nacionales que aún hoy permanecen en África. Sin embargo, a pesar del manejo de
la fauna, la prohibición de la comercialización del marfil y la creación del
CITES, el furtivismo continúa. Ahora sumado al tráfico ilegal del marfil, se le
agrega el de carne provocando la muerte de un elefante cada 15 minutos según
aseguran expertos en conservación. Sólo en 2012 se mataron 36.000 elefantes. La prohibición de vender marfil parece
no afectar el incremento en la demanda por parte de chinos y otros pueblos
asiáticos.
Sumado a esto, en 2014 entró
en vigencia la prohibición de cazar en Botswana, que de mantenerse en el
tiempo, causará gravísimos daños a los ecosistemas fluviales en su territorio,
provocando como consecuencia una disminución en las poblaciones por falta de
alimento. El gran problema hoy día, además del furtivismo, es el confinamiento de las
grandes manadas a parques nacionales. Como pasó en las áreas cercanas a las cataratas
de Murchison y en el parque Tsavo en el este africano, donde los bosques se
transformaron en pampas. Naturalmente esta disminución de alimento, provocó una
importante merma en la población de
elefantes y de rinocerontes negros. La destrucción de árboles y bosques es
normal en la ecología de estos paquidermos, lo que no es normal es que una vez
devastada el área, ya no pueden migrar o salirse de la reserva por estar casi
siempre rodeada de asentamientos humanos cada vez más grandes. La amenaza que
pone en riesgo al elefante es el desmedido crecimiento demográfico de las
poblaciones humanas, que impactan negativamente cada vez más en el medio
ambiente general del continente.
La cacería
La
cacería del elefante conjuga diversas variables que según mi criterio la
convierten en el mayor desafío que ofrece el continente negro. Como vimos esta
especie se ha adaptado a una gran variedad de terrenos, por lo que el cazador
deberá estar preparado para moverse en pantanos, montes cerrados, forestas,
bosques, etc. Además, las manadas están casi siempre en movimiento mientras se
alimentan, por lo que quien quiera abatir un trofeo deberá caminar las mismas
distancias. Desde el punto de vista físico, es muy demandante y requiere del
cazador una gran presencia de espíritu. Se caza con los pies dice el refrán, y
es exactamente así. La partida comenzará buscando huellas cerca de aguadas,
caminos, o pasos hasta encontrar rastros de un macho grande al que poder
seguir. Esto claro, no garantiza que ese macho tenga colmillos o que sus
defensas sean trofeo. Esta persecución a ciegas puede durar días enteros, por
eso se requiere en muchos países un mínimo de 12 a 15 días para este safari. El
avistaje desde árboles altos o colinas también funciona, pero nada ahorrará la
aproximación directa a la manada para asegurarse de que allí está el ejemplar
que uno busca. Si no está, a comenzar todo de nuevo con el mayor estoicismo.
Ahora, una vez que se identifica el trofeo esperado, así esté solo en medio de
un grupo, la parte más excitante del lance comienza.
La
aproximación es fundamental en la cacería de estos paquidermos ya que la
distancia de disparo suele ser muy corta. Utilizar el viento es importantísimo
y moverse con sigilo es fundamental. Hay que estar muy atento a los remolinos y
cambios sutiles de dirección de la brisa, ya que a la más mínima alarma, el
animal huirá o atacará rápidamente. La tarea del profesional será la de evaluar
el trofeo, lo que es muy difícil porque el peso de algo es muy complejo,
teniendo en cuenta además que sólo una parte del colmillo es la que se ve fuera
del labio, y que además posee una cavidad interna donde se aloja el nervio que
no cuenta en el peso final. Todo esto debe ser evaluado y supuesto por el
profesional en pocos minutos, mientras se cuida la seguridad de los miembros de
la partida y se analiza las posibilidades de recibir una carga directa. Si hay
alguna de las especies que tiene bien ganada la fama de peligrosa, sin dudas es
esta.
Peligrosidad
En
mi opinión el elefante es el más peligroso de las especies peligrosas de
África. Claro que esta es una opinión personal, y que también ha generado un debate
clásico entre los que se inclinan por el búfalo, el leopardo, o cualquiera del
resto de esa categoría como los número uno del ranking. Sin embargo, las
estadísticas han mostrado que casi no hay chances de sobrevivir si uno es
alcanzado por un elefante. Cosa que sí ha sucedido con búfalos, leones,
leopardos y rinocerontes. Su peligrosidad radica en varios aspectos. En primer
lugar la velocidad de carga que llega a alcanzar marcas de 40 km por hora. En situación
de ataque, el cazador se enfrentará a una locomotora gigante que recorrerá 20
metros en 2 segundos. Lanzado a una carrera hacia el cazador, podrá hacerlo en
forma silenciosa o barritando fuertemente con una actitud francamente
intimidatoria. Sumado a esto, su fuerza y su inteligencia complementan un
cuadro temible para quien ose traspasar su zona de seguridad.
Las armas
Con
respecto a las miras, soy un ferviente defensor del alza y guión en detrimento
de las telescópicas, por lo menos para las situaciones de tiro que suelen darse
con los proboscídeos. La mira telescópica aunque sea de bajos aumentos, dificulta
la visualización completa de un animal tan grande a corta distancia, y puede además
provocar una peligrosa visión de túnel. En esa situación sólo la visión periférica
permitirá advertir una eventual carga silenciosa de otro animal que se acerque
por un flanco. Tirar con precisión, recargando rápido y apuntando con miras
abiertas requiere mucho entrenamiento, pero asegurará el éxito de un lance
memorable.
Las municiones
No
hay mucho que analizar en la elección de la munición. En todos los casos debe
usarse punta sólida, su gruesa la piel, grandes huesos y su tamaño corporal hace que el proyectil deba
penetrar una gruesa capa de tejidos antes de impactar en el órgano vital. Si
hablamos del famoso tiro al cerebro, la punta deberá atravesar huesos y
cartílagos esponjosos para llegar a una pequeña masa cerebral ubicada en el centro
del cráneo. Si en cambio, el disparo se realiza desde la parte posterior, como
el famoso “Texas heart shot”, el proyectil al ingresar por la base de la cola,
deberá penetrar casi todo el cuerpo del elefante para interesar corazón y
pulmones. En cualquier caso, la punta sólida es la única opción. En cuanto a
tipo y marcas, podemos abrir una divertida discusión sobre alternativas
existente en el mercado internacional y analizar entre Woodleigh, Kynoch,
Norma, RWS, etc., pero lo cierto es que difícilmente contemos con esas opciones
en nuestro mercado local. Lo mejor entonces es adquirir la munición de mayor
calidad disponible al momento de comprar. Como comentario personal, me inclino
por las Norma African PH que me han dado un excelente resultado, pero
lamentablemente no se consiguen en el país.
Los calibres
Este
es el único caso donde el legendario 375 H&H Magnum se queda un poco corto en
una situación de caza peligrosa. En realidad, en muchos países de África es el
mínimo calibre legal permitido. Los tiempos de Karamojo Bell, tirando con su
275 Rigby quedaron definitivamente en el pasado. Dicho esto, un 375 H&H en
manos expertas puede cumplir perfectamente su cometido, como me lo demostró el
año pasado Diego Lindow, un amigo y cliente que abatió un elefante en el
Caprivi con su rifle doble de miras abiertas, y un único y certero tiro de
cerebro, usando ese calibre con puntas de 350 grains. Lo cierto es que de ahí
para arriba, los mejores calibres para el cazador deportivo son los .40 como el
legendario 416 Rigby, el 416 Remington Mag., el 404 Jeffery, el 458 Lott, o el
470 NE por nombrar algunos de los más populares. Cualquiera de estos disparará
puntas que van de 400 a 500 grains, logrando excelente coeficiente balístico y
penetración terminal.
Un
escalón arriba, están los grandes “stoppers”, como el 500 Jeffery, el 505 Gibs
o el 577 NE, con puntas que arrancan en los 540 grains hasta los 750 grains en
el caso del 577 NE. En general, estos rifles son utilizados para la caza de
elefantes de foresta, precisamente por su capacidad de detener una carga a muy
corta distancia, o para back up por los cazadores profesionales que se dedican
mayormente a safaris de elefantes. No son recomendable para quien vaya a cazar
elefante una o dos veces en su vida, ya que son casi una especialidad de poca
utilidad en otras situaciones, y pueden propiciar en el tirador el desagradable
“flinching” o miedo al retroceso, complicando la precisión de los
disparos.
El tiro
Las
situaciones de tiro suelen ser de muy corta distancia. Por esa razón, el
cazador deberá hacerlo de pie y a mano alzada. Muchos profesionales optan por
el uso del característico trípode al momento de efectuar el primer disparo para
tener más certeza en ubicación del proyectil. No está mal, sin embargo, muchas
veces al momento de un segundo disparo el trípode puede molestar, o más aún requerir
de un asistente para quitarlo de en medio, lo que agrega riesgo y probablemente
distracción al tirador. Por esa razón, soy partidario de suplantar el trípode
por horas de entrenamiento de disparos a brazo alzado con la misma arma. Una
vez efectuado el primer disparo, el cazador deberá recargar inmediatamente si
tiene un rifle de cerrojo o estar listo para un segundo disparo de su doble
express. En caso de carga, ese segundo disparo será vital, al igual que los
tiros de back up que haga el profesional para detener la carga antes de que sea
demasiado tarde.
Los consejos del último cazador de marfil
Si
hay una persona en la actualidad con experiencia en la cacería de elefantes, es
Tony Sánchez Ariño, quien ha pasado toda su vida cazando elefantes primero por
marfil y luego como guía profesional en casi todos los países del continente.
Siempre recuerdo que en cierta oportunidad estando con mi amigo Carlos Coto en
los Estados Unidos, compartimos una exquisita charla con Tony, quien es dueño
de un gran savoir faire y un sentido
del humor casi sajón. Esa vez contó divertido sobre la lapidaria respuesta que
suele dar a los cazadores entusiastas que le preguntan sobre el mejor calibre
para elefantes: “el mejor calibre?, la bala en su sitio, sin dudas”, responde siempre
de manera inexorable. La ubicación del disparo en el área vital, cualquiera sea
el animal a cazar, es siempre de suma importancia, pero tratándose de los
mamíferos más grandes y peligrosos del mundo, se convierte en un asunto de vida
o muerte. En este sentido, Tony también es autor de un decálogo abreviado sobre
las reglas básicas para la caza del elefante. Aquí van a modo de epílogo.
1.-“No
olvidar que es siempre el primer disparo el que cuenta, los demás solo sirven
para corregir errores”.
2.-“Ante
la duda de poder impactar correctamente el disparo, abstenerse de hacerlo”.
3.-“Nunca
tirar a ver qué pasa, estos riesgos suelen terminar en un desastre total”.
4.-“Utilizar
el calibre y la munición correcta en cada ocasión, teniendo presente que lo que
manda en la caza es el terreno donde ésta se realiza”.
5.-“Emplear
armas de la máxima garantía, las mejores que nuestra economía nos permita
adquirir, pero sin olvidar que la habilidad del que la maneja es tan importante
como la calidad de éstas, procurando tener siempre la máxima soltura con ellas”.
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