domingo, 30 de mayo de 2010

El Cazador Profesional en el siglo XXI



Por Eber Gómez Berrade

La sola mención de las palabras Cazador Profesional pareciera retrotraernos a aquellas viejas actividades tan características del siglo XIX como las de los exploradores o los buscadores de oro. Lo cierto es que esta profesión, que está más vigente que nunca en la industria del turismo cinegético en el mundo entero, se encamina a convertirse en un actor fundamental en la conservación de las especies y el medio ambiente en el siglo XXI.

Para ser exactos, la actividad del cazador profesional tuvo sus inicios en el África Oriental a principios del siglo XX. En realidad, fue una derivación de la actividad de cazadores que originalmente exploraban el continente negro tratando de completar los agujeros en los mapas conocidos como “terra incógnita”. Casi inmediatamente después de la exploración comenzaron a llegar los cazadores investigadores, recolectando y clasificando especímenes de la interminable fauna africana. Luego los cazadores de marfil recorrieron interminablemente las selvas y sabanas en busca del preciado oro blanco. Y más tarde algunos decidieron dedicarse a guiar deportistas en sus safaris de caza mayor.

La era del Cazador Blanco
En aquella época, estos guías de caza eran conocidos como Cazadores Blancos, por su condición de europeos, mayormente ingleses. Con el correr de los años, y con la ayuda de la literatura primero y el cine después, se convirtieron en protagonistas de tramas y guiones con los que desvelaron la imaginación de numerosas generaciones de aficionados a la caza.
Según cuenta Donald Kerr en su libro “African adventure”, el primer cazador blanco, llevaba paradójicamente el apellido Black. Alan Black para ser más preciso, fue uno de los grandes cazadores de su época por lo que fue contratado hacia fines del siglo XIX para guiar una expedición de caza deportiva en Somalia. Y comenzado el siglo XX se lanzó a operar comercialmente safaris de caza mayor deportiva de manera independiente en Nairobi.
A Black le siguieron muchos otros, que iba a convertirse con el tiempo en verdaderas leyendas africanas: Leslie Tarlton, Philip Percival, Sydney Downey y una larga lista de celebridades formaron parte de esa hermandad. De hecho, el mismo Donald Kerr y Syd Downey crearon una de las grandes y más prestigiosas compañías de safaris del África Oriental: Kerr & Downey Safaris.
Escritores, periodistas, magnates, príncipes, reyes y marajás disfrutaron aquellos días de caza libre en un paraíso plagado de animales y aventuras. Y siempre junto a ellos, la figura legendaria de su cazador blanco.
La literatura de aquella época da una idea de lo que se esperaba de aquellos personajes. Frank Hibben decía en su libro “Hunting in Africa” que el cazador blanco debía contar con condiciones de “hombre de negocios, caudillo, psicólogo, lingüista, héroe y un tipo agradable todo en uno”.
Por su parte, Donald Kerr aseguraba que “debía adaptarse a todas las circunstancias, ser diplomático, un poco psicólogo y un organizador de primera clase”. Era -según sus palabras-, la persona que debía quedarse bebiendo o jugando cartas con sus clientes hasta la madrugada y quien debía despertarlos al amanecer.
La idea que flotaba en la literatura de aquella época era que el cazador blanco era como el capitán de un barco, capaz de seguir los trofeos más esquivos, garantizar la seguridad del cliente a punta de su rifle express, arreglar los desperfectos mecánicos de los vehículos, llevar adelante la logística del campamento a la perfección, comunicarse con el personal nativo y entretener a la partida cada noche alrededor del fogón.
Lo cierto es que muchos de ellos sí tenían el perfil idealizado por los escritores. Algunos incluso provenían de familias aristocráticas o eran de la nobleza europea. El austríaco Fritz Schindelar, el Honorale Denis Finch-Hatton, el Barón Bror von Blixen Finecke, el profesor Ernst Alexander Zwilling, el brasileño Jorge Alves De Lima Filho, y algo más reciente el príncipe Alfi von Auersperg encarnaban el ideal cosmopolita y seductor que la función del líder del safari exigía.
Sin embargo, muchos otros, descendientes de granjeros o inmigrantes como John Hunter, Glen Cottar o Harry Selby por nombrar solo algunos que no contaban con tanta simpatía ni “savoir faire”, también se convirtieron en verdaderas leyendas de la caza deportiva.
En el extremo opuesto de los profesionales carismáticos siempre estuvo Eric Rundgren, quien -según se cuenta- allá por los años 50 recibió a un cliente suyo en el aeropuerto de Nairobi, quien allí mismo le mostró un par de binoculares Zeiss nuevos y carísimos que había comprado especialmente para ese safari. Rundgren tomó el aparato en sus manos, miró a través de ellos y sacando una navaja de su bolsillo talló sus iniciales en el largavista: ER. Al devolverlos al azorado cliente le dijo “supongo que podrá usarlos durante su safari, pero recuerde que son míos al término de la cacería”. Se dice también que al final de la cacería, el cliente estaba tan contento con los trofeos obtenidos que hubiera regalado todo lo que traía en su equipaje.
Más allá de la eficiencia del cazador profesional, un comportamiento semejante iba a ser inimaginable en los años que estaban por venir.

Cambio de paradigma
La década del 60 trajo al mundo aires de cambio y revoluciones. África no estuvo ajena a este fenómeno. Las grandes potencias comenzaron su etapa de descolonización empujados por sus maltrechas economías de pos guerra y por una fuerte presión del eje soviético que avanzaba sobre los países africanos a la misma velocidad con la que se replegaba la Europa colonial.
En esta década y la subsiguiente los safaris también sufrieron cambios. Los guías de caza dejaron de ser “blancos” para convertirse en “profesionales”, algunos países prohibieron la cacería y otros la permitieron beneficiándose con ese negocio, pero lo más destacable es que en esta época surge la industria de los safaris tal como la conocemos en la actualidad.
Es a partir de esos años donde los safaris se acortan, se abaratan y se hacen más accesibles a mucha más gente. Los gobiernos africanos comienzan a delimitar las zonas de cacería y a controlar férreamente las cuotas de caza para cada una de las especies.
A la vez se crean infinidad de compañías o outfitters en las naciones que sí permitían la cacería y en consecuencia se multiplican también los guías.
En los últimos treinta años de la mano del aumento considerable de la demanda por parte de clientes de todo el mundo, la actividad fue profesionalizándose a un ritmo continuo. Hoy casi todos los países africanos en donde se caza cuentan con una asociación nacional de cazadores profesionales que nuclea y registra a sus guías, colegiando la actividad y custodiando la integridad de sus miembros. Existen también otras asociaciones de carácter internacional como la APHA (African Professional Hunters Association) y la más amplia IPHA (International Professional Hunters Association). En todas ellas se exige el estricto cumplimiento a las normas y leyes que cada país establezca en materia de cacería, y a los códigos de ética que aseguren tanto el “fair chase” como una relación comercial transparente con el cliente.
Hoy ya no basta con ser diplomático, psicólogo y jugar a las cartas hasta la madrugada con los clientes. Para convertirse en cazador profesional el interesado debe someterse a rigurosos cursos y exámenes para obtener su licencia habilitante. Cada país tiene un sistema diferente. Algunos otorgan las licencias con carácter provincial y otros a nivel nacional. Unos implementan carreras de dos años que instruyen al candidato desde cero, otros evalúan en cursos conocimientos que deben ser adquiridos con anterioridad, y otros directamente toman examen.
Las materias que deben manejar con solvencia los candidatos a obtener la licencia abarcan un amplio espectro que va desde conocimientos de fauna y flora local, balística, ética deportiva, métodos de cacería, evaluación del trofeo en el terreno, sistemas de medición, cuereado, rastreo, primeros auxilios, mantenimiento de vehículos, administración de una empresa de safaris, marketing y relaciones con el cliente, entre otros tantos tópicos.

La nueva generación
Es verdad que también el perfil de los profesionales ha cambiado con respecto a sus antecesores. Hoy no es extraño -en especial en los destinos más populares de cacería- ver chicos jóvenes debidamente habilitados para la tarea pero con muy poco roce social, muchas veces granjeros que sólo guían en sus propias granjas y a los que les cuesta hablar otra cosa que no sea afrikaans.
También es cierto que una buena parte del éxito de un safari africano radica en la relación que el cliente entabla con su cazador profesional, y si bien ya nadie espera que lo guíe un aristócrata húngaro, por lo menos quisiera que fuese alguien que pueda convertir la expedición de caza en la experiencia memorable y fascinante que es.
Otro signo de los tiempos es la incorporación de cazadores profesionales de raza negra. Desde hace unos años, varios gobiernos africanos vienen fomentándolo y ya en diversos países es moneda corriente. Algunas asociaciones de profesionales como la NAPHA de Namibia y la PHASA de Sudáfrica, han implementado con bastante éxito programas de entrenamiento para incorporar a sus filas “individuos con desventajas previas” como se llama eufemísticamente a los pobladores negros. Tanzania y Zimbabwe son aún más activos en impulsar la participación de profesionales negros, complicando incluso la obtención de licencias por parte de candidatos blancos.
Si bien la gente de raza negra ha formado parte de la industria del safari desde el comienzo ya sea como rastreadores, cuereadores, personal de campamento, mecánicos o cocineros, la función de cazador profesional es parte de los aires que trae la nueva generación cada vez más alejada del arquetipo victoriano.
Un problema a mediano y largo plazo, es el creciente aumento de los índices de SIDA entre la población nativa. Una preocupación que tienen muchas de las empresas de safaris en la actualidad. En algunos países la tasa de mortalidad es tan alta que muchas veces los empleados de las empresas de safaris no llegan a completar el ciclo de entrenamiento y capacitación. La industria del turismo cinegético no es ajena al gran drama de África del presente.

El desafío del siglo XXI: Conservación y Ética
Como vimos la percepción del cazador profesional fue mutando según pasaron los años. Sin caer en odiosas generalizaciones, se ha pasado de un protagonismo indiscutible en la primera mitad del siglo XX, hasta el gris anonimato de algunos granjeros o empleados de empresa de safaris en la actualidad. Pero a mi entender, nunca como ahora, la función del cazador profesional ha sido tan relevante para el futuro de la cacería deportiva.
Ya alejado de todo vedetismo, el gran desafío que enfrenta la profesión es el de convertirse en un pilar fundamental en la conservación de las especies de fauna silvestre y en el custodio de la ética deportiva. Dos caras de una misma moneda.
Mucho se ha hablado sobre el rol que tiene la caza deportiva en la conservación. Hoy nadie sensato lo discute. Pero de qué hablamos cuando decimos caza deportiva?. Estamos hablando de un conjunto de actores que conforman la actividad: los clientes, los gobiernos, las empresas de safaris y los cazadores profesionales.
En el mundo de hoy asistimos a un extraño y triste fenómeno que es el de ver a la caza deportiva convertida en un deporte de competencia en donde muchas veces solo se aspira a inscribir el trofeo más grande solo para subir posiciones en rankings de libros de récords.
Esta modalidad ha generado una fuerte presión internacional en la demanda de trofeos cada vez más grandes que asignen mayor puntaje en los libros de records, sin considerar si el animal a abatir es un macho joven que aún puede reproducirse. El caso típico es el de los búfalos africanos, en donde los métodos de medición asignan más importancia al largo de la cornamenta que a la madurez del trofeo. Algo similar pasa en Mozambique con los leones, donde de acuerdo a datos obtenidos por el Niassa Carnivore Project, las poblaciones de leones y leopardos se encuentran amenazadas por la caza deportiva de ejemplares jóvenes aún con capacidad de reproducción.
Esta misma presión para obtener el trofeo más grande y además en corto tiempo, hace que muchas veces se vulneren algunos códigos de ética básicos, llegando a extremos como la caza de leones en cautiverio que se practica en Sudáfrica.
Estos temas están siendo ahora mismo sujeto de extensos debates en clubes internacionales, asociaciones y autoridades de fauna de diversos países.
Sin embargo, la figura del profesional es esencial para revertir estas situaciones ya que es él el responsable último del safari. Es él quien caza junto al cliente, quien está en el campo, quien tiene la responsabilidad de asesorarlo correctamente, quien tiene los conocimientos para evaluar el trofeo en la naturaleza y quien al fin y al cabo deberá hacer primar su decisión por sobre presiones económicas.
Es el cazador profesional además quien tiene la posibilidad de velar por el mantenimiento y mejora de las poblaciones cazables en las áreas donde opera. Sabe cómo hacerlo. Ese será su mayor desafío y finalmente su razón de ser en este siglo XXI.

Publicado en Revista Vida Salvaje (Mayo 2010)

lunes, 3 de mayo de 2010

Safari en Africa. La cuenta regresiva ideal



Por Eber Gómez Berrade

Existen varias especulaciones sobre la fecha exacta en la que comienza un safari en África. De lo que no hay duda, es que nunca es el primer día de cacería.
En realidad, es justo ese día, cuando finaliza la cuenta regresiva de una larga cadena de eventos que comienza muchas veces, más de un año antes con la contratación de la empresa elegida y la definición de las especies a cazar.
En general los tiempos entre la contratación y el safari en sí, varían en función del tipo de cacería deseado. Si hablamos de cacería de animales de planicie, o de safaris en cotos cercados no es necesario hacer reservas con mucha anticipación ya que hay licencias suficientes y el factor crítico es sólo el lugar disponible en los lodges para el hospedaje. En cambio, si lo que se busca es un safari de alguno de los cinco grandes, o en territorios free range en áreas comunales, parques nacionales o concesiones gubernamentales, ahí sí la anticipación en la reserva será la diferencia entre cazar o entrar en la lista de espera para la próxima temporada.
Las licencias de leopardo, león, rinoceronte o elefante son muchas veces escasas en varios países africanos y son emitidas directamente por las autoridades de fauna de cada gobierno. Esto provoca que hoy la demanda sea mayor que la oferta y fuerza a reservar los safaris con uno y hasta dos años de anticipación según sea el caso.
Ahora, una vez definido el lugar, las especies y la empresa, y una vez contratado el safari mediante el pago de un adelanto como generalmente se estila, comienza un trabajo largo de preparación, trámites y práctica que termina en el momento de abordar el avión con rumbo a África.
A continuación podrá encontrar una línea de tiempo con sugerencias para llevar a cabo y llegar preparado y sin sobresaltos al inicio de su aventura.

12 meses antes
Una vez confirmada la fecha del safari con la compañía outfitter, que en general se formaliza con la transferencia de un porcentaje de la estadía (daily rate), ya podrá comprar los pasajes aéreos aprovechando tarifas de menor costo. Si necesita tomar vuelos internos, recuerde que muchas veces las aerolíneas utilizan aviones pequeños lo que hace indispensable la compra anticipada de los tickets.
Al mismo tiempo, podrá contratar hoteles y paquetes turísticos si su idea es combinar turismo con caza mayor. Aquí también tenga en cuenta que algunos destinos turísticos en África son muy populares y buscados por turistas de todo el mundo. Tener todo esto listo un año antes, le ahorrará algo de dinero, mucho tiempo, y estrategias ajedrecísticas de último momento para hacer coincidir lo que quiere con lo que le ofrecen.

8 meses antes
Cuando falten unos ocho meses aproximadamente para su partida, controle que su pasaporte esté en orden. Algunos países africanos requieren que este documento tenga una validez o vencimiento posterior a seis meses luego de su viaje. De esta manera, estará cubierto por la demora en la emisión o renovación del pasaporte y por cualquier otra eventualidad que pueda ocurrir en el transcurso de ese trámite.

6 meses antes
En muchos destinos africanos es necesario contar con un plan de vacunación apropiado para la zona y la época en la que hará su cacería. En general este plan de vacunación podría dividirse en dos: vacunas generales a aplicarse antes de cualquier viaje, y vacunas específicas necesarias para una determinada región. En el primer caso, podemos incluir la protección contra el tétanos, la difteria, aplicaciones de gamma globulina y hepatitis AB. En el segundo, vacunas contra la fiebre amarilla, el tifus y la profilaxis de malaria.
En el caso de la vacuna contra la hepatitis AB, se requieren tres dosis para estar debidamente protegido, donde la tercera dosis deberá inocularse seis meses después de la segunda.
En este sentido es siempre aconsejable visitar a un médico infectólogo o especialista en medicina del viajero que contará con información actualizada del estado sanitario del área a visitar, y quien le dará las ordenes para aplicarse un adecuado plan de vacunación.

4 meses antes
Luego de la visita al médico especialista y de haber empezado sus visitas al vacunatorio, es tiempo de consultar al clínico y realizarse un chequeo médico general. Como dijimos en un artículo anterior sobre la salud en el safari, no hay mejor excusa que la inminencia de un safari para decidirse al siempre postergado chequeo. Si su expedición demandara un esfuerzo físico especial, como la de caminar largas distancias diarias (cacería de elefante) o moverse en altura (como en las montañas de Etiopía), es recomendable que esto también se lo informe a su médico. En caso de que tenga que tomar medicamentos, podrá aprovechar estas visitas para pedirle al facultativo que le prescriba las recetas correspondientes.
En este tiempo previo a la salida, también podrá completar y enviar a la empresa de safaris, los formularios requeridos para su cacería. Aquí su outfitter lo guiará, pero en líneas generales estamos hablando de la gestión de las licencias y permisos de caza correspondientes a la lista de animales que desea cazar, permisos de ingreso de armamento y permisos de CITES para el caso de algunas especies específicas como leopardo, rinoceronte, elefante o cebra de Hartmann por mencionar algunas. Eso sí, tenga cuidado que sus permisos de CITES no expiren antes de que usted pueda exportar sus trofeos. Si esto sucede deberá solicitar una extensión del mismo, aunque siempre es mejor evitar esa instancia.
Para esta época, podrá solicitarle a su outfitter que le envíe una carta de invitación para presentar ante las autoridades del país receptor, como sucede en Sudáfrica. Además podrá completar los formularios de estado general de salud e informar a la compañía sus requerimientos personales para el safari, tales como sus preferencias de comidas y bebidas, si desea contratar un charter aéreo o si precisa alquilar rifle.
Este también es un buen momento para poner al día sus seguros de asistencia al viajero, su cobertura médica internacional o para contratar un seguro de evacuación médica aérea que cubra los días en que se encuentre cazando en el terreno. Cuatro meses es tiempo suficiente para poner todo en orden y recibir por correo las tarjetas y credenciales correspondientes.

3 meses antes
Algunos países de África requieren visas de entrada para los ciudadanos argentinos. Averigüe con su operador o cazador profesional o con la embajada del país de destino, cual es la regulación actualizada en esa materia. Recuerde que para que le emitan la visa de entrada en varios países africanos, deberá presentar su pasaporte en regla con un vencimiento posterior a los seis meses de su viaje.
Otra cosa que podrá comenzar a hacer, faltando tres meses para el viaje, es un programa de entrenamiento físico adecuado a los requerimientos del safari. Si aún no lo sabe, pregúntele a su cazador profesional cómo es el terreno donde se desarrollará la cacería, cuántos kilómetros se supone que deberá caminar por día, si existe problema de altitud o las condiciones climáticas del área en la fecha que usted irá. Independientemente de las características de su expedición, siempre es recomendable realizar caminatas con el mismo calzado y medias que usará en la cacería.
También podrá empezar a entrenar tiro con su rifle con miras a la cacería. Una vez en el bush, ya no habrá tiempo para practicar. Aquí lo recomendable es alejarse del banco de reglaje y comenzar a tirar a mano alzada, con apoyos inestables e improvisados y en diferentes posiciones de tiro, mayormente de pie, rodilla en tierra y sentado. Si va a usar su propio trípode, practique antes y familiarícese con él para que la estabilidad del apoyo no le quite rapidez en el disparo. Recuerde que las condiciones del tiro de caza son muy diferentes a las del tiro de polígono. Los animales pocas veces cooperan quedándose quietos y hacen todo lo posible para no dar segundas oportunidades. Practique mucho el tiro en seco con su propio rifle, lo que le dará confianza suficiente al momento de disparar gracias a la memoria muscular desarrollada en esas sesiones de tiro gratuito.
Por último, practique con la misma arma, mira y munición que llevara a África. Ni se le ocurra tirar con recargas más suaves o munición barata solo porque está practicando. Recuerde que por más cara que sea la munición que usará, siempre será el mejor seguro que tendrá en el campo para lograr la pieza que desea, evitar el desagradable costo de perder un animal herido o parar la antipática carga de un animal peligroso que va directo a usted.

2 meses antes
Algunos outfitters solicitan la cancelación del total de la estadía unos dos meses antes del inicio de la cacería. Así con la transferencia del total de la estadía sólo le quedará abonar en el campamento, el último día de cacería, las tasas de abate (trophy fee) correspondiente a los animales que haya cazado o herido.
En este tiempo, también es aconsejable enviar a su outfitter o cazador profesional la información necesaria en caso de que ocurra una emergencia, datos tales como nombre y teléfono de familiares o amigos, datos de sus seguros y de evacuación médica, copia de su itinerario y permisos temporarios de ingreso de armas en los países en donde deba hacer escala, datos de su taxidermista y dirección física en donde serán recibidos sus trofeos, que puede ser su propio domicilio o el del taxidermista. Como regla general, recuerde pedir siempre una confirmación de respuesta de cada una de las informaciones que envíe. Si lleva su propio rifle al safari, comience aquí a tramitar el permiso de exportación temporario ante el Renar para sacarlo del país.
Es buena idea poner al día sus tarjetas de crédito, asegúrese que podrá utilizar las redes de cajeros en el extranjero, saqué su pin si es necesario y comunique a su banco que realizará un viaje, de manera que no le bloqueen las operaciones por seguridad una vez que esté en el lugar de destino.

1 mes antes
A esta altura de la cuenta regresiva, ya solo resta aceitar algunos detalles y revisar que todo marche de acuerdo a lo planeado. Aquí podrá preparar una lista con los datos del outfitter, de su cazador profesional, de los hoteles y de las líneas aéreas que utilizará para dejarla a sus familiares o amigos en caso de que necesiten contactarlo con urgencia. Los datos de contacto deberían ser nombre, dirección física, e-mail, teléfono de línea y celular con los códigos adecuados para llamadas internacionales. Si posee un seguro de evacuación médica anote aquí también el número de emergencia de la compañía.
Defina cómo será la forma de pago de su safari. En general suele ser en efectivo en dólares americanos o en cheques de viajero. Saque la cuenta de qué animales desea cazar y lleve el dinero para eso.
Si usted tiene suficiente confianza con su cazador profesional, puede transferir un monto determinado para usarlo para cancelar parte de las tasas de abate de los trofeos que teóricamente podrá obtener. De esta manera, evitará llevar efectivo o cheques de viajero ya que habrá adelantado parte de esos costos. Recuerde que a diferencia de los cotos cercados, en los safaris desarrollados en territorios free range nadie podrá darle una garantía de caza del 100%.
Calcule además todos los costos relacionados en el safari como transporte, hoteles, vuelos charters, municiones, alquiler de armas, propinas para el guía y el personal del campamento. Pídale a su cazador profesional que lo asesore en este sentido. Él sabrá cuanto debería disponer usted en propinas y demás costos extras.

15 días antes
En el vuelo de ida es recomendable llevar aproximadamente unos 100 dólares en cambio en la moneda del país. Esto podrá adquirirlo en financieras o casas de cambio y le ayudará al momento de llegar al aeropuerto para gastos menores como bar, propinas, carritos para equipaje, etc.
Saque fotocopia de todos los documentos y tarjetas que llevará en el viaje. Lleve una copia con usted en un lugar diferente del que guarda sus documentos y deje otra copia en su casa. Así en caso de robo o pérdida siempre podrá contar con los números, vencimientos, códigos de seguridad de las tarjetas y pasaportes a la hora de hacer la denuncia. Si puede, es aconsejable escanear sus documentos y enviarlos por email a su casilla personal, de esta manera también podrá acceder a esa información conectándose a internet.
Prepare tarjetas personales plastificadas para identificar sus trofeos una vez cazados, los cuales serán enviados al taxidermista local para su posterior limpieza y embalado. Las tarjetas deberían tener su nombre completo, datos de contacto y dirección del destino final (su domicilio o el de su taxidermista).
Por último, lleve una copia de toda la correspondencia intercambiada con su outfitter o cazador profesional, del contrato, de la lista de precios pautados y de los formularios de términos y condiciones de la empresa que le fueran entregados al inicio de la contratación. De esa manera, resolverá rápidamente cualquier discrepancia que pudiese surgir al momento de hacer los números y pagar la cuenta final.

7 días antes
Si se internara en áreas con riesgo de contraer malaria, una semana antes del viaje puede comenzar a tomar los comprimidos de profilaxis que deberá ingerir semanalmente hasta cuatro semanas luego de finalizado el viaje.

2 días antes
Confirme su vuelo en su compañía aérea y pídale a su outfitter que lo haga con sus vuelos de vuelta.

Publicado en Revista Vida Salvaje (Abril 2010)