lunes, 27 de marzo de 2017

10 claves para enfrentar los 5 Grandes



Por Eber Gómez Berrade


Adentrarse en el continente africano para cazar cualquiera de las especies de caza peligrosa, demanda al cazador deportivo, una serie de conocimientos específicos para realizar su tarea con éxito y de una manera segura. Así es que el conocimiento de patrones de comportamiento animal, -mandatorio en el trabajo del profesional-, será sin dudas también muy útil para el cazador en su safari. En este artículo, presentamos un decálogo de pautas a tener en cuenta, para comprender algunas características de comportamiento de las especies de caza peligrosa en África.
  
1.- Conocer la zona de seguridad
La diferencia entre los cinco grandes (u ocho, si agregamos dos especies de rinocerontes, y sumamos al cocodrilo y al hipopótamo), con lo que se denomina, especies de planicie, radica básicamente la reacción que tienen los animales de ambas categorías ante una agresión, o ante la invasión de su zona de seguridad. Claramente en el caso de las especies de planicie, huirán. En el caso de los cinco grandes, también lo harán, pero además podrán atacar al agresor o al invasor. El ataque, está dentro de su menú de comportamiento.
Existen dos áreas que perciben los animales, a las que podría denominar de escape y de ataque. La de escape, es obviamente más grande que la de ataque, y ambas variarán de acuerdo a cada especie, y a las condiciones especiales en cada caso. Una hembra de elefante si está con cría, tendrá áreas considerablemente mayores a las de un macho viejo y solitario. Para poner un ejemplo, en el caso de un león, la zona de escape varía entre un radio de 35 a 50 metros. Su zona de ataque, en cambio, se reduce de 10 a 20 metros. Cualquiera que la atraviese, estará a merced de una carga. Conocer de antemano estas distancias, así como la velocidad de cada especie (que en el  caso particular del león alcanza los 18 metros por segundo), es clave para estar adecuadamente preparado a la hora de medirse en un mano a mano con cualquier animal peligroso.

2.- Evaluar los riesgos de la aproximación
Los animales reaccionan en forma diferente si lo que se acerca es una camioneta o un humano a pie. La razón, es obvia, el vehículo no es percibido como humano y por lo tanto como un riesgo. Cualquiera de las especies de caza peligrosa de África, tomarán al hombre como un potencial agresor, escapándose o atacándolo. Como mecanismo de detección y alerta, cada especie posee diferentes características. Los rinocerontes tienen una pobre agudeza visual, por lo que dependen de su percepción del movimiento. Leones y leopardos se caracterizan por su vista, y los elefantes por su fino olfato. Conocer las características sensoriales que activarán pautas de comportamiento en cada especie, será clave para tomar precauciones en la aproximación. En todos los casos, si el encuentro a pie con uno de estos animales es involuntario, es decir que no se está en actitud de cacería, lo importante es detenerse, ubicar exactamente donde está el animal, y comenzar a alejarse despacio, sin correr y ni perderlo de vista, saliendo de su zona de ataque. Si esta maniobra resulta exitosa, el animal tendrá la oportunidad de alejarse de lo que él considera un riesgo. Si no lo es, la carga estará asegurada, y el cazador deberá estar listo para enfrentarla.   

3.- Definir el concepto personal de trofeo
Una de las condiciones que históricamente se tenía en cuenta para elegir a un león como trofeo, era por su melena. Los famosos leones de melena negra, siempre han sido los más buscados por los cazadores de todos los tiempos. Sin embargo, hoy en día, al haberse convertido en una especie con estado de protección, la legislación de varios países africanos, permite cazar solo aquellos machos que sea mayores de seis años. Naturalmente la melena es un signo de edad, pero no el único. Le sirve al macho como protección en caso de pelea, y como instrumento para el cortejo con las hembras. Pero en ningún caso, es sinónimo de bravura o agresividad. Un león macho, de más de seis años, puede tener poca melena o casi ninguna, dependiendo de las zonas donde habite, y aún así ser un ejemplar muy agresivo y desafiante. Recordemos que los famosos leones cebados de Tsavo, aquella pareja llamada el “Fantasma” y la “Oscuridad”, cazados por el coronel Paterson, no tenían melena, y aún así, tuvieron una peligrosidad legendaria. Definir previamente cuál será el resultado último de la cacería, ayudará mucho en la manera de llevarla a cabo. La premisa de que, más grande es mejor, hoy afortunadamente está quedando atrás, para dar paso al concepto de que más viejo, es mejor. Este es el nuevo paradigma conservacionista que privilegia la madurez sobre el tamaño, en la consideración personal del trofeo.

4.- Buscar el desafío
Parte de este nuevo paradigma que re-significa el concepto de trofeo, se da en la búsqueda del macho solitario. Una característica que se acontece frecuentemente entre los elefantes, algunos hipopótamos y por supuesto los búfalos del Cabo. Originalmente el trofeo a considerar en el caso de estos últimos, ha sido siempre el tamaño de sus cuernos, y particularmente el tamaño de su “boss”, o protuberancia frontal, que entre otras cosas es un indicativo de la edad del ejemplar. Si bien es cierto que muchos machos tirables, se encuentran en medio de manadas, hay algunos a los que se los encuentra apartados y a los que se los denomina “dagga boys”. El término “dagga” significa barro, y se los llama así porque suelen revolcarse en el barro de los pantanos y riachos, para proteger su piel por la falta de pelaje que acaece por la edad. La atracción que despiertan estos ejemplares entre los cazadores, se centra en que son animales viejos, que ya han pasado su etapa de reproducción, pero también suelen ser más astutos, temperamentales y agresivos que sus congéneres más jóvenes. Muchas veces, su cornamenta está en regresión o con algún cuerno roto, sin embargo y a pesar de esta característica, su caza sigue atrayendo a cazadores que ponderen el desafío y el riesgo de un lance peligroso.

5.- Conocer los hábitos
Se sabe que los hipopótamos son los mamíferos que más muertes causan en África anualmente. Generalmente esto sucede con pobladores nativos y no con partidas de caza, sin embargo su inclusión a la lista de animales de caza peligrosa, está más que justificada. Hay varias situaciones en las que pueden ser cazados, la mayoría sucede cuando están en el agua. Sin embargo, la posibilidad de tirarles -estando tanto el cazador, como el animal en tierra-, es la que más atrae al deportista. Para que se de esta situación, hay que tener en cuenta los hábitos alimenticios de esta especie. Los hipopótamos salen del agua para alimentarse cuando baja el sol, cuando pueden proteger su piel de las radiaciones solares y de la deshidratación. Independientemente de las grandes distancias que pueden recorrer caminando por las noches, (10 kilómetros o más si la comida escasea), los dos momentos para ubicarlos en tierra en condiciones legales de caza, son al atardecer y al amanecer cerca de los cursos de agua. En estos casos, su peligrosidad aumenta considerablemente, por encontrarse fuera de su área de seguridad. En tierra una carga directa puede alcanzar una velocidad de 12.5 metros por segundo. Si el cazador se adecua a estas circunstancias, podrá tener la oportunidad de experimentar todo un desafío cargado de adrenalina.

6.- Identificar pautas de comportamiento  
Cuando hablamos de elefantes, identificar correctamente este compartimiento puede ser la diferencia entre la vida y la muerte del cazador. Es habitual que cuando un elefante percibe una invasión en su zona de seguridad, que esté al borde de su área de escape y entre peligrosamente a su área de ataque, cargue directamente hacia el invasor. Muchas veces, también, esta carga no es más que una forma de amedrentar y al mismo tiempo evaluar las verdaderas intenciones del agresor. Lo cierto es que es muy difícil identificar ambos comportamientos, aunque no imposible. En líneas generales, toda carga que se produzca rompiendo ramas, levantando polvo, con las orejas abiertas y barruntando estruendosamente, suele ser para amedrentar. Los ataques reales, generalmente ocurren luego de varios intentos de intimidación, o en el caso de que el animal se sienta acorralado y sin vías de escape. Entonces el ataque sobrevendrá directamente, en línea recta, y con una actitud amenazante y decidida. Naturalmente una simple intimidación puede virar a una carga directa. Estas son situaciones muy difíciles de identificar, incluso para los cazadores profesionales, que muchas veces esperan a último momento para confirmar la actitud. Esto fue lo que le sucedió el año pasado, a Ian Gibson, un profesional de Zimbabwe, quien esperó hasta el último instante para parar a un macho en celo en carga directa. Le disparó su .458 Win. Mg. A 10 yardas y no lo detuvo. El elefante herido en el cráneo lo atropelló, causándole la muerte inmediata.

7.- Mantenerse alerta
Cazar ejemplares en una manada, requiere un conocimiento especial y mucha experiencia por parte del cazador profesional, que deberá saber distinguir las posibles amenazas y tomar las medidas necesarias para resguardarse. Es posible que en una manda de búfalos o de elefantes, se encuentren machos en celo, o hembras con crías. Sin dudas, dos de los factores de riesgo más graves para el invasor que traspase la zona de seguridad. El celo en los animales produce altos niveles de testosterona en la sangre, que provocan agresividad al percibir un riesgo en sus chances de aparearse. En el caso de las hembras preñadas o con cría, la agresividad está dada por el impulso genético de defender la progenie, ampliando considerablemente su área de ataque, en la que el invasor no podrá ingresar sin ser repelido. La identificación de ejemplares de este tipo, será por lo tanto vital para poder tomar los recaudos necesarios y evitar los riesgos de una carga segura.

8.- Aprender a ver en el bush
Distinguir los detalles en el monte, es una característica que se alcanza con el tiempo. Algo que es escaso, si pensamos en un cazador que se interna en un ambiente que no conoce, como suele suceder con los extranjeros en un safari en África. Para suplantar esa falta de experiencia, es recomendable estudiar  algunos patrones de comportamiento que tienen las especies para camuflarse y mimetizarse. Algunas especies desarrollan un pelaje de color similar al terreno para esconderse, como el caso del león. Otras poseen pelaje con coloración disruptiva, para “desfigurar” su forma corporal y esto lo logran con rayas, o con manchas obscuras, como el caso de los leopardos. Los búfalos, en cambio poseen la capacidad de “disfrazarse” de algo no viviente, por ejemplo una roca o una sombra en medio del monte, manteniéndose inmóviles por un largo período. Existen varios patrones de ocultamiento en la naturaleza que son realmente asombrosos. Tal vez el ojo del cazador no pueda distinguir la pieza a un simple golpe de vista, pero le ayudará un poco, conocer cuáles son los mecanismos de defensa mimética de la especie que está cazando.     

9.- Identificar hábitat y territorio
Otra condición bastante útil para enfrentar especies de caza peligrosa, es saber diferenciar el hábitat del territorio. Esto es importante, en especial para aquellas especies consideradas territoriales, como es el caso de los leones y leopardos. Se denomina territorio al terreno marcado por una animal mediante secreción glandular o excreciones urogenitales. Los territorios son específicos en cada especie. Por ejemplo, un león y un leopardo, pueden convivir en un mismo hábitat, y sus territorios pueden sobreponerse, sin embargo ninguna especie se defenderá de la otra, hasta tanto no exista una amenaza real de acuerdo a criterios de sobrepoblación o disponibilidad de alimento. El hábitat, generalmente mucho más grande que el territorio, es el área que requiere un individuo de la especie para vivir. El territorio en cambio, es el área de uso temporario que necesitará y defenderá para satisfacer sus requerimientos de supervivencia inmediata. La identificación del territorio de un ejemplar determinado, dentro de su hábitat, será información clave para lograr su captura.

10.- Diferenciar agresividad con curiosidad
Es muy difícil medir los niveles de agresividad de una especie determinada. Un caso típico que permite la comparación, es el de los rinocerontes. Cuál es el más agresivo, el negro o el blanco. En principio hay concenso de que el negro se lleva las palmas de mal carácter. Sin embargo, al momento de definir un grado de agresividad de una especie, se debe tener en cuenta la diferencia entre ser agresivo y curioso. En realidad, los negros, son más curiosos por sus deficiencias visuales, lo que se ha confundido con agresividad. Naturalmente que un animal curioso, se acercará peligrosamente al humano, hasta que finalmente se de cuenta de la amenaza, y consecuentemente, ataque. Esto es muy común también en elefantes. Si bien es cierto que los rinocerontes están prácticamente fuera del menú de un cazador promedio, es muy común toparse con ellos cazando en áreas free range en el sur de África.