Por Eber Gómez Berrade
Una invitación para cazar
en la brama en el coto El Chillén, me permitió probar un viejo y legendario Winchester
Modelo 1894, fabricado en 1920 en el clásico calibre 30-30. Mi idea era cazar
un ciervo colorado en la Pampa y en campo abierto, utilizando sólo alza y
guión. Siempre me gustó tirar y cazar con mira abierta, y hacerlo con un arma
clásica como el 1894, le añadiría sin dudas, un placer extra a ambas
disciplinas. Una decisión arriesgada, que se convirtió en un gran desafío y más
tarde, en un lance por demás deportivo.
Todo comenzó con la
adquisición de una vieja carabina Winchester 1894 calibre 30-30 que vendía una
amiga mía. El arma había pertenecido a su padre, un reconocido cazador de
Buenos Aires y estaba en buenas condiciones. Era un viejo palanquero Pre 64
construido en el año 1920, con cañón de 20 pulgadas y la característica argolla
para sujetarla a la montura.
Una vez en mi poder, se lo
llevé a Héctor Nielsen, amigo y excelente armero para que le coloque un guión de
bronce más alto y le restaure un poco la madera y las partes de aceros. Héctor
hizo un gran trabajo, y la prueba en el polígono con el nuevo guión fue más que
satisfactoria, pudiendo colocar disparos en el centro del blanco a 50 y 150
metros respectivamente. El rifle estaba listo para usar.
Una invitación para cazar con amigos
Fue así que cuando recibí
la invitación de Jorge Martinó y su esposa Mercedes Lutz, para visitarlos en su
coto de El Chillén en la última brama, se me ocurrió llevarlo para probarlo en
condiciones de caza.
El Modelo 1894 se ganó la
fama de ser el arma que más ciervos Cola Blanca ha abatido en los Estados
Unidos, pero que pasaría con nuestros ciervos colorados, en medio de los montes
de caldenes o en tiros largos en las dunas pampeanas. Durante muchos años, el
30-30 fue un calibre muy usado para cazar en Argentina, junto al venerable 7.65
de los Mauser militares. Sin embargo hoy en día, con la difusión masiva, de calibres
mayores y más modernos, ha pasado a convertirse en una opción casi marginal.
Las características del
calibre 30-30, pueden equiparase en alguna forma al .308 Win., por lo que en
principio, lo hace apto para abatir ejemplares del porte de un colorado pero a
distancias no muy largas. Si uno logra impactar la bala en su sitio, naturalmente.
Lo que en definitiva, es -a mi entender- la clave de todo lance. Conocer
perfectamente los puntos de impacto y disparar con precisión en alguno de los
órganos vitales del animal.
Por supuesto, que en este
sentido, hay otras variables a tener en cuenta, como el tipo de munición, la
construcción de la punta, el calibre propiamente dicho, el terreno donde se
cazará, el solvente manejo del arma por parte del cazador, y al fin y al cabo,
la suerte. Pero si me preguntan, la correcta ubicación del disparo estará siempre
en uno de los primeros lugares.
La elección de la munición
Al momento de decidir que
munición utilizar, opté por las Winchester Hollow Point de 150 grains. Una
munición clásica sin muchas pretensiones y un tanto liviana. Contaba con lograr
una buena aproximación, que me dejara a una distancia de tiro inferior a los 100
metros.
Sin embargo, al llegar a Santa
Rosa, en la visita obligada a la armería de Leo Mareque, cambié sobre la marcha
y me decidí por una alternativa con mejor tecnología.
Hablando con Leo -que sería también de la partida en El
Chillén, junto a varios amigos más como Marcelo Vassia, Luis Rodriguez y Juan
Cruz Grahn-, me sugirió que usara la munición Lever Evolution de la marca Hornady. Una bala que logra
mayor velocidad que sus pares de Winchester y promete una mejor balística
terminal sobre el trofeo.
De todas maneras, y más
allá de la probable performance de la munición, Leo, no muy seguro de mi decisión
de usar mira abierta, me pregunta: “¿trajiste otro rifle con mira, no?” . Y sí,
había llevado otro, pero mi intención era usarlo sólo en la luna de Marzo para
el jabalí si había oportunidad. Para el ciervo: alza y guión. La suerte estaba
echada.
“Lady Luck” y “Mother
Nature”
El Chillén posee un muy
buen plantel de ciervos colorados de genética. Cuenta con una estación de cría
y un potrero de cacería con ejemplares de muy alta calidad. Un paraíso para el
cazador de trofeos. Pero además, cuenta también con miles de hectáreas de campo
abierto, en una zona de la provincia de La Pampa famosa por tener una alta densidad
de ciervos. En un paisaje bello y característico de monte de caldenes y
algarrobos, grandes planicies y dunas pintorescas, los colorados se mueven con
absoluta libertad, y precisamente ahí, era donde yo quería cazarlos.
Este año la brama se largó
tarde, casi a fines de Marzo y al principio, muy cortada. Sin embargo, el
primer día de cacería que salimos con Jorge, dimos con un macho a tiro de 30-30,
adulto y selectivo que tendría unas 10 puntas. Bramaba debajo de un caldén junto
a un pequeño harén de hembras. Lo evaluamos un rato largo, y como el año pasado para la misma época
habíamos tenido muchas oportunidades de caza, tomamos la decisión de dejarlo
pasar. Por supuesto, fue un error.
En África, tenemos varios
dichos al respecto. Uno es que para tener éxito, el cazador debe seducir a las
dos damas de la cacería: “Lady Luck” y “Mother Nature” (la suerte y la
naturaleza).
Otro pilar de sabiduría
africana, es que siempre debemos tomar lo que el bush nos provea. Recuerdo
cuando un cliente que había contratado los característicos 15 días de safari en
Bushmanland para cazar un leopardo, tuvo en su mira un macho adulto pero no muy
grande comiendo sobre el cebo, en su primera tarde de apostada. En esa misma
disyuntiva, él hizo caso al saber popular del continente negro, y disparó. Así
se pasó el resto del safari relajado y acompañando a su compañero de cacería, hasta
que él también obtuvo su codiciado leopardo.
Tendríamos que haber
recordado esta anécdota en aquel momento. Porque a diferencia de aquel cazador,
nosotros pasamos la semana siguiente, sin volver a tener siquiera la más mínima
oportunidad de cazar. San Huberto nos cobró cara la errónea decisión.
Mientras estuvimos cazando
con Jorge, compartimos algunas salidas con Juan Cruz, al igual que lo habíamos
hecho el año pasado. Esta vez, para no ser menos, llevó su Winchester 1895, en
calibre .405Win. Una joya, y el arma preferida de Roosevelt, con el que abatió
buena parte de las especies de planicie en su safari africano.
Desafortunadamente la suerte estaba en contra para todos, así que tampoco hubo
oportunidad de disparar el .405.
Mis días en el Chillén
llegaban a su fin, y como tenía pendiente la visita al campo de Juan Cruz en
Lihuel Calel, decidimos encarar rumbo sudoeste, para pasar unos días en otro
bello lugar, con unos increíbles salitrales casi “lunares”, muy diferente a la
orografía de Toay.
Pero a poco de estar allí, recibí
el llamado de Jorge, quien me avisaba que la brama se estaba armando con
fuerza, y me proponía que pasara a probar suerte nuevamente en su campo. No lo
pensé dos veces.
La segunda es la vencida
Esta vez los bramidos de
los machos en celo se extendían por todas partes y ya en las horas diurnas.
Finalmente la magia había retornado al caldenal.
Una vez más salíamos cada
día al rayar el alba, y cada atardecer hasta la puesta del sol. Caminando,
escuchando y volviendo a caminar. Así pasamos unos dos o tres días, hasta que sufrí
un fuerte calambre en el gemelo izquierdo, que me dejó imposibilitado de seguir
caminando con normalidad.
Estaba claro que aunque
“Mother Nature” nos había bendecido con la brama, “Lady Luck” seguía esquiva e
inaccesible. Así las cosas, si no podía caminar, entonces me apostaría. No pensaba
rendirme.
Pasé algunos días apostado,
cambiando de apostaderos, de acuerdo a la dirección del viento, hasta que una
tarde finalmente, pudimos seducir a Lady Luck.
Estábamos sentados con
Jorge, y de repente vemos salir del monte enfrente a nosotros, un colorado
grande. Venía sólo, al parecer mal de una mano y con andar cansino. Tendría unas
seis o siete puntas, una cornamenta gruesa, un cogote ancho, y se aproximaba
desde unos doscientos metros hasta la aguada, que estaba a 60 metros de nuestra
ubicación. La luz era perfecta para un tiro de mira abierta. La distancia
ideal. Esta era la oportunidad que estaba buscando.
Lo esperé hasta que llegó
al agua, chequeando la definición del alza y el guión de bronce sobre la piel
del animal. Sólo restaba esperar que se pusiera en posición adecuada. Algo lo
alertó, levantó la cabeza con curiosidad, elegí el punto de impacto y disparé
el viejo Winchester.
El ciervo cayó fulminado,
clavando sus luchadoras en el barro. El tiro a la tabla de cogote, le corto la
columna vertebral matándolo en el acto. Una muerte limpia y rápida, para un
viejo macho solitario y en desgracia.
Al revisarlo, encontramos que
tenía una herida en la mano izquierda bastante vieja, probablemente producto de
un disparo. Tenía también un puntazo agusanado en uno de los cuartos traseros,
producido tal vez en alguna batalla perdida contra otro macho dominante al
inicio de la época de celo. Era un ejemplar, adulto y selectivo de seis puntas,
con unos candiles muy gruesos y con un perlado excepcional.
La misión estaba cumplida.
Después de tanto andar, había cazado un muy buen ejemplar de selección, en
compañía de un gran amigo, con un viejo Winchester de 1920, con mira abierta y en
campo abierto. Qué más podía pedir. Nos abrazamos con Jorge y agradecimos a San
Huberto, a la suerte y a la naturaleza, el habernos dado la posibilidad de cazar
en buena ley, y de haber tenido la oportunidad de vivir una vez más, una brama
inolvidable.
El Winchester Modelo 1894
Es un clásico de la firma
Winchester Repeating Arms Company. Fue diseñado en 1894 por el legendario John
Moses Browning, y cuenta con varios hitos en la historia de las armas de esa
compañía. Al inicio de la producción se ofrecía en calibre 32-40 Win. y 38-55
Win., y no fue hasta 1895 que la fábrica le incorporó algunas mejoras en la
calidad de sus aceros para los calibres 25-35 Win. y 30-30 Win. o
.30WCF(Winchester Center Fire) para pólvora sin humo. De esa forma, el binomio
1894 y el calibre 30-30 se convirtieron en leyenda. Fue el calibre más popular
entre los cazadores de ciervos de los Estados Unidos, fue el primer rifle de
cacería que vendió más de 7 millones de unidades, fue utilizado por los famosos
Rangers de Texas, aunque nunca fue un arma provista en ningún ejército, y tuvo
una tremenda aceptación entre los buscadores de oro en Alaska, llegando a
conocerse como “Modelo Klondike”. Fue utilizado en la revolución Mexicana, y en
diversas cacerías por el Presidente Theodore Roosevelt, reconocido admirador de
la marca Winchester.
El 1894 mejoró algunos
aspectos técnicos respecto a su antecesor,
el 1892. La fábrica construyó para este modelo, un cerrojo más robusto, que
permitía cartuchos un poco más largos, mejoró el sistema de la palanca, e
incorporó el uso de una aleación de acero-nickel.
Originalmente se fabricó en
rifle con caño redondo y octogonal de 26 pulgadas, y en carabina, con caños
redondo de 20 pulgadas. La carabina poseía una anilla distintiva en la parte
izquierda del cajón de mecanismo, utilizada para sujetarla a la montura del
caballo. Los modelos con esta anilla se produjeron hasta el año 1927, y luego
sólo se incorporaban a las carabinas a pedido del comprador.
Paralelamente a la
producción estándar, la firma Winchester ofrecía también a sus clientes el
servicio de customización , en el que brindaba una amplia gama de opciones al
gusto y pedido del consumidor. Así los clientes podían solicitarlo con cañón
octogonal, de diferentes longitudes, acabados especiales, grabados, maderas de
alta calidad, sistemas take down, y cargadores tubulares de diferentes medidas.
Otro detalle anecdótico de
este clásico, fue que la firma decidió producir modelos conmemorativos cada vez
que fabricaban un millón de unidades y regalárselos a los presidentes de
Estados Unidos que estaban en ejercicio en ese momento. Por ejemplo, el número
1 millón, fue regalado a Calvin Coolidge en 1927 y el 2 millones, al presidente
Dwight Eisenhower en 1953.
Luego de 7 millones de
unidades, la fábrica Winchester discontinuó su producción en el año 2006.
Munición Hornady Lever Evolution
La munición Lever Evolution
de Hornady tiene un diseño “spitzer”, aunque esta especialmente diseñada para rifles
de palanca con cargador tubular. Para ello, cuenta con una punta flexible, que al
momento del disparo, evita que el retroceso percuta el fulminante de las balas
alojadas en línea, una detrás de otra, en el cargador tubular.
Esta punta denominada Flex
Tip (FTX), va inserta en la ojiva de aleación de cobre, y según las especificaciones
técnicas desarrolla una mayor retención de peso y energía, al tiempo que mejora
notablemente la penetración y desarrolla una trayectoria mucho más razante.
Las Lever Evolution se
comercializan actualmente en 140 y 160 grains de peso, y son más veloces que el
resto de las líneas de Winchester para rifles a palanca. En el caso del 30-30,
la velocidad en la boca del cañón alcanza los 2.400 pies por segundo comparada
con 2.000 de la clásica Hollow Point.
Para tener una idea, esta
velocidad comparada con una punta de 150gr., de nuestro clásico 308 Win, es
inferior en aproximadamente unos 400 pies por segundo. Lo que no está nada mal
para un calibre 30, y cómo pude comprobar personalmente, resultó tan letal como
cualquier otro de esta gama.
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