miércoles, 17 de septiembre de 2008



Jack O´Connor, la pluma, la palabra y la acción

Por Eber Gómez Berrade



En la historia de la caza mayor hay personajes emblemáticos cuyos nombres están indisolublemente ligados a un calibre determinado por el uso que han hecho de ellos.
Así la literatura especializada da cuenta de la relación que tenían “Karamojo” Bell y el 7 mm Rigby Mauser, “Pondoro” Taylor con su favorito 465 Nitro H&H, y Jim Corbett quien popularizó su 450/400 Nitro Express con el que cazaba tigres cebados en la India imperial.
De la misma manera, en los Estados Unidos fue legendaria la asociación entre el calibre .270 Winchester y Jack O ´Connor, uno de los escritores de armas y cacería más famosos del siglo XX.
Pero O´Connor fue mucho más que un entusiasta de ese calibre liviano, fue el referente de la caza deportiva para generaciones de cazadores que siguieron sus columnas y safaris en la famosa revista Outdoor Life por más de cuarenta años.
De todos los escritores especializados, JOC como se lo conocía popularmente, tenía la ventaja de haber sido periodista profesional y escritor, por lo que manejaba tan bien la pluma como el rifle. Era dueño de un fino sentido del humor y en algunos casos hacía gala de una sarcástica ironía con la que condimentaba sus relatos de calibres, animales y expediciones.
O´Connor nació un 22 de Enero de 1902 en Arizona cuando el recuerdo de las andanzas del Wyatt Earp y sus hermanos todavía era tema de conversación en los bares de la frontera con México. Antes de cumplir los diez años su abuelo ya le había regalado su primer arma de fuego, una escopeta calibre 20. A partir de ese momento su vida estaría ligada a las armas, la caza y la literatura.
En 1917 ingresó en el Ejército, pero fue dado de baja un mes después debido a una tuberculosis crónica. Una vez terminada la Primera Guerra Mundial volvió a intentar la carrera militar pero esta vez en la Armada. Luego de algo más de un año, decidió que lo suyo era la universidad. Se graduó en finanzas en la Universidad de Arkansas y luego hizo un Master en Periodismo en la Universidad de Missouri. Alternando sus estudios con trabajos de docencia y de reportero para el Chicago Tribune.
A los 24 años conoce a la que sería su esposa y compañera de aventuras hasta el fin de sus días, Eleanor Bradford Barry, a quien contagia la pasión por la vida al aire libre y las cacerías. Con ella tuvo cuatros hijos, dos varones y dos mujeres.
En el mundo de las letras JOC se inició en la Gran Depresión con la novela The Conquest, publicada en 1929, y enviando a su vez algunas colaboraciones sobre armas y balística a la revista Sports Afield, pero sería recién en 1934 cuando su vida comienza a tener un giro definitivo. Publica ese año su primer artículo en la revista Outdoor Life, sobre los antílopes de Arizona.
La caza siempre fue una parte importante de su vida familiar, y no hubo temporada en la que no saliera con su familia tras las huellas de antílopes, ciervos mulas, cola blanca y jabalinas (similar a nuestros pecaríes). Pero sus trofeos preferidos siempre fueron los carneros.
De hecho, a O´Connor se lo asocia tanto con el calibre .270 que impulsó fervientemente como con la caza en la montaña de Carneros Dall, Desert Bighorn, y Desert Sheep. Especies difíciles de recechar y que demandan un gran esfuerzo por parte del deportista.
Con su experiencia como cazador y como escritor, y con un incipiente currículum en su haber, viaja a Nueva York en 1936, donde firma un contrato con Outdoor Life por 18 artículos que deberían ser publicados a lo largo de un año. Ese fue el punto de inflexión. Con el dinero obtenido, (unos U$S 2.700 de aquella época) alcanza el sueño del pibe. Se toma un año sabático y se dedica a cazar y escribir. Así prepara su segunda novela Boom Town y su primer libro de caza Game in the Desert”.
Luego de aquel año de libertad, retoma su labor docente en la universidad y paralelamente continúa escribiendo para la revista, reemplazando en 1941 al Mayor Charles Askins como editor de la sección de Armas y Municiones.
Hasta ese momento JOC escribía esencialmente acerca de sus experiencias de cacería, las cuales iban desde carneros, antílopes, ciervos, jabalíes, y algunos osos negros, pero a partir de 1943, en medio de la Segunda Guerra Mundial, la revista decide que deben incluir nuevo material, y se ve obligado a viajar cada vez más lejos en busca de diferentes trofeos y anédoctas. Así comienza a escribir sus relatos sobre cacerías de alces, caribúes, osos grizzlies, bighorn, entre otros.
Aquellos duros años de la Segunda Guerra Mundial fueron para O´Connor paradójicamente de distensión, viajes y cacerías. Sin embargo, esa precisamente era su manera de participar del esfuerzo de guerra. Outdoor Life era distribuida mensualmente a los muchachos americanos desplegados en todos los teatros de operaciones de Europa, Asia y Africa, y para eso era necesario tener historias que contar.
Para ese entonces la suerte estaba echada. En 1945 renuncia a la universidad y se dedica a tiempo completo a la revista en el puesto que lo llevaría al reconocimiento internacional: editor de Outdoor Life.
Durante esos años la actividad cinegética de JOC se restringió a los Estados Unidos, México y Canadá, y no fue hasta 1953, que llevó a cabo su primer safari africano. Otro sueño se le cumplía. Así fue como llegó a Kenia y Tanganyica (hoy Tanzania) con un safari organizado nada menos que por la famosa compañía de Kerr & Downey.
Los relatos de aquellos excitantes 90 días de safari fueron transcriptos posteriormente en numerosos artículos en la revista, en libros y en colaboraciones que solía hacer en Gun Digest, un clásico anuario de armas dirigido por John Amber.
A esta altura la carrera de Jack parecía no tener límite. En 1957 obtuvo el prestigioso Premio Weatherby, una especie de Oscar de los cazadores, que había sido instaurado un año antes por el fabricante de rifles Roy Weatherby (y que continúa hasta hoy premiando a los mejores cazadores internacionales). Para ese entonces su colección de trofeos había alcanzado unas cuarenta especies provenientes de Norte América y Africa.
En los dos años siguientes realizó otros dos safaris consecutivos al continente negro, siempre guiado por los más reconocidos Cazadores Blancos de la época (léase Cazadores Profesionales). A la vuelta de su segundo safari, se reúne con un amigo suyo Herb Klein, un magnate petrolero y ávido cazador y se dirigen ambos a Irán para cazar los carneros uriales invitados por el Príncipe Abdorreza Pahlavi.
Siempre acompañado por su esposa, JOC continúa una gira interminable de viajes y safaris que lo llevan por distintas partes del mundo, como Escandinavia, Europa, Mozambique y hasta la India. Sí, lo que le faltaba. Un Shikar de 30 días para cazar tigre a lomo de elefante.
Claro que además de los tigres, el .270 de JOC, junto con su 30-06 y su .375 H&H Mg. dieron cuenta de varios antílopes negros, axis, nilgai, ibex y algún que otro gaur.
Los O´Connor ya disfrutaban de reconocimiento internacional en el exclusivo mundo de la caza mayor, y en su lista de “grandes amigos”, figuraban desde príncipes indios, la realeza iraní, magnates texanos, el Príncipe Rainiero y su esposa Grace, entre otras tantas celebrities del momento. En cuanto al ambiente de la caza y la literatura especializada, O´Connor fue un privilegiado que contó con la amistad de lo más granado de los cazadores profesionales africanos, como John Kingsley-Heat, Harry Manners, el Conde von Alvensleben, Volker Grellman, Peter Seymour-Smith, así como de colegas escritores de la talla de Elgin Gates, Warren Page, Townsend Whelen, y Elmer Keith.
Por aquel entonces era habitual verlo a él y a Eleanor asistir a las galas de los premios Weatherby, las reuniones de Mzuri Safari Club, o las convenciones del Game Conservation International (Game Coin). Tuvieron ambos una vida social muy activa hasta sus últimos días.
En cuanto a su trabajo literario, además de las dos novelas que escribió publicó una veintena de libros sobre armas y caza mayor, entre los cuales se destacan “The Rifle Book”, “The Big Game Rifle”, “Complete Book of Rifle and Shotguns with a Seven Lesson Rifle Shooting Course”, Jack O´Connor´s Big Game Hunts”, “Sheep and Sheep Hunting”, y “Hunting in three continents with Jack O´Connor”, obras que hoy son consideradas clásicas en su género.
Su estilo literario es directo, claro, es común encontrar alguna que otra palabra en español proveniente de sus expediciones al desierto de México, y su característica relevante es el humor. Un tipo especial de humor sajón, pero que marcó un estilo que muchos intentaron imitar como el caso de Peter Capstick, sin éxito de su parte.
Era también amigo de usar seudónimos, especialmente cuando escribía en broma. Firmaba como Bill Ryan, Jim Ryan, Carlos Ryan II, Jim Hack, Ralph William, Henry Peters, indistintamente, y en esos artículos hacía gala de un fino sarcasmo.
Todavía conservo en mi poder algunas de esas piezas humorísticas que se publicaban de vez en cuando en el Gun Digest. Recuerdo un artículo publicado en 1971, titulado “Cartas a Jim Hack”, basado tal vez en su propia experiencia como editor de revistas, en el cual transcribe algunas cartas que lectores envían al editor de la revista imaginaria Shooting & Blasting. Allí, por ejemplo, un misionero que está por viajar a Africa para llevar la palabra de Dios a los nativos de Tanzania, le pide como favor que le done una increíble batería de rifles, con especificaciones de miras y municiones. Otro lector le escribe diciendo que encontró un arma, que tiene un gatillo y pesa 10 libras, y le pregunta quién es el fabricante, y cuanto puede pedir si la vende.
Otro artículo de ese estilo escrito en 1968 y firmado por el seudónimo de Bill Ryan, es el “Krautbauer Trophy”, una parodia al Premio Weatherby, en el que cuenta la experiencias de un magnate americano de las hamburguesas desesperado por cazar todos los animales que aparecen en el libro de records para ganar el famoso Premio Krautbauer, creado por un industrial alemán millonario para honrar al mejor cazador del año. Y cuando finalmente lo gana luego de dejar una fortuna y su salud en los más oscuros lugares del planeta, muere en la ceremonia de premiación.
Jack murió hace 30 años, un 20 de Enero del 1978, dos días antes de cumplir 76 años. Sin embargo sus escritos siguen vigentes y mantienen viva la admiración de muchos amantes de las armas y la caza deportiva. Recuerdo que hace algunos años conocí a un cazador estadounidense, quien en una charla de campamento, me contó de un pacto que había hecho con una gran amiga suya. El acuerdo era así: en lugar de festejar sus propios cumpleaños, celebrarían los de sus ídolos y se enviarían los regalos correspondientes.
Así, desde aquel entonces, él le envía una caja de bombones para cada cumpleaños de Elvis Presley. Y ella le manda una botella de bourbon para celebrar el nacimiento de Jack O´Connor. Aunque me aclaró que su amiga nunca tuvo idea de quién fue su ídolo, no ha pasado un solo 22 de Enero sin que él no haya recibido su regalo, y brindado consecuentemente por la memoria del viejo JOC, una leyenda de la caza, las armas y las letras.

Publicado en la Revista Vida Salvaje

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