Por
Eber Gómez Berrade
Adelino
Serras Pires fue un pionero de la caza mayor en Mozambique. Poseedor de una personalidad dura y exigente, culto
y cosmopolita, disfrutó de la última época del África colonial, y padeció en
carne propia el salvaje periodo de descolonización. Referente indiscutido de la
industria cinegética del siglo XX, fue siempre muy respetado entre la comunidad
internacional de cazadores profesionales. Falleció en Agosto pasado a los 87
años en su casa de Pretoria. Con su partida se fue un poco de esa magia que envuelve
al continente negro, y que aún embruja a los que se adentran en sus misteriosos
y excitantes territorios.
Serras
Pires era multifacético. Descollaba tanto en sus conocimientos del bush
africano, como en las selvas de los negocios y la política. Era apasionado y
obsesivo con lo que él consideraba que era lo correcto. Esto naturalmente le
trajo más de un problema con aquellos que no estaban de acuerdo con sus puntos
de vista, ya fueran empleados, clientes, políticos o guerrilleros. Los que lo
conocieron afirman que era durísimo con las autoridades coloniales que
detentaban abusos de poder o casos de corrupción. Y fue un enemigo acérrimo de
los tiranos que arribaron al poder de su país y lo sumieron en una sangrienta
guerra civil.
Primeros años
Adelino
nació en Pont de Sor, Portugal en el año 1928. En 1933 su familia emigró a la
colonia portuguesa de Mozambique, para ejercer el comercio y la actividad agropecuaria.
Su padre eligió establecerse en la provincia de Tete y luego en Guro, donde
construyó una red de negocios comerciales y una granja agrícola de grandes
dimensiones.
El
gusto por la vida en la naturaleza y la caza, que era el pasatiempo predilecto de
su familia, comenzó justo allí. A los ocho años acompañó a su padre y a su tío
en busca de leones cebados de carne humana, que asolaban una aldea cercana a
Tete. La cacería culminó con cinco leones muertos y la captura de dos crías. Ese
día su destino se selló para siempre. Iba a ser cazador.
Su
familia decidió que quería para él una educación inglesa, por lo que fue
enviado al Prince Edward School, en Salisbury (hoy Harare), capital de Rhodesia
del Sur (hoy Zimbabwe). Allí completó el curso secundario de Cambridge, y luego
recibió también instrucción militar, llegando al grado de Sargento cadete. Con
esos antecedentes, era natural que poseyera una excelente educación y una gran
cultura muy superior a la media. Su lengua nativa era el portugués, pero hablaba
con fluidez el español, el inglés y el afrikaans. Como producto de la educación
sajona, era también una entusiasta deportista. En su juventud practicó boxeo,
tenis, fútbol, rugby, criquet, waterpolo y hockey sobre césped. Sin embargo, la
caza era la que seguía quitándole el sueño. Conocía muy bien el comportamiento
animal, y era muy hábil en las técnicas de aproximación y rececho. Tenía un
excelente trato con los nativos y dominaba el chissena y el chingyungwe, dos
idiomas de las tribus que habitaban las provincias de Sofala, Manica y Tete en
el centro del país.
Pasó
su juventud en la granja de su familia, que su padre había fundado y haciendo
trabajos en una mina de oro de la región. Aquella vieja granja, estaba erigida
donde su padre levantó su primer campamento en la expedición que hizo para
buscar tierras donde establecerse, y también era el lugar donde descansaban sus
restos.
El
emprendimiento no sobrevivió la guerra civil. Un cuarto de siglo después,
Adelino asistió con dolor, a ver cómo todo se había destruido luego de la
independencia. La granja estaba completamente abandonada, reducida a escombros
y cubierta por la maleza. El sueño colonial de su padre, todavía estaba ahí,
pero convertido en una ruina, producto del vandalismo, el odio y la incultura.
Antes de la
Independencia
La
historia de Mozambique se parece bastante a la del resto de las naciones
africanas, que vieron sus días de dominación colonial europea, para luego
atravesar un proceso violento de independencia. Ese territorio costero del de África
oriental, fue explorado originalmente por Vasco de Gama en 1498, y reclamado por
los portugueses como colonia hacia 1505.
Desde
esa fecha hasta el 25 de
junio de 1975, permaneció bajo
la égida de los gobiernos de Lisboa. Sin embargo, ya una década antes, los
vientos de liberación comenzaron a soplar en Mozambique. Vientos que llegaban
de Kenia, de su Uhuru y de su revuelta Mau Mau de la década del 50. El Frente
para La Liberación de Mozambique (Frelimo), fue uno de los principales actores
en esta lucha de tinte nacionalista, convirtiéndose en una poderosa y salvaje
guerrilla apoyada por la Unión Soviética, que se disputaba con Estados Unidos
el tablero geopolítico del continente africano, durante la Guerra Fría.
En
1978 la guerrilla devino en un partido político marxista-leninista y de la mano de su líder, Samora
Machel, accedió al poder en un régimen unipartidista.
Machel ocupó el cargo desde la independencia del país, hasta su muerte en un accidente aéreo en 1986. En este período
trágico, desde 1975 hasta 1992, se llevó a cabo una guerra civil que culminó
con el acuerdo de paz firmado por el entonces presidente Joaquim Chissano, y Afonso
Dhlakama, líder de la opositora Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo). El Frelimo permanece en el
poder hasta hoy, habiendo ganado tres veces las elecciones multipartidistas
realizadas en los últimos años.
Fue
precisamente en ese período feliz, previo a la independencia, cuando Adelino
desarrolló una exitosa carrera en el comercio. Fue socio de una agencia de
viajes pioneras en el desarrollo del turismo cinegético, tenía una concesión
hotelera en el Parque Nacional de Gorongosa, y dirigía negocios familiares
relacionados con la agricultura y el comercio en las regiones de Tete y Guro. Sin
embargo, su destino estaba en la caza mayor, y fue por su ambición para
desarrollar una gran operación de safaris, que decidió visitar los Estados
Unidos y España en 1959, dando puntapié inicial de su actividad comercial como
operador cinegético. A mediados de la década del 60, y hasta 1973 participó en
el comité directivo de la Sociedad de Safaris de Mozambique (Safrique). En 1974
la situación con la guerrilla en Mozambique estaba casi fuera de control y
Safrique decidió cerrar sus operaciones de caza. Sin embargo, Adelino decidió
quedarse en su país y se incorporó a la empresa Mozambique Safariland, que
tenía concesión en la coutada (área de caza) número 5 del Parque Nacional de
Zinave, en las márgenes del río Save. Por aquel entonces Adelino quería operar
también en las coutadas de Manica y Sofala, y para eso tuvo que negociar
directamente con los comandantes del Frelimo.
El
golpe de suerte le llegó en 1963, cuando guió personalmente a los Marqueses de
Villaverde, una pareja de la nobleza española, que visitó Mozambique invitada el
presidente portugués. Los nobles recorrieron las coutadas de Manica, Sofala, y
la número 9 que estaba administrada directamente por la Agencia de Turismo
donde Adelino era socio gerente. La expedición fue un éxito y hasta obtuvo
cobertura internacional en los medios periodísticos de la época. Algo a lo que desafortunadamente
nos hemos desacostumbrados en estos días.
Los
Marqueses de Villaverde quedaron encantados y volvieron al año siguiente con
una pareja amiga. El safari volvió a ser un éxito y convirtió a Adelino en el
preferido por una cliente selecta, compuesta por miembros de la aristocracia europea, altos ejecutivos, escritores,
artistas de cine, astronautas como James Lovell del Apollo 13 y Stuart Allen Roosa
del Apollo 14, reconocidos cazadores internacionales de España, Portugal y
Estados Unidos, así como varios ganadores del prestigioso Premio Weatherby.
Las
áreas de cacería donde operaba Serras Pires tenían una enorme cantidad de
manadas de caza de planicie y peligrosa, pero no estaban conveniente mente
preparadas en términos de infraestructura para el boom de safaris que
comenzaron a llegar después de los Marqueses de Villaverde.
En
1964 -en pleno auge de los safaris-, el Banco Nacional Ultramarino de
Mozambique, creó la empresa Safrique, adquiriendo nueve concesiones. Allí se
realizaron importantes inversiones de capital en la edificación de campamentos,
aperturas de picadas, pistas de aterrizaje, remodelación de flota automotriz,
instalación de un eficiente sistema de radio VHS, y contratación de mayor cantidad
de personal calificado, aptos para alcanzar los más altos estándares de calidad
en la industria del turismo cinegético.
Con
estas mejoras, y con la demanda en constante aumento, la compañía se dio el
lujo de elegir a sus clientes, aumentar los costos y establecer períodos de
duración mínima obligatoria para sus safaris.
A
estas alturas Adelino, no sólo era un alto directivo en la empresa, sino
también el responsable técnico de la supervisión de los safaris y el embajador
itinerante de la compañía en todo el mundo, promoviendo a Mozambique como
destino de lujo en caza mayor. De esta manera, Safrique se convirtió en las décadas
del 60 y 70, en la empresa de safaris más grande de África, desplazando a las
históricas compañías de White Hunters establecidas en Nairobi, Kenia que
lideraban el mercado desde principios del siglo XX.
La independencia y el
caos
El
fin de la dominación portuguesa en Mozambique, abría una etapa de esperanza
republicana que no duraría mucho tiempo, pero también, firmaría el acta de
defunción de los safaris de caza mayor, tal cual como se venían realizando
hasta ese momento. A la misma velocidad que se retiraban los portugueses,
avanzaba la guerra civil entre el Frelimo y la Renamo, que adoptaron la guerra
de guerrilla como instrumento para hacerse del poder en el país. Para la época
de la independencia, Serras Pires decidió emigrar y buscar otros rumbos para
sus operaciones de caza. Comenzó naturalmente por Angola, la otra ex colonia
portuguesa del continente. Luego cazó profesionalmente en Rhodesia de Sur
(actual Zimbabwe), Sudáfrica, Kenia, República Centro Africana, Zaire (actual
República Democrática del Congo) y Tanzania. Fueron diez años de constantes
sobresaltos, recorriendo concesiones, parques nacionales y áreas de caza, en
países que también atravesaban violentos periodos de descolonización, signados
por el caos de las guerras civiles. Sin
embargo, la fama de excelente cazador y outfitter, hizo que Adelino mantuviera
su cartera de clientes allí donde fuera, y continuara guiando a aristócratas,
miembros del jet set internacional, y celebridades del mundo entero.
Secuestrado
En
1984 Adelino guió, en un safari por Tanzania, a Valery Giscard D´Estaing, quien
había sido presidente de Francia entre 1974 y 1981. Giscard D´Estaing fue uno
de los artífices de la comunidad europea, y además un consumado cazador, que
también recorrió Argentina en busca de nuestra fauna por aquellos mismos años.
Hacia
fines de Agosto de ese año, a pocos días de finalizada la cacería con el
político francés, Adelino fue detenido por agentes del servicio secreto de
Tanzania, junto a su hijo Adelino Jr., su sobrino Carlos Artur y otro pariente
llamado Rui Monteiro. Los cuatro, esposados y con los ojos vendados, fueron
subidos a un avión en el aeropuerto Kilimanjaro, y transportados a la capital
de Mozambique para ser entregados a las autoridades de ese país. El avión que
los llevó, pertenecía nada menos que a Julius Nyerere, presidente de Tanzania. Una
vez en Mozambique se los acusó de estar planeando un golpe de estado para
derrocar al presidente Samora Machel, líder del Frelimo, con la complicidad del
grupo guerrillero Renamo, la nunca bien ponderada CIA de los Estados Unidos, un
grupo terrorista portugués con base en Lisboa, y hasta el mismísimo Giscard
D´Estaing, ex presidente de Francia.
El
cautiverio del los cuatro sospechosos en las mazmorras de la prisión de Machava
en Maputo fue aterrador. Diariamente era sometidos a torturas e interminables
interrogatorios sin sentido, donde los captores aprovechaban para pasar viejas
facturas de hacía más de una década, de los tiempos en que Adelino combatió,
fusil en mano, a las incipientes guerrillas de Frelimo que intentaban
adentrarse en las coutadas que él administraba.
El
grupo fue mantenido en celdas separadas, sin contacto entre ellos por un
período de cinco meses. La suerte parecía echada, sin embargo, los contactos de
Adelino y sus amistades entre altos dignatarios internacionales, hicieron que
se elevaran fuertes críticas y pedidos de liberación por parte de los presidentes
de Portugal y de Francia, del Rey Juan Carlos de España, de la Cruz Roja
Internacional, de Amnistía Internacional, de la familia Aznar de España, y de la
organización International Hunting and Game Conservation.
Luego
de muchas deliberaciones, el gobierno de Machel accedió a liberarlos, y así
pudieron finalmente abandonar Mozambique con vida, dirigiéndose a Zurich, donde
se hospedarían en casa del embajador de Portugal.
Esta
experiencia traumática, lejos de amedrentarlo, convenció a Adelino de la
necesidad de participar en la vida política de su país. Y así fue que algunos
años más tarde, ingresó a la Renamo, quien ya era el principal partido político
de la oposición. En la década del 90 Adelino fue entrevistado en su
condición de activista, por el escritor
Arturo Pérez Reverte, quien era corresponsal periodístico para una cadena de
televisión española, que estaba haciendo una cobertura sobre la situación
política y social de Mozambique.
Cuarteles de invierno
Serras
Pires se retiró del mundo político y de los safaris al llegar el milenio. Al
doblar la séptima década de vida, se estableció en Sudáfrica y se casó con
Fiona Claire Capstick, viuda de Peter Capstick, recordado autor de “Muerte en
los pastizales”. Fiona, una ex oficial de inteligencia de las Fuerzas
Sudafricanas de Defensa y traductora de la Corte Suprema de ese país, continuó
escribiendo sobre temas relacionados con la caza mayor y el continente
africano. En 2001 ambos publicaron “Vientos de destrucción”, un libro
autobiográfico de Adelino. La pareja vivió desde entonces en Pretoria, haciendo
esporádicos viajes al añorado Mozambique,
y visitando convenciones de caza como las del Safari Club Internacional, el
Dallas Safari Club, el Houston Safari Club, y la Asociación Internacional de
Cazadores Profesionales. Adelino murió en Agosto de este año. Se fue así uno de
los últimos cazadores caballeros de la época colonial, y un testigo
privilegiado de la convulsionada y sangrienta historia del continente negro.
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