Por Eber Gómez Berrade
Marzo tiene olor a aventura. Llega la hora de la verdad para los cazadores que se alistan para la mágica brama, o para el inicio de la temporada de safaris en la mayoría de los países del cono sur de África. Para ellos señalamos aquí los pasos para dejar en condiciones el rifle, los accesorios necesarios y las técnicas para prepararse dentro y fuera del polígono.
Como todos los pilotos de avión saben, jamás se emprende un vuelo sin los chequeos pertinentes de la aeronave. Esto se realiza invariablemente mediante un protocolo escrito previamente establecido que nunca se modifica, y cada vez se lleva a cabo con el más absoluto rigor y atención. La inspección del avión y el chequeo de los instrumentos son imprescindibles a la hora de levantar vuelo.
Así como los pilotos, los cazadores deberíamos seguir protocolos establecidos y prestar la misma atención al equipo de cacería en general y al rifle, en particular. Los pilotos saben que una vez en el aire hay poco que se pueda arreglar. Al cazador, una vez en el campo, le pasa lo mismo.
Paso por paso
El procedimiento de revisión y control debe ser minucioso y metódico, comenzando y terminando siempre de la misma forma. Puede comenzar por ejemplo, por la revisación del cerrojo, la recámara, el cargador; seguir con el estado del cañón, y terminar con la culata, la mira y los accesorios. Probar el cerrojo, el cargador y el funcionamiento correcto de los mecanismos de alimentación es fundamental a la hora de enfrentarse a caza peligrosa. Cuando lo haga, pruebe con el cargador completo para comprobar que no se trabe ante rápidas extracciones. Familiarícese con el desarme completo del cerrojo. Esto podrá serle de utilidad, no solo para hacer una limpieza profunda sino en caso de mal funcionamiento en el campo.
Haga una inspección visual sobre la recámara, el cañón, y confirme que todo esté limpio y sin residuos de aceites o grasas. Pasar la baqueta para dejar el interior del caño seco antes de hacer las pruebas de tiro no es tampoco mala idea.
Revise cuidadosamente la culata en busca de rajaduras o marcas sospechosas, controle que el culatín esté firme, y todos los tornillos del montaje estén perfectamente ajustados y alineados.
Preste mucha atención a los mecanismos del seguro y cola del disparador. Pruébelos una y otra vez hasta quedar completamente conforme. Si usa gatillo a pelo, móntelo y dispare en seco. Trate de asegurarse que todo funcione bien sin bala en la recámara. Luego vendrán las pruebas de tiro.
Revise el estado de las correas. Suelen ser accesorios a los que se presta muy poca atención, pero que se convierten en vitales a la hora del safari. Si las correas son de cuero, cuide que no esté reseco. De todas maneras nunca hará mal pasarle alguna cera o unto de monturas como el de la marca Cerasoline. Si es de tela tipo militar o de goma elástica, fíjese que el material este en perfectas condiciones. Ante la menor duda, pase por la armería más cercana y agénciese una correa nueva.
Revise también el estado de las argollas de sujeción. Una caída del rifle en plena cacería puede poner un fin inmediato a la aventura. Le tomará solo unos minutos pero evitará sorpresas desagradables una vez que esté arriba del caballo con el rifle terciado en plena Patagonia tras los bramidos de un esquivo colorado.
Controle la mira, desde los lentes hasta los mecanismos de corrección, verifique que todo esté en orden, que tenga las tapas de los tornillos de alineación, y que el montaje esté correctamente ajustado.
Si usa una mira con retículo iluminado, coloque una batería nueva y llévese además una de repuesto.
Con la verificación de esta lista de chequeo ya estará en condiciones de probar el funcionamiento del arma en el polígono.
Le sugiero también que, aunque no sea piloto de avión, aplique esta modalidad al resto del equipo que piensa llevar. Binoculares, telémetros, GPS, cámara de fotos, cuchillo, y un más o menos largo etcétera, que lo ayudará un poco a eludir los maleficios de Murphy y sus antipáticas leyes.
Ya frente a la línea de tiro, puede comenzar la segunda etapa de verificaciones. Lo primero que le sugiero es usar exactamente la misma munición que llevará a la cacería.
Si quiere experimentar, éste es el momento. Hacerlo en La Pampa sobre un desafortunado ciervo va a ser más caro, y en África sobre algunos de los Big 5 mucho más, además de peligroso.
La elección del tipo de munición es fundamental, y un tema que da para un artículo propio. Lo que es claro es que está absolutamente relacionado con el tipo de fauna que vaya a buscar y con el ambiente en donde se desarrolle el safari.
Esta variable deberá tenerse en cuenta a la hora de definir la distancia en la que poner en “0” la mira. Analice los grados de caída de la munición en diferentes distancias secundarias. Así tendrá una clara imagen mental sobre la curva balística que desarrolla la punta elegida.
En líneas generales, regular a 150 o 200 metros será adecuado tanto para la brama como para un safari estándar de animales de planicie en los países del sur de África. Las distancias promedio de tiro de los animales de caza peligrosa en África serán siempre mucha más cortas, y eso habrá que tenerlo en cuenta también al regular el rifle.
Precisamente si ésta es su elección, su seguridad también dependerá de la penetración de la punta, por lo que es buena idea comprobar con el cronógrafo que la velocidad de la munición esté acorde a lo sugerido por las tablas que provee el fabricante.
Como todo recargador sabe, la cápsula vacía luego del disparo es una fuente importante de información. Revise a conciencia cada detalle, en busca de defectos en la percusión, chequee la expansión de la vaina, y compruebe la facilidad en la extracción.
Entrenando para la cacería
Si una vez repasado cada uno de estos detalles, quedara conforme, es tiempo de limpiar el rifle y dejarlo listo para el viaje, o si puede hacerlo, probarlo y probarse en condiciones normales de cacería.
Jack O´Connor decía que era el indio detrás del arco y no la flecha lo que contaba a la hora del disparo. Por eso, una vez verificada la lista de chequeo, solo habrá completado la primera etapa de la preparación. La segunda es más divertida, y es ver in-situ como responde el binomio arma-cazador.
Entrenar fuera del polígono en condiciones de tiro normales es de capital importancia para logar un manejo solvente del fusil, familiarizarse con el equipo, las distancias y las posiciones de tiro.
Un adecuado programa de entrenamiento de este tipo, debe incluir según mi opinión, disparos a distancias estimadas y en diferentes posiciones. En África, por ejemplo, cuando de especies de planicie se trata, los profesionales prefieren que los clientes disparen a animales quietos usando alguna clase de apoyo. La razón es que de esa forma, se acota el riesgo de errar o peor aún de mal herir al trofeo. Sin embargo, no siempre estas condiciones cuasi ideales se dan en el safari, por lo que el cazador debe estar muy bien familiarizado con los disparos a mano alzada o con blancos en movimiento.
Ya se ha hablado en estas páginas sobre las posiciones de tiro de cacería, por lo que sólo haré mención a que el uso de apoyo no significa para nada estabilidad absoluta como la que se obtiene en la mesa de reglaje en el polígono.
El uso de trípode o bípode en una situación real, cuando se está cansado por una extenuante caminata y una difícil aproximación, con el cuerpo inundado de adrenalina generada al ver el trofeo soñado a metros del rifle, ofrece apenas una pequeña ayuda para sosegar los movimientos de la cruz de la mira sobre la paleta de la pieza.
Para esto, hay una solución: Practicar. Y mucho.
Una vez alcanzado ese punto, ya solo quedará hacer las valijas y definir que herramientas y accesorios llevar.
Preparando las valijas
La mira telescópica es lo primero a considerar. Al igual que el rifle, la elección de la óptica deberá estar relacionada con el tipo de especie a buscar y el ambiente en el que se desarrollará la cacería. En caso de viajar al exterior, es útil llevar una mira de repuesto aunque no es muy común hacerlo. Si el montaje es de los de quita y pon, le permitirá la posibilidad de llevarla separada del rifle en el equipaje personal. De todas maneras, cualquiera sea el destino elegido, le sugiero que su arma tenga siempre las miras fijas de alza y guión. Así en caso de rotura por una caída, maltrato en el viaje, retroceso de grandes calibres, etc. siempre podrá apelar al uso de las viejas miras abiertas.
Es conveniente que agregue a la telescópica, unos protectores de lentes como los de tapas plásticas marca Butler Creek, o usar fundas de neoprene que cubren toda la mira.
El siguiente accesorio a considerar es la correa. Con la posible excepción de la cacería de rececho de animales peligrosos, la correa del fusil es muy importante. La forma y material dependerán del tipo de cacería que se realice. Si tiene que caminar durante muchas horas, o llevar el rifle terciado en la espalda montado a caballo, las flexibles de goma son ideales. Si, prevé cazar en un ambiente selvático y húmedo, las de lona tipo militar se adaptan bien. Las de cuero -que son las más lindas- algunas veces incomodan, por lo que las dejaría para aventuras no muy demandantes o acechos desde apostaderos. Tenga en cuenta al momento de elegirla que sea ancha para que reparta mejor el peso del arma en el hombro.
No hay mucho que decir en cuanto a los portabalas. Los hay para todos los gustos, de nylon, de lona, de cuero, con y sin tapas, camuflados, con cierres de plásticos o de bronce, para 5, 6 o 10 cartuchos. Hay también cananas, correas y chaquetas de safaris con ojales para tener siempre la munición a la mano. Lo único que no debería hacer es llevar un manojo de balas en el bolsillo. Sólo atentarán contra usted cuando intente una silenciosa aproximación final a su presa.
El estuche del arma es también un tema aparte, en especial para los que viajan al exterior. Uno bueno de plástico rígido será suficiente para subirlo a la camioneta y emprender el viaje a los bramaderos. Si el destino es África, un estuche de metal o plástico reforzado es imprescindible. Deberá ser totalmente resistente a los golpes y maltratos a los que son sometidos los equipajes por el desaprensivo personal de las aerolíneas. Deberá tener un muy buen cierre y candado con llave y en lo posible las bisagras reforzadas. Deberá tener un interior acolchado que impida todo tipo de movimiento del arma en su interior. Deberá tener una clara identificación del propietario en el exterior y por sobre todo, no tener ninguna identificación relacionada con la caza o el tiro. Nunca me pasó -ni supe de gente cercana a la que le haya ocurrido-, de encontrarme con activistas ecológicos en aeropuertos en el exterior. Pero uno nunca sabe.
Un estuche rígido del tipo Pelican podrá funcionar bien. En los Estados Unidos hay una par de marcas que fabrican unos muy buenos tales como Americase (de metal) y Tufpak (de plástico rígido), ambos vienen con ruedas para el traslado. La particularidad de éste último es que es de forma hexagonal y permite colocar otras cosas además del arma. Tranquilamente podría ser confundido como un estuche de palos de golf, por ejemplo. En todos estos casos, los sistemas de cierre y seguridad están reforzados.
Para los vuelos a África, recuerde que deberá llevar las municiones separadas del arma. En cuanto al equipaje, tenga en cuenta las actuales restricciones que las aerolíneas imponen sobre la cantidad y peso de cada maleta.
El uso de este tipo de estuches es sólo para el traslado en avión, porque una vez en el campamento, se usará una funda flexible de nylon, lona o cuero. Puede llevar el rifle dentro en los traslados que realice en el vehículo de cacería. Pero ojo, que no lo sorprenda el ejemplar de su vida cuando tenga el rifle guardado en la funda.
Dentro de la mochila de caza, no deberían faltar algunos accesorios muy necesarios en el campo. Por ejemplo, el equipo de limpieza. Ya sea que esté cazando con lluvia, en un ambiente húmedo o en un clima seco lleno de tierra y arena, trate de hacer una limpieza diaria del rifle. Puede ser una actividad relajante para realizar al atardecer en el campamento, pero es también muy necesaria para dejar el arma lista para el día siguiente. Para esto no necesita mucho. Un cordón de limpieza tipo Bore Snake como el de Hoppe´s, o una baqueta con sus cepillos y paños, y un trapo. En África podrá pedirle aceite o líquido limpiador a su cazador profesional de manera de evitar el traslado aéreo de líquidos en el equipaje. Agregué a su kit, los elementos para limpieza de las ópticas (mira, cámara, telémetro). Para eso, una pequeña cajita con cepillo, paños suaves o papel tissue, y un rociador de líquido limpiador de lentes será suficiente.
Le sugiero también que agregue a su mochila, unas pequeñas herramientas que podrían serle de utilidad en el campo, como un destornillador y un juego de llaves Allen para realizar un ajuste periódico de los montajes y tornillos del rifle, una pinza del tipo Leatherman y cinta adhesiva.
La última etapa
Una vez en el campamento, llegará la etapa final de la preparación del rifle para el safari: la verificación de la alineación de la mira. Esto es importantísimo. Nunca empiece la cacería sin antes haber verificado que el rifle pega tal cual como usted lo dejó en el polígono. Golpes durante el traslado en avión, camioneta, caballo, etc, pueden haber modificado la alineación. Si el campamento no cuenta con un lugar adecuado ni una mesa para tal efecto, no importa. Coloque un blanco de reglaje a 50 metros, ubíquese en una posición estable con un buen apoyo y observe el comportamiento del arma. En este momento, confirmará la utilidad de haber analizado la caída de la munición en el polígono. Recuerde que si regula a distancias mayores, tendrá mayor dificultad para identificar errores.
Si no pega como es debido, existen varias técnicas para regular la mira con un gasto mínimo de munición. Tenga en cuenta que si está en un campamento alejado en el interior de África, es probable que toda la munición con la que cuente en su safari sea la que usted mismo llevó.
Si todo está en orden, una serie de tres disparos bastará para confirmarlo y será más que suficiente para comenzar el safari con seguridad.
Por último, una sugerencia en este sentido sólo para los que encaren expediciones largas, donde no tengan que hacer un uso diario del arma, como son algunos safaris de caza peligrosa: y es que cada dos o tres días hagan una mini sesión de tiro de dos o tres disparos a un blanco de reglaje. De esa manera, podrán asegurarse que el rifle sigue funcionando perfectamente, y de paso calentarán la muñeca, a la espera del último disparo que abata la pieza tan ansiada.
Publicado en Revista Vida Salvaje (Marzo 2011)
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