Por
Eber Gómez Berrade
El
Barón von Blixen-Finecke fue uno de los más refinados cazadores blancos que
operaron en el Este de África entre las dos guerras mundiales. Estuvo casado
con la escritora danesa Karen Dinesen, quien lo recuerda en su clásica obra
“Out of Africa”, con exquisita pluma y algo de parcialidad. Se casó cuatro
veces y vivió innumerables romances. Fue socio de Philip Percival, el decano de
los cazadores. Amigo de Hemingway y de su esposa, la corresponsal de guerra
Martha Gelhorm. Guió al Príncipe de Gales entre otras tantas celebridades y
escribió un libro autobiográfico, que se convirtió en un clásico de la
literatura de safaris en África.
Paradójicamente
y debido a las semblanzas descriptas por Karen Dinesen en su libro, y
posteriormente, con la actuación de Karl Maria Brandauer que lo interpreta en
la película “Africa mía”, queda la impresión de que Blixen ha sido un personaje
secundario, apenas la contra figura de un carismático Finch Hatton, encarnado
por Robert Redford. Cuando en realidad, fue uno de los profesionales más
buscados de su tiempo y un explorador intrépido que recorrió el este de África
como pocos. Su vida sin dudas, hubiera sido digna de ser contada en una película
propia.
Injusticias
de Hollywood aparte, lo que sí es verdad es que fue muy mujeriego. Le tocó
vivir además en el famoso “Happy Valley” de Kenia, en la década del 1920. Un
polo de atracción de hombres y mujeres apasionados por la aventura, tanto en la
naturaleza como en la intimidad de las habitaciones. El famoso Muthaiga Club de
Nairobi, fue mudo testigo de infinidad de indiscreciones, amoríos, traiciones y
excesos de todo tipo. Y Bror fue sin dudas, uno de los personajes principales
de esa era.
Suecia natal
Su nombre completo
era Bror Frederik von Blixen-Finecke. Nació, junto con su hermano gemelo Hans,
un 25 de Julio de 1886, en el estado sueco de Nasbyholm, en el seno de una
familia aristocrática, por lo que recibió el título de Barón.
Ya
de chico mostró una afición por la caza, los caballos y los perros que era inversamente proporcional a su afición por el
estudio y la disciplina.
Sin
embargo, su educación fue buena y eligió dedicarse a la agricultura. Al
terminar el colegio, pudo manejar un pequeño establecimiento agropecuario
local. La zona de Nasbyholm tenía también, excelentes campos para la caza
menor, y allí fue donde se enamoró de Karen Dinesen, su prima segunda, con
quien comenzó de inmediato a hacer planes para casarse e irse a vivir al
extranjero.
Memorias de África
Para
ese entonces las historias de safaris africanos realizados por alguno de sus familiares,
había inflamado la imaginación de los dos jóvenes, sellando el destino de su
futura y corta relación. Así fue que Bror zarpó para el África oriental
Británica (como se denominaba a Kenia por aquellos años), y adquirió una
parcela de tierra a unos 15 kilómetros al oeste de Nairobi, para convertirla en
una plantación de café. El emprendimiento se llamó Karen Coffee Company. Tenía
26 años y ni la menor idea de lo que estaba por vivir en los años venideros.
Así
fue que algunos meses después de su llegada a la colonia británica, estalló la
primera guerra mundial, implicando al Imperio en la más grande conflagración
jamás vivida, hasta ese momento.
Mientras
los ingleses y franceses se aprestaban a combatir a los alemanes en las
trincheras de Europa, Karen -a quien todos llamaban Tanne-, arribó en barco al
puerto de Mombasa, y sin perder mucho tiempo, se casó con Bror. En el barco
rumbo a África, Karen conoció al general alemán Paul von Lettow-Vorbeck y al Príncipe
Guillermo de Suecia, hermano del futuro rey Gustav VI. Fue Guillermo quien se ofreció
llevar desde Mombasa, a la pareja de recién casados en su vagón especial del
tren a Nairobi. Al amanecer, Karen y Bror desayunaron a bordo con una vista
increíble de las planicies Athi, un sol inmenso y manadas interminables de
fauna salvaje. El matrimonio iba sobre rieles, literalmente.
Ya
establecidos en su propiedad, la pareja disfrutaba de la convivencia, de sus
nuevos y muchos amigos, de fiestas en el Muthaiga y de excursiones de caza.
Bror inició a Karen en la caza mayor y le regaló un Mannlicher Shoenauer
calibre .256, ideal para especies de planicie.
Los años de la Gran
Guerra
Los
efectos de la guerra en Francia, no se hicieron esperar mucho para llegar a la
colonia africana. Karen comenzó a ser sospechada de colaboración con Alemania
por parte de algunos granjeros ingleses, aduciendo su amistad con el general
von Lettow, quien era en ese momento la mayor amenaza a las tropas británicas
en la frontera con Tanganica. Sin embargo, las dudas sobre su lealtad se
disiparon cuando se conoció la noticia de que su hermano, Thomas Dinesen, había
sido condecorado por el mismísimo Rey Jorge de Inglaterra con la Cruz Victoria al valor, mientras
servía en el regimiento de Rifleros del Quebec Canadiense. Bror mismo estuvo
involucrado con el esfuerzo de guerra británico en la colonia. Se unió como
voluntario en las fuerzas de caballería Sudafricana denominada Bowker´s Horse,
que estaban desplegadas en la frontera con la Tanganica en poder alemán. Allí
junto a las tropas de Lord Delamere, intentaban detener el avance germano de
las catorce compañías de la temible Schutztruppe, comandada por el general von
Lettow-Vorbeck.
Safaris y amoríos
Aquellos
años que duró el conflicto estuvieron lejos de ser idílicos. La economía
colapsó, los precios de los commodities se dispararon, los hombres marchaban
voluntarios al frente de batalla, las mujeres y los niños eran internados en
campamentos del Ejército, por temor a ser blanco de una revuelta indígena. El
matrimonio con Karen también cayó en desgracia. La guerra no tuvo tanto que
ver, más bien las infidelidades de Bror que ya eran muy evidentes y nada
discretas. Karen se contagió sífilis de su esposo, y debido a eso, perdió toda
esperanza de ser madre.
Para
1921 la pareja estaba divorciada, la compañía vendida y Bror iniciaba así una
nueva vida, como cazador blanco. Esta nueva etapa incluía un nuevo amor, como
era de esperarse.
La
elegida fue una bella mujer casada, llamada Jacqueline Birkbeck, apodada
Cockie. El amorío surgió mientras el esposo de Cockie se encontraba de viaje en
Inglaterra. El romance duró bastante tiempo, para los estándares de Bror,
claro. La pareja se casó en 1928 y en esos años, su situación económica no era
muy buena. A pesar de su éxito como cazador blanco, siempre parecía hallarse al
borde de la quiera.
Cuentan
los que lo conocieron, que era incansable. Podía seguir el rastro de un elefante
durante días, o pasarse noches bebiendo y contando historias sin mostrar la
menor fatiga. Cuando no guiaba clientes, salía a explorar, nuevos lugares para
sus cacerías junto a sus nativos. Siempre tuvo una excelente relación con su
personal, especialmente con Simba, un rastreador de la tribu WaLiangulu. Los
nativos, siempre adeptos a re bautizar a los blancos con nombres más apropiados
que los propios, lo llamaron Waboga, ganso salvaje, en idioma Mbulu.
Blixen
recorrió prácticamente todo el este de África. Abrió caminos en regiones
inhóspitas, que serían utilizadas años más tarde por guarda parques y
cazadores. Recorrió extensivamente lo que luego sería el Parque Nacional Tsavo
y cazó a lo largo del río Tiva, las colinas Dakadima y Mutha, Tanganica, Uganda,
Sudán, y también viajó por el lago Chad, Tombuctú y el Congo Belga en el África
central. Cazó incontables especies de
planicie, los cinco grandes de caz apeligrosa, bongo y eland gigante de Lord
Derby, y llegó a obtener cuatro elefantes de más de 116 libras en un safari, un
record sólo superado muchos años más tarde en la década del 50.
Fue
también uno de los primeros en utilizar aviones para hacer reconocimiento de
áreas de caza, detectar manadas y elegir lugares apropiados para eventuales
campamentos. Hasta ese entonces, el uso de aviones como ayuda a la cacería,
estaba en discusión desde el punto de vista de la ética deportiva. Finalmente,
la legendaria EAPHA (East African Professional Hunter´s Association), liderada
por Philip Percival, decidió que la incipiente aeronáutica podría asistir a la
industria de safaris, siempre y cuando se mantuviesen y respetasen las leyes de
la caza, de acuerdo a los más estrictos códigos de ética británicos. Como Bror
no era aviador, la encargada de pilotear el avión en el que él viajaba, era
Beryl Markham. Una joven intrépida e inteligente, que recordaba por su belleza a
Greta Garbo en sus mejores años, y era una consumada aviadora. Beryl era además
una excelente amazona y criadora de caballos de carrera. Pero fue en la
aviación y en la literatura donde encontró el reconocimiento internacional. Los
dos sobrevolaban el Voi, Maktau, Kasigu en las áreas de Kilibasi, y muchos
otros lugares de Kenia, buscaban desde el aire manadas de elefantes, acampaban
en medio de la sabana y bebían champagne en interminables fogones. Naturalmente
lo que siguió es fácilmente imaginable. Se convirtieron en amantes por algún
tiempo. Luego Beryl comenzó a salir con Dennis Finch Hatton, que era en ese
entonces, el amante de Karen Blixen, la ex de Bror. No por nada le decían “Happy
Valley” a Kenia en la década del 20.
Safaris y clientes
En
su carrera profesional fue contratado por poderosos empresarios y celebridades
internacionales. Era uno de los cazadores más solicitados. Guió entre otros, a
Winston Guest, renombrado polista estadounidense; a Sir John Delves Broughton,
un terrateniente inglés casado con una bella, joven y no muy leal esposa; a
Eduardo, Príncipe de Gales, heredero al trono de la corona Británica; al
magnate estadounidense Alfred Vanderbilt; y al coronel Richard Cooper, héroe de
guerra y millonario inglés, muy bien conectado en la sociedad inglesa y
norteamericana, con quien Blixen forjó una gran amistad durante años. Cooper
fue quien le presentó a Ernest Hemingway. Desde el primer momento, el escritor
y el cazador revelaron muchos puntos en común. A ambos los apasionaba África,
la caza mayor, la pesca, la aventura, las mujeres y la bebida. Se cree que “Papa”
Hemingway se inspiró en la personalidad de Bror para crear el personaje de
Robert Wilson, aquel cazador blanco protagonista del cuento “La corta y feliz vida de Francis Macomber”,
en donde la esposa del cliente, mata a su marido en un safari, para quedarse
con el cazador profesional. Nunca sabremos si fue así o no, lo cierto es que
hay varias versiones sobre los hechos que pudieron haber inspirado a Hemingway
para escribir esa obra. Ahora algo es evidente, la personalidad mujeriega de
Bror caía como anillo al dedo para alimentar esa teoría.
A
pesar de ser uno de los cazadores blancos mejor pagos de África, la situación
económica de Bror y su esposa Cockie no mejoraba. Fue por eso que su amigo y
cliente, el coronel Cooper, le ofreció a la pareja una renta de 800 libras al
año para administrar una plantación de café de su propiedad en Tanganica. La
pareja aceptó y comenzó a trabajar en la granja, mientras además Bror guiaba
algún que otro safari de manera esporádica. Eso era lo que lo apasionaba. Eso y
las mujeres, naturalmente.
Un
día en 1932, llegó de visita a la granja donde trabajaba, Eva Dickson, una
bellísima sueca. Rubia, alta, con piernas interminables, aventurera, piloto de
rally, aviadora y escritora. En ese momento, Cockie estaba justo en Inglaterra
visitando a su familia. A esta altura, creo que tampoco es muy difícil adivinar
lo que sigue. Tórrido romance, infidelidad, divorcio de Cockie, y finalmente boda
con Eva, un par de años más tarde. El titulo de Baronesa Blixen, iba a pasar de
manos una vez más.
Otra nueva esposa
Así,
en 1935 la pareja se casó en Nueva York, y se fue de luna de miel en un crucero
de pesca por Cuba y las islas Bahamas, junto a Hemingway y su nueva esposa,
Martha Gelhorm, reconocida e audaz corresponsal de guerra estadounidense.
Las
aventuras de Eva iban a llegar a la tapa de los diarios de la época en más de
una oportunidad. Se convirtió en la tercera mujer sueca que obtuvo su licencia
de piloto de avión. Manejó desde Nairobi hasta Estocolmo y se convirtió así en
la primera mujer que atravesó el desierto del Sahara en auto. Participó en varias
expediciones científicas en Kenia, y en 1935 cubrió como reportera de guerra la
crisis de Abisinia, en la actual Etiopía.
Dos
años más tarde, decidió unir en solitario Suecia y China en automóvil, a través
de la Ruta de la Seda. Partió de Estocolmo, atravesó Alemania, Polonia,
Rumania, Turquía, Siria, Irán, Afganistán e India. En Calcuta enfermó y decidió
volver a Europa, de la misma manera: sola y en automóvil. En su camino de
vuelta en Bagdad, una noche de Marzo de 1938, luego de una cena en un hotel,
perdió el control de su vehículo, chocó y murió en el acto. La embajada envió a
Bror un telegrama informándole la terrible noticia, pero como estaba en safari
recién lo recibió a su regreso a la ciudad, en el mes de Julio. Para ese
entonces, el cuerpo de Eva había sido enviado a Estocolmo y enterrado hacía ya
tres meses.
Suecia finalmente
Ese año marcaría otro punto de inflexión en la vida de barón Blixen. Además de perder a su esposa, decidió abandonar definitivamente la cacería profesional y se mudó a Suecia. En Estocolmo volvería a casarse por cuarta vez, y se estableció cerca de su familia y amigos, pero lejos, muy lejos de la aventura.
No
pasó mucho tiempo de esta vida tranquilla y familiar, que el 4 de Marzo de 1946
protagonizó un accidente de auto, encontrando la muerte de manera instantánea.
Así terminó su vida, luego de haberse enfrentado a fieras salvajes, aviones
precarios y maridos celosos. Tenía entonces 60 años. Dejó tras de sí, muchas
historias divertidas, encuentros mano a mano con los cinco grandes, un libro
autobiográfico llamado “African hunter”, y una excelente reputación profesional
que lo ubica sin lugar a dudas, entre los mejores cazadores blancos que
vivieron durante la legendaria época de oro de los safaris en el continente
negro.
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