Por
Eber Gómez Berrade
Adentrarse
en el continente africano para cazar cualquiera de las especies de caza
peligrosa, demanda al cazador deportivo, una serie de conocimientos específicos
para realizar su tarea con éxito y de una manera segura. Así es que el
conocimiento de patrones de comportamiento animal, -mandatorio en el trabajo
del profesional-, será sin dudas también muy útil para el cazador en su safari.
En este artículo, presentamos un decálogo de pautas a tener en cuenta, para
comprender algunas características de comportamiento de las especies de caza
peligrosa en África.
La
diferencia entre los cinco grandes (u ocho, si agregamos dos especies de rinocerontes,
y sumamos al cocodrilo y al hipopótamo), con lo que se denomina, especies de
planicie, radica básicamente la reacción que tienen los animales de ambas
categorías ante una agresión, o ante la invasión de su zona de seguridad. Claramente
en el caso de las especies de planicie, huirán. En el caso de los cinco
grandes, también lo harán, pero además podrán atacar al agresor o al invasor. El
ataque, está dentro de su menú de comportamiento.
Existen
dos áreas que perciben los animales, a las que podría denominar de escape y de
ataque. La de escape, es obviamente más grande que la de ataque, y ambas
variarán de acuerdo a cada especie, y a las condiciones especiales en cada
caso. Una hembra de elefante si está con cría, tendrá áreas considerablemente
mayores a las de un macho viejo y solitario. Para poner un ejemplo, en el caso
de un león, la zona de escape varía entre un radio de 35 a 50 metros. Su zona
de ataque, en cambio, se reduce de 10 a 20 metros. Cualquiera que la atraviese,
estará a merced de una carga. Conocer de antemano estas distancias, así como la
velocidad de cada especie (que en el
caso particular del león alcanza los 18 metros por segundo), es clave para
estar adecuadamente preparado a la hora de medirse en un mano a mano con cualquier
animal peligroso.
Los
animales reaccionan en forma diferente si lo que se acerca es una camioneta o un
humano a pie. La razón, es obvia, el vehículo no es percibido como humano y por
lo tanto como un riesgo. Cualquiera de las especies de caza peligrosa de África,
tomarán al hombre como un potencial agresor, escapándose o atacándolo. Como
mecanismo de detección y alerta, cada especie posee diferentes características.
Los rinocerontes tienen una pobre agudeza visual, por lo que dependen de su
percepción del movimiento. Leones y leopardos se caracterizan por su vista, y
los elefantes por su fino olfato. Conocer las características sensoriales que
activarán pautas de comportamiento en cada especie, será clave para tomar precauciones
en la aproximación. En todos los casos, si el encuentro a pie con uno de estos
animales es involuntario, es decir que no se está en actitud de cacería, lo
importante es detenerse, ubicar exactamente donde está el animal, y comenzar a
alejarse despacio, sin correr y ni perderlo de vista, saliendo de su zona de
ataque. Si esta maniobra resulta exitosa, el animal tendrá la oportunidad de
alejarse de lo que él considera un riesgo. Si no lo es, la carga estará
asegurada, y el cazador deberá estar listo para enfrentarla.
3.- Definir el
concepto personal de trofeo
Una
de las condiciones que históricamente se tenía en cuenta para elegir a un león
como trofeo, era por su melena. Los famosos leones de melena negra, siempre han
sido los más buscados por los cazadores de todos los tiempos. Sin embargo, hoy
en día, al haberse convertido en una especie con estado de protección, la
legislación de varios países africanos, permite cazar solo aquellos machos que
sea mayores de seis años. Naturalmente la melena es un signo de edad, pero no
el único. Le sirve al macho como protección en caso de pelea, y como
instrumento para el cortejo con las hembras. Pero en ningún caso, es sinónimo
de bravura o agresividad. Un león macho, de más de seis años, puede tener poca
melena o casi ninguna, dependiendo de las zonas donde habite, y aún así ser un
ejemplar muy agresivo y desafiante. Recordemos que los famosos leones cebados
de Tsavo, aquella pareja llamada el “Fantasma” y la “Oscuridad”, cazados por el
coronel Paterson, no tenían melena, y aún así, tuvieron una peligrosidad
legendaria. Definir previamente cuál será el resultado último de la cacería,
ayudará mucho en la manera de llevarla a cabo. La premisa de que, más grande es
mejor, hoy afortunadamente está quedando atrás, para dar paso al concepto de
que más viejo, es mejor. Este es el nuevo paradigma conservacionista que
privilegia la madurez sobre el tamaño, en la consideración personal del trofeo.
Parte
de este nuevo paradigma que re-significa el concepto de trofeo, se da en la
búsqueda del macho solitario. Una característica que se acontece frecuentemente
entre los elefantes, algunos hipopótamos y por supuesto los búfalos del Cabo. Originalmente
el trofeo a considerar en el caso de estos últimos, ha sido siempre el tamaño
de sus cuernos, y particularmente el tamaño de su “boss”, o protuberancia
frontal, que entre otras cosas es un indicativo de la edad del ejemplar. Si
bien es cierto que muchos machos tirables, se encuentran en medio de manadas,
hay algunos a los que se los encuentra apartados y a los que se los denomina “dagga
boys”. El término “dagga” significa barro, y se los llama así porque suelen
revolcarse en el barro de los pantanos y riachos, para proteger su piel por la
falta de pelaje que acaece por la edad. La atracción que despiertan estos
ejemplares entre los cazadores, se centra en que son animales viejos, que ya
han pasado su etapa de reproducción, pero también suelen ser más astutos,
temperamentales y agresivos que sus congéneres más jóvenes. Muchas veces, su
cornamenta está en regresión o con algún cuerno roto, sin embargo y a pesar de
esta característica, su caza sigue atrayendo a cazadores que ponderen el
desafío y el riesgo de un lance peligroso.
Se
sabe que los hipopótamos son los mamíferos que más muertes causan en África
anualmente. Generalmente esto sucede con pobladores nativos y no con partidas
de caza, sin embargo su inclusión a la lista de animales de caza peligrosa,
está más que justificada. Hay varias situaciones en las que pueden ser cazados,
la mayoría sucede cuando están en el agua. Sin embargo, la posibilidad de
tirarles -estando tanto el cazador, como el animal en tierra-, es la que más
atrae al deportista. Para que se de esta situación, hay que tener en cuenta los
hábitos alimenticios de esta especie. Los hipopótamos salen del agua para
alimentarse cuando baja el sol, cuando pueden proteger su piel de las
radiaciones solares y de la deshidratación. Independientemente de las grandes
distancias que pueden recorrer caminando por las noches, (10 kilómetros o más
si la comida escasea), los dos momentos para ubicarlos en tierra en condiciones
legales de caza, son al atardecer y al amanecer cerca de los cursos de agua. En
estos casos, su peligrosidad aumenta considerablemente, por encontrarse fuera
de su área de seguridad. En tierra una carga directa puede alcanzar una
velocidad de 12.5 metros por segundo. Si el cazador se adecua a estas circunstancias,
podrá tener la oportunidad de experimentar todo un desafío cargado de
adrenalina.
Cuando
hablamos de elefantes, identificar correctamente este compartimiento puede ser
la diferencia entre la vida y la muerte del cazador. Es habitual que cuando un
elefante percibe una invasión en su zona de seguridad, que esté al borde de su
área de escape y entre peligrosamente a su área de ataque, cargue directamente
hacia el invasor. Muchas veces, también, esta carga no es más que una forma de
amedrentar y al mismo tiempo evaluar las verdaderas intenciones del agresor. Lo
cierto es que es muy difícil identificar ambos comportamientos, aunque no
imposible. En líneas generales, toda carga que se produzca rompiendo ramas,
levantando polvo, con las orejas abiertas y barruntando estruendosamente, suele
ser para amedrentar. Los ataques reales, generalmente ocurren luego de varios
intentos de intimidación, o en el caso de que el animal se sienta acorralado y sin
vías de escape. Entonces el ataque sobrevendrá directamente, en línea recta, y
con una actitud amenazante y decidida. Naturalmente una simple intimidación
puede virar a una carga directa. Estas son situaciones muy difíciles de
identificar, incluso para los cazadores profesionales, que muchas veces esperan
a último momento para confirmar la actitud. Esto fue lo que le sucedió el año
pasado, a Ian Gibson, un profesional de Zimbabwe, quien esperó hasta el último
instante para parar a un macho en celo en carga directa. Le disparó su .458
Win. Mg. A 10 yardas y no lo detuvo. El elefante herido en el cráneo lo
atropelló, causándole la muerte inmediata.
7.- Mantenerse alerta
Cazar
ejemplares en una manada, requiere un conocimiento especial y mucha experiencia
por parte del cazador profesional, que deberá saber distinguir las posibles
amenazas y tomar las medidas necesarias para resguardarse. Es posible que en
una manda de búfalos o de elefantes, se encuentren machos en celo, o hembras
con crías. Sin dudas, dos de los factores de riesgo más graves para el invasor
que traspase la zona de seguridad. El celo en los animales produce altos
niveles de testosterona en la sangre, que provocan agresividad al percibir un
riesgo en sus chances de aparearse. En el caso de las hembras preñadas o con
cría, la agresividad está dada por el impulso genético de defender la progenie,
ampliando considerablemente su área de ataque, en la que el invasor no podrá
ingresar sin ser repelido. La identificación de ejemplares de este tipo, será
por lo tanto vital para poder tomar los recaudos necesarios y evitar los
riesgos de una carga segura.
Distinguir
los detalles en el monte, es una característica que se alcanza con el tiempo. Algo
que es escaso, si pensamos en un cazador que se interna en un ambiente que no
conoce, como suele suceder con los extranjeros en un safari en África. Para suplantar
esa falta de experiencia, es recomendable estudiar algunos patrones de comportamiento que tienen
las especies para camuflarse y mimetizarse. Algunas especies desarrollan un
pelaje de color similar al terreno para esconderse, como el caso del león.
Otras poseen pelaje con coloración disruptiva, para “desfigurar” su forma
corporal y esto lo logran con rayas, o con manchas obscuras, como el caso de
los leopardos. Los búfalos, en cambio poseen la capacidad de “disfrazarse” de
algo no viviente, por ejemplo una roca o una sombra en medio del monte,
manteniéndose inmóviles por un largo período. Existen varios patrones de
ocultamiento en la naturaleza que son realmente asombrosos. Tal vez el ojo del
cazador no pueda distinguir la pieza a un simple golpe de vista, pero le
ayudará un poco, conocer cuáles son los mecanismos de defensa mimética de la
especie que está cazando.
9.- Identificar hábitat y territorio
Otra
condición bastante útil para enfrentar especies de caza peligrosa, es saber
diferenciar el hábitat del territorio. Esto es importante, en especial para
aquellas especies consideradas territoriales, como es el caso de los leones y
leopardos. Se denomina territorio al terreno marcado por una animal mediante
secreción glandular o excreciones urogenitales. Los territorios son específicos
en cada especie. Por ejemplo, un león y un leopardo, pueden convivir en un
mismo hábitat, y sus territorios pueden sobreponerse, sin embargo ninguna especie
se defenderá de la otra, hasta tanto no exista una amenaza real de acuerdo a
criterios de sobrepoblación o disponibilidad de alimento. El hábitat,
generalmente mucho más grande que el territorio, es el área que requiere un
individuo de la especie para vivir. El territorio en cambio, es el área de uso
temporario que necesitará y defenderá para satisfacer sus requerimientos de
supervivencia inmediata. La identificación del territorio de un ejemplar
determinado, dentro de su hábitat, será información clave para lograr su
captura.
10.- Diferenciar agresividad
con curiosidad
Es
muy difícil medir los niveles de agresividad de una especie determinada. Un
caso típico que permite la comparación, es el de los rinocerontes. Cuál es el
más agresivo, el negro o el blanco. En principio hay concenso de que el negro se
lleva las palmas de mal carácter. Sin embargo, al momento de definir un grado
de agresividad de una especie, se debe tener en cuenta la diferencia entre ser
agresivo y curioso. En realidad, los negros, son más curiosos por sus
deficiencias visuales, lo que se ha confundido con agresividad. Naturalmente
que un animal curioso, se acercará peligrosamente al humano, hasta que
finalmente se de cuenta de la amenaza, y consecuentemente, ataque. Esto es muy
común también en elefantes. Si bien es cierto que los rinocerontes están
prácticamente fuera del menú de un cazador promedio, es muy común toparse con
ellos cazando en áreas free range en el sur de África.
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