Por
Eber Gómez Berrade
A
partir de esta edición, comenzaremos una serie de artículos sobre los grandes
de la caza peligrosa en el continente africano. Para muchos cazadores, la tierra
prometida a la que anhelan arribar en algún momento de su vida deportiva. La
cacería de especies peligrosas se ha convertido en una especialidad con reglas
propias e historias particulares, que confluyen en el instante mismo que el
cazador se ubica frente a frente y en un terreno hostil, con un animal que está
dispuesto a cobrar cara su vida.
Los búfalos de África
Forman
parte del exclusivo club de los Big 5. En realidad debería decir aquí, los Big
5 + 2, ya que hoy en día a los tradicionales cinco (búfalo, león, leopardo,
rinoceronte y elefante), se le suman el hipopótamo y el cocodrilo.
De
todos ellos el búfalo suele ser el más buscado por los cazadores y uno de los
primeros trofeos en obtenerse luego de una experiencia inicial de especies de
planicie. Su cacería es uno de los más bellos desafíos que ofrece África y sin
dudas, una de las más peligrosas del mundo.
El
nombre científico del búfalo africano es syncerus
caffer, y cuenta con cuatros subespecies: el búfalo del norte o del Nilo, syncerus caffer aequinoctialis; el del
noroeste, syncers caffer brachyceros;
el búfalo enano de foresta, syncerus
caffer nanus; y el búfalo del sur o del Cabo, syncerus caffer caffer, el más extendido en toda África y el que
trataré en este artículo.
El
Búfalo del Cabo, también llamado coloquialmente “cafre”, y Nyati o Mbogo en
lenguas locales, es una de las especies más exitosas en términos de adaptación
al medio, rango geográfico y biomasa.
La
distribución de esta especie se extiende desde Sudáfrica, Botswana, Namibia, el
sur de Angola, Zimbabwe, Zambia, Malawi, Mozambique, Tanzania, Rwanda, Burundi,
el sur de Uganda y Kenia.
Los
machos llegan a tener una alzada promedio de 170 cm y llegan a pesar unos 900 kilos,
algo menos que nuestros búfalos de agua del litoral que proceden de la India.
Son
gregarios, se mueven en grandes manadas, y precisan estar siempre cerca de
fuentes de agua ya que beben diariamente. Ambos sexos cuentan con cornamenta,
pero solo los machos desarrollan una gran protuberancia frontal, conocida en
inglés como “boss”. Esta formación callosa en la cabeza, es utilizada para
determinar la edad y consecuentemente la calidad de trofeo que representa.
Para
los sistemas de medición vigente, tanto del Rowland Ward como del Safari Club,
el trofeo considera la longitud de punta a punta del cuerno, su apertura y
precisamente el ancho de ese “boss”. En este sentido, a mayor protuberancia,
mayor es la edad del animal y por lo tanto mejor la consideración del trofeo.
En
la actualidad se está discutiendo internacionalmente sobre la necesidad de que
los cazadores deportivos privilegien la edad del animal por sobre la longitud
de los cuernos al momento de considerar el trofeo. De esta manera, se busca
revertir una cierta tendencia regresiva que se evidencia debido a que muchos
deportistas buscan sólo cabezas con cuernos largos sin importar que el animal
aún este en período reproductivo.
Una
alternativa en línea con este concepto es que los cazadores busquen a los
machos viejos, que han pasado su etapa de reproducción y se han separado de la
manada, a los que se los conoce como “dagga boys”. Estos ejemplares, se
caracterizan por vivir aislados, en pequeños grupos de machos, y en términos de
cacería, son un excelente desafío por su agresividad. Se les da ese nombre
porque suelen revolcarse y cubrirse de barro (dagga significa barro en varias
lenguas nativas de África).
Dónde están los
mejores trofeos
En
estos momentos hay seis países de África donde se puede cazar búfalo:
Sudáfrica, Namibia, Zimbabwe, Mozambique, Zambia y Tanzania. Las
características de esta especie varían levemente en la conformación de sus
cornamentas. En general, los búfalos del Este africano como Tanzania y
Mozambique, suelen ser menos curvados y un poco más largos que aquellos de las
regiones australes, que poseen una cornamenta mayor y una curvatura más
pronunciada.
Sin
dudas, es en Tanzania donde se encuentran las mayores manadas del continente. Los
ejemplares que alcanzan y sobrepasan con creces la mítica medida de las 40
pulgadas se encuentran en las planicies del Serengueti y de Masailand, en las
áreas del centro y sur como Lunda, Inynga, Rungwa y Ruaha; y en la Reserva
Selous donde se está el famoso distrito de Kilombero, una de las mejores áreas
de caza del país.
El
trofeo récord inscripto en el libro de Rowland Ward, proviene justamente del
Lago Manyara en Tanzania, que alcanzó una longitud de cornamenta de 64 pulgadas
y fue cazado por M.H. Cabrera en el año 1946.
En
Mozambique, la mejor área está en Reserva Niassa. Este “paraíso perdido” abarca
unos 4,2 millones de hectáreas, y se ha convertido en una de las perlas de la
cacería africana.
Zambia
por su parte cuenta con dos lugares interesantes con muy buena calidad de
trofeos: Luangwa y Kafue que son atravesadas por los respectivos ríos. Allí es
posible encontrar cabezas que superen las 43 o 44 pulgadas y no hay demasiados
problemas con la obtención de permisos.
En
Namibia, los búfalos pueden encontrarse en Bushmanland, al este del país; en la Franja del Caprivi al noreste, en el delta
formado por los ríos Kwando y Kavango; y en el centro del país, en las
cercanías del Parque Nacional Waterberg. La calidad de los trofeos en estas
áreas es homogénea y muy buena para la media del continente, con un promedio de
38 a 40 pulgadas. Al ser áreas abiertas, estos animales se mueven en grandes
manadas que van de los 200 a los 400 ejemplares. En Sudáfrica, la distribución
se da en todo el país ya que se encuentran en propiedades privadas en pequeños
grupos.
Botswana
cuenta con una buena población de estos bóvidos, pero lamentablemente las
autoridades gubernamentales actuales han decidido prohibir la cacería deportiva
en áreas abiertas a partir de año 2014, por lo que deberemos sacarlo de la
lista de potenciales destinos cinegéticos. De todas maneras, las manadas pueden
verse en las regiones centrales del delta de los ríos Chobe y Okavango. En
Zimbabwe, por último, se los encuentra mayormente en el valle del río
Zambezi.
Dónde están los
trofeos más económicos
En
términos de presupuesto, alguna vez dijimos en estas páginas que los safaris en
áreas cercadas suelen tener una tasa de estadía económica y tasas de abate
caras, en contraposición con las áreas abiertas. Esto es así porque los cotos
suelen estar cerca de centros urbanos y requieren de poca logística para su
abastecimiento. Los animales en cambio, son adquiridos en criaderos e
introducidos en dichos establecimientos lo que conlleva un costo mayor para el
propietario que obviamente se ve reflejado en el precio final de la tasa de
abate. En las áreas abiertas, en cambio, la ecuación es exactamente al revés.
Las operaciones de caza requieren mayor logística por estar muy alejadas de
centros urbanos (muchas veces a distancia de avión) encareciendo las tasas de
estadía diaria, pero por otro lado, las tasas de abate son considerablemente
menores a las que se cobran en los cotos.
Exactamente
esto sucede con el búfalo en todo el continente, donde por ejemplo, en
Sudáfrica el cazador encontrará tasas de abate caras en cotos cerrados con
estadías bastante económicas, y lo opuesto en reservas y parques nacionales
habilitados para a la caza en diferentes países, como sucede en Tanzania,
Mozambique, Namibia, Zimbabwe o Zambia.
De
estos cinco países, Namibia aún mantiene -a mi criterio-, la mejor ecuación
calidad-precio especialmente en las áreas de la Franja del Caprivi. El
inconveniente es que no abundan las licencias que cada año emite el gobierno de
ese país, lo que fuerza al cazador que elije ese destino a reservar su safari
casi con un año de anticipación. En Zimbabwe donde subsiste la tremenda crisis
social y económica que lo ha convertido en uno de los países más pobres del
planeta, con serios problemas de furtivismo a gran escala, suelen aparecer también
verdaderas “gangas” con precios completamente fuera de mercado. Lamentablemente
estas ofertas son más producto de la desesperación de los operadores locales,
que de reales oportunidades económicas, pero abonan un campo propicio a las más
variadas estafas en las que suelen caer los incautos buscadores de gangas.
La cacería
Las
planicies abiertas, montes cerrados y pantanos son algunos de los ambientes
donde se desarrollan las cacerías de esta especie. Esto hace que se caracterice
por ser una actividad muy demandante en términos de esfuerzo físico, con largas
caminatas y vadeos de ríos o pantanos. Siempre en la modalidad de rececho, se
cortan huellas o se visualiza una gran manada, y es ahí cuando comienza la
aproximación. La identificación de un macho adulto que sea buen trofeo suele
ser ardua para el profesional si la manada es muy grande. La evaluación del
trofeo en el campo en cambio, no es muy compleja para el ojo acostumbrado, ya
que los parámetros a considerar son la longitud de la cornamenta y la magnitud
del boss que da una idea de la edad. En el caso de los dagga boys, lo
fundamental luego de la evaluación, es la aproximación a una distancia de tiro
que suele ser más corta que en el caso de estar frente a una manada. Al igual
que en casi todas las circunstancias de
cacería, el permanente control del viento es esencial para lograr una segura
distancia de disparo.
Peligrosidad
Es
muy difícil medir un “índice de peligrosidad” en los grandes de la caza
peligrosa de África. Naturalmente el grado de peligro que surja de una
situación variará con cada caso así como de la experiencia propia de cada
cazador. Sin embargo hay algunos parámetros que pueden tomarse en cuenta, para
tener una idea de la capacidad de daño que provoca cualquier de los “Big 7”. Un
parámetro está relacionado directamente con el comportamiento de cada especie
bajo stress o ataque directo. En el caso de un búfalo la primera reacción ante
la violación de su espacio vital o al ser herido, será la huida a un ambiente
más propicio para ocultarse. Allí permanecerá inmóvil o caminará colocándose en
una posición ventajosa utilizando el viento hasta identificar al agresor a
quien de seguro atacará.
Otro
parámetro de peligrosidad es la velocidad de carrera que desarrollan estos
animales en ataque. En el caso de un búfalo, la velocidad de carga promedio alcanza
los 56 km/hora, es decir 15.5 mts/segundo. De esta forma, en un ataque directo,
el tiempo que el cazador tiene para reaccionar frente a la embestida es de 1.28
segundos si el animal está a unos 20 metros de distancia, y de menos de medio
segundo si se encuentra a 5 metros. Con esto uno ya pueda darse cuenta de los
reflejos y la reacción que deberá tener alguien que se enfrente a tamaño
adversario.
Estas
características de defensa han convertido al cafre en una de las especies más
peligrosas dentro de lo que ostentan esa categoría. Hay infinidad de casos de
accidentes ocurridos con búfalos, muchos de ellos mortales. Sin dudas, la
reputación que supo ganarse el búfalo como “la muerte negra” de África, está
bien merecida.
Las armas
Esencialmente
hay dos tipos de armas que pueden ser usadas para la caza del búfalo, los
rifles de cerrojo y los dobles. Nada más. Por la peligrosidad y la velocidad de
la carga, olvídese del uso de monotiros, por más que sea de un calibre grande.
Mi
sugerencia para los safaris de caza peligrosa, es que el cliente utilice
siempre su propia arma en lugar de alquilar una de la compañía outfitter.
No
porque desconfíe de la calidad del rifle que le darán, sino porque usando el
suyo estará seguro de su funcionamiento, y a la vez confiará plenamente en su
propio desempeño con ella. Al fin y al cabo, el cazador y su arma, serán la
última línea de defensa en caso de un ataque. En estas situaciones, todo riesgo
debe ser minimizado.
Las municiones
Recuerde
que el tiro en la caza del búfalo será siempre a corta distancia, siendo
difícil que supere los 80 o 100 metros. En este rango, cualquier calibre de los
llamados africanos tendrá un perfecto desempeño. De todas maneras, tenga
siempre en mente la curva balística de la munición que utiliza porque -como en
toda situación de caza-, los disparos deben ser colocados en un punto vital
determinado.
Existen
dos etapas bien definidas en el momento del disparo. Primero, el tiro inicial
que debería ser ubicado en el “triángulo vital” del animal, interesando el
corazón y los pulmones que asegurarán el abate de la pieza. En ese caso, se
requiere de punta blanda de expansión controlada, que produzca el mayor daño
posible en los órganos. Si aún el animal está en pie, o ha resultado mal
herido, comienza la segunda etapa, que es la de derribarlo a toda costa, este parado
o corriendo en situación de carga. Aquí se impone el uso de las puntas sólidas,
ya que el objetivo a partir de entonces será romper huesos de extremidades o
del cráneo para detenerlo con un tiro frontal de cerebro. En cualquier caso,
utilice las mejores municiones que pueda encontrar en el mercado de calidad
Premium.
Recuerde
que si utiliza un rifle de cerrojo, deberá colocar primero las municiones con
puntas sólidas en el cargador, y por último, la de punta blanda. De esta
manera, el primer disparo será la bala de punta blanda y le seguirá el resto de
sólidas. Si en cambio usa un doble, coloque una bala blanda en el cañón derecho
(que disparará primero) y una sólida en el izquierdo. El par restante que
deberá tener entre sus dedos para el caso de una recarga rápida, deberán ser
también de puntas solidas.
Los calibres
Para
ésta y otras especies de caza peligrosa el mínimo legal en la mayoría de los
países africanos es el 375 H&H Magnum, y el máximo aconsejado, el que sea
utilizado con absoluta comodidad y confianza por el cazador.
Según
mi experiencia, los calibres más usados hoy en día van desde el mismo 375
H&H Mag, pasando por el 458 Win. Mag, el 458 Lott, el 416 Rigby, 416 Rem.
Mag. El rango de pesos de puntas varía desde los 300 grains en el 375 H&H
hasta los 500 grains en los 458 según sea cada caso.
Raramente
he visto utilizar grandes “stoppers” como el 505 Gibs o el 500 Jeffery para la
caza del búfalo. Hoy estos cañonazos prácticamente quedan reducidos al uso de
guías profesionales que cazan exclusivamente elefantes, o para la caza
peligrosa en selva. En cuanto a los calibres para rifles dobles, el 470 NE, es sin
duda una excelente elección con sus 500 grains de punta, y el más popular entre
los adeptos a esa clase de armas. Naturalmente en la gama de los Express,
cualquier calibre que vaya del 500/465NE, 476NE hasta el 577NE, son
naturalmente buenas opciones, sin embargo son difíciles de ver en el campo, y
en el caso de aquellos que disparan más de 700 grains como el caso del 577NE,
casi una exclusividad para cazadores profesionales de la vieja escuela.
El tiro
La
máxima que se impone como nunca en la caza peligrosa, es jamás disparar al
bulto o al “animal”, sino a uno de los órganos vitales. Tirar al “animal”,
implica una gran irresponsabilidad por parte del cazador, porque podría generar
inmediatamente una desagradable situación de peligro, tanto en caso de que el
búfalo cargue directamente como si huye a un terreno más conveniente para él,
en el que habrá que irremediablemente internarse para abatirlo. Con los riesgos
a la vida humana que esta implica.
Las
posiciones de tiro usuales en esta cacería son casi siempre de pie o rodilla en
tierra para el primer disparo. Probablemente utilizando un apoyo de trípode o
bípode. Si puede elegir, le sugiero el bípode, ya que le permitirá mayor
independencia de movimiento y evitará la presencia de un asistente al lado suyo
en el momento clave del disparo. El uso de apoyo en el disparo inicial
aumentará las oportunidades de realizar un tiro quirúrgico en el punto de
impacto deseado. A partir de ahí, la suerte estará echada, así que las
posiciones de tiro variarán de acuerdo a los caprichos del animal. Para
cualquier disparo a la carrera, olvídese de los apoyos, allí solo resultará el
swing y una buena técnica de tiro en movimiento a mano alzada. En caso de
carga, mantenerse de pie le permitirá disparos a la altura de la cabeza del
animal. Un buen entrenamiento previo antes de la cacería le será sin duda, de
vital utilidad en cualquiera de las situaciones que pueda encontrar en una
cacería del búfalo africano.
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