Por Eber Gómez Berrade
En
África habita la mayor cantidad de antílopes en el planeta. Infinidad de
especies y subespecies ampliamente distribuidas otorgan al cazador deportivo
las más variadas posibilidades de acuerdo a sus preferencias y presupuestos. Los
trofeos más buscados suelen ser aquellos conocidos como “antílopes espiralados”.
Dentro de esta categoría, los tres preferidos por su elegancia y majestuosidad,
así como por su desafío en el lance cinegético son el kudú, el nyala y el bongo.
Reyes indiscutidos de las planicies, colinas y selvas del continente negro.
La
categorización de “espiralados” obviamente no responde a una denominación
científica sino que es una manera que tenemos los cazadores de agrupar a determinados
antílopes por la forma de sus cornamentas. Del mismo modo a lo que hacemos con
los ”cinco grandes” de la caza peligrosa, o los “diez pequeños” de los
antílopes pigmeos, ya tratados en éstas mismas páginas.Las especies que cuentan con la características de tener sus cuernos en forma de espiral son nueve: el kudú mayor, el kudú menor, el nyala común, el nyala de montaña, el eland, el eland gigante de Lord Derby, el bushbuck, el sitatunga y el bongo. Este grupo se divide en dos géneros taxonómicos distintos. Por un lado, el eland común y el eland gigante de Lord Derby que son parte de los Taurotragus, y el resto de las especies son parte del género Tragelaphus.
Solo el kudú menor, y los dos nyalas no poseen subespecies. El resto: eland, bushbuck y sitatunga cuenta con diferentes variedades de acuerdo a las áreas geográficas donde habitan. Así podemos encontrar por ejemplo, cinco subespecies de gran kudú: la del sur (Southern), la del Este del Cabo (Eastern Cape), la del Este de África (East African), la de Abisinia (Abyssinian) y la del Oeste de África (Western); y dos de bongo: el del este y el del oeste.
La elección por mi parte de estos tres reyes coronados no deja de ser arbitraria, pero aún así tiene una explicación. Tanto el gran kudú, como el bongo y el nyala común pertenecen al mismo género (tragelaphus), son los de mayor porte (a excepción de los elands, claro), reinan en áreas diferentes y los tres sobresalen por su belleza, majestuosidad y carisma. Lo que provoca que cada uno de ellos figure primero en la lista de prioridades de acuerdo al área de cacería elegida.
Esto es así, especialmente en aquellos deportistas que sueñan con ir por primera vez a África. Para ellos, me atrevo a decir sin dudarlo, que el kudú aparecerá como número uno en el ranking.
Pocas veces he visto un animal que despierte tanta fascinación como este. Si uno se fija, verá que casi siempre es ubicado en el centro de las salas de trofeos. Esto se debe a su porte altivo, sus cuernos en forma de V, su pelaje y las figuras de su piel, que lo convierte en la atracción de todas las miradas.
Pero como si esto fuera poco, su cacería representa también un gran desafío para el cazador. Por algo se lo conoce como “fantasma del bosque”.
El hábitat del kudú está muy extendido en todo el territorio africano. Sin embargo, las subespecies del sur y del este del Cabo, son las más buscadas por los cazadores noveles ya que se encuentran en Sudáfrica y Namibia, los países que conforman la puerta de entrada del continente, que es donde se desarrollan los típicos safaris de especies de planicie.
El nyala es un tanto diferente. La variedad común que habita el sur de Sudáfrica suele ser también una de las primeras opciones para el cazador, aunque según mi experiencia casi siempre se lo va a buscar una vez que ya se han obtenido las especies de planicie más populares. En cambio, la variedad del nyala de montaña entra en la categoría de especialidad. Aquellos que quieran cazarlo deberán dirigirse a las montañas de Etiopía, y deberán enfrentar un safari más largo, complejo y costoso.
Algo similar sucede con el bongo occidental. Este bellísimo animal se encuentra en las selvas del oeste y centro de África, y fue descubierto recién a mediados del siglo XIX. La subespecie del este, se distribuye en Kenia, donde está prohibida la caza deportiva.
La cacería de bongo, es también para aquellos que ya cuentan con alguna experiencia en el continente, aunque difiere muchísimo de los típicos safaris de la planicie. Para empezar se caza en temporada de lluvias, en medio de las selvas tropicales, siguiendo rastros frescos con la ayuda de perros y nativos pigmeos. El calor, la humedad constante y el no ver animales (solo huellas) la mayor parte del tiempo debido a lo frondoso de la jungla, convierten a esta cacería en una prueba de resistencia física y mental para el cazador arriesgado.
Armas, calibres y
municiones
La
elección del arma para la caza de cualquiera de estos tres animales, debe ser
acorde a los requerimientos para abatir ejemplares, de alto porte, de huesos
grandes, a no muy larga distancia, y muchas veces con disparos que deberán
darse entre ramas y espeso follaje como será el caso del kudú y del bongo. Obviamente que podrá darse la circunstancia de encontrarlos en áreas abiertas, pero siempre es recomendable prepararse para el peor escenario posible, y esto es un antílope alerta metido bien adentro de un monte achaparrado.
Para este tipo de terreno es aconsejable el uso de rifles con cañones cortos, que no excedan las 22 pulgadas idealmente, y livianos ya que el rececho en todos los casos suele ser largo y a veces agotador.
Como dije, el perfecto mimetismo que estos animales tienen con el medio ambiente, hace muy dificultosa su clara visualización, por lo que lo último que uno desea, es que se vaya herido luego de haber efectuado el primer disparo. En estos casos (como en todos los demás, valga la aclaración), la identificación del punto vital de impacto es fundamental. En este sentido, se recomienda el uso de una mira telescópica variable de bajo aumento del tipo 1 a 4 X, que provea claridad al objetivo sin que complique la visual en la selva o en un monte cerrado de arbustos.
De acuerdo al tamaño y peso de estos antílopes, cualquiera de los calibres 30 pueden ser adecuados, desde nuestro clásico (y para mí demasiado liviano) 308 Win., hasta el 30-06, pasando por el 7mm Rem. Mag., el 300 Win. Mag. y el 338 Win. Mag. Sin embargo, me permito hacer aquí una diferencia en función de la velocidad del proyectil. En el caso del kudú y del bongo el factor común entre ambos será la “suciedad” del ambiente que se interpondrá entre el cazador y la presa. Ramas, follaje y troncos, ya sea tanto en el monte como en la selva, serán obstáculos habituales en estas cacerías. Esta característica hará que los tiros sean más bien de corta distancia, por lo que no son aconsejables los calibres muy veloces que pueden no ser suficientemente eficaces en escenario de esa naturaleza. Pero sí en cambio, trabajarán muy bien y serán una muy buena elección para el nyala, tanto el común como el de montaña.
Aquí, como siempre, vale la máxima sagrada de abatir la pieza al primer disparo. No sólo por deportividad, y para evitar el riesgo de una búsqueda larga y agobiante, sino también por qué no decirlo, por el costo de las tasas de abate que estarán en juego. Por esta razón, tampoco es de extrañar que el “todo terreno” 375 H&H Mag. sirva también perfectamente a los propósitos del cazador con alta aversión al riesgo.
En cuanto a puntas, el peso dependerá del calibre elegido (desde 180 gr. a 300 gr. según sea el caso) cumplirán muy bien su cometido, pero recuerde que siempre deberán ser blandas, preferentemente de expansión controlada y naturalmente de primera calidad. Si a esto le sumamos un acabado conocimiento de las zonas vitales de impacto: corazón, pulmón y columna vertebral, el éxito de la cacería estará garantizado.
El Gran Kudú, rey de
la planicie
Es
uno de los animales más apreciados por los cazadores occidentales como por los
nativos africanos. Este fantasma de los bosques, está presente en casi todas
las mitologías aborígenes del África subsahariana. Para los bosquimanos, por
ejemplo, las marcas blancas que tienen en forma de “V” entre los ojos son las
huellas dejadas por las manos de Dios al acariciarlo cuando admiraba su propia
creación. Ernest Hemingway por su parte, lo eligió como un símbolo catalizador
entre la búsqueda y el esfuerzo. En su libro “Las verdes colinas de África”, le
dedica el capítulo denominado Acecho y Fracaso a su cacería en el Lago Manyara,
en Tanzania, guiado por su amigo el legendario cazador blanco Philip Percival. Nombre científico: Tragelaphus strepsiceros
Subespecies: la del sur (Southern), la del Este del Cabo (Eastern Cape), la del Este de África (East African), la de Abisinia (Abyssinian) y la del Oeste de África (Western).
Descripción: Es el antílope más alto después del eland, y el que tiene los cuernos más largos de todas las especies. La variedad del sur, posee el tamaño más grande de todos. La coloración de su pelaje varía desde un rojizo a un gris azulado, lo que junto a sus líneas blancas verticales en el cuerpo lo mimetizan perfectamente con el medio. Posee grandes orejas, unas inconfundibles marcas blancas entre los ojos y en sus labios, y una gran “barba” sobre la parte anterior del cuello. Sólo los machos tienen cornamentas, son gregarios y se mueven en pequeñas manadas o harenes de 2 a 3 hembras con sus crías. Los cuernos de los machos trofeos suelen formar perfectos tirabuzones terminados en puntas blancas orientadas hacia adelante.
Distribución: Debido a su alto grado de adaptabilidad, sus hábitats se extienden por diversos países africanos. La variedad del sur puede encontrarse en Sudáfrica, Namibia, Angola, Botswana, Zimbabwe, Zambia, Mozambique y Malawi. El resto de las subespecies se encuentran en Tanzania, Uganda, Kenia, Sudán, Etiopía, Somalia, Chad y República Central Africana.
Medidas corporales promedio: 135 cm de porte y unos 300 kg. de peso.
Hábitat de cacería: Su carácter tímido, alerta y elusivo hacen que prefieran la cobertura de bosques y matorrales cerrados. También suele encontrárselos en áreas de “kopjes”, orillas de ríos secos y en colinas bajas.
Características de su cacería: En la mayoría de los casos se suelen recechar siguiendo sus huellas una vez identificado un buen trofeo, o bien acechándolos en aguadas, ya que rara vez se alejan de una fuente de agua. Su alto sentido de alerta hace que sea muy dificultoso encontrarlos. Sus mecanismos de defensas van desde la huida hasta el mantenerse absolutamente quietos camuflados con algún matorral espeso. Las hembras de la manada suelen dar aviso ante un peligro por estar alertas y turnarse al abrevar o alimentarse. Generalmente es posible tener una buena vista de la cornamenta antes de decidir el disparo, lo que permite una correcta evaluación del trofeo tanto por parte del cazador como del profesional.
Cornamentas récord en el Rowland Ward: En 1973 Carlo Caldesi recogió en el campo e inscribió una cornamenta de 73 7/8 de pulgada en el río Save en Mozambique, pero de los trofeos cazados, el más grande inscripto en el libro de récords corresponde alcanzó las 72 5/8 pulgadas obtenido por Roger Rohrer, cazado en Namibia.
El Nyala común, rey
de las colinas
Este
antílope es tan bello como característico. Similar a un bushbuck pero más
grande, suele ser la opción elegida para un segundo safari de especies de
planicie en el sur del continente. Desde hace algunos años, programas de cría
exitosa llevados a cabo en numerosas granjas sudafricanas, lo han convertido en
un trofeo muy popular entre los cazadores. Nombre científico: Tragelaphus angasi
Subespecies: No posee.
Descripción: Cuenta con un pelaje largo y abundante desde la parte anterior del cuello hasta la panza y el inicio de las patas. Es de color marrón oscuro achocolatado, lo que le da una excelente defensa mimética con el ambiente. Tiene al igual que el kudú, marcas blancas entre los ojos y en los labios. Cuenta también con líneas verticales blancas en el cuerpo aunque a veces son menos marcadas que el kudú. Solo los machos poseen cornamenta, que tiene la característica forma de lira, con una o dos vueltas completas, terminando en puntas blancas. Los machos adultos suelen moverse en solitario, y los jóvenes en pares o en grupos de hasta treinta ejemplares.
Distribución: El nyala común es originario de las provincias sudafricanas de de Kwa Zulu-Natal (ex Zululand) y Mpumalanga (ex Transvaal oriental), encontrándose también en Mozambique, Malawi, el sudeste de Zimbabwe y algunos ejemplares introducidos en Namibia.
Medidas corporales promedio: 106 cm de porte y 128 kg. de peso.
Hábitat de cacería: Habita en áreas montañosas y colinas subtropicales, moviéndose también por sabanas y pastizales.
Características de su cacería: Al igual que el kudú, se lo rececha cortando huellas o avistándolo desde la cima de alguna montaña. También de lo puede acechar en alguna aguada, ya que tampoco pueden estar mucho tiempo lejos del agua. Su agudo sentido de la alarma, hace que las situaciones de tiro sean rápidas y muchas veces imprevisibles.
Cornamentas récord en el Rowland Ward: Ejemplar cazado por Paul Phelan en Kwa Zulu-Natal en 1982, que alcanzó las 37 7/8 de pulgada
El Bongo, rey de la
selva
Su
coloración naranja y la dificultad para avistarlo, hizo que este antílope fuera
un misterio para el hombre blanco, hasta bien entrado el siglo XIX. En 1860, el
naturalista y explorador Paul du Chaillu lo llamó bongo por el nombre dado por
los nativos de la tribu fanti. Sin embargo, se creen que hay registros de una
especie similar que datan del año 1835.Nombre científico: Tragelaphus eurycerus.
Subespecies: Existen dos, la occidental Tragelaphus eurycerus eurycerus, y la oriental Tragelaphus eurycerus isaaci.
Descripción: El bongo posee un inconfundible color naranja, con su piel atravesad por rayas blancas, una cornamenta en forma de lira más similar al nyala o al sitatunga. Como todos los de su género cuenta con grandes orejas, y una marca blanca entre sus ojos y labios. En este caso, ambos sexos tiene cuentan con cuernos, siendo más grandes y oscuros los del macho. Los machos viejos suelen ser solitarios, pero los jóvenes pueden conformar manadas con harenes de cinco o seis hembras.
Distribución: Los bongos occidentales se distribuyen en Sierra Leona, Liberia, Costa de Marfil, Sierra Leona, Ghana, Togo, Nigeria, Camerún, República Central Africana, Gabón y Sudán del sur. Los orientales, en las zonas selváticas de Kenia y alrededores como los Abardares y los valles del Monte Kenia.
Medidas corporales promedio: 125 cm de porte y 225 kg. de peso.
Hábitat de cacería: Selvas lluviosas del centro y este de África, siendo el sur del Camerún, el mejor lugar para su caza debido al alto índice en su tasa de captura.
Características de su cacería: A diferencia del kudú y del nyala, el bongo raramente escapa veloz, sino que simplemente se aleja caminando despacio cubierto por el telón de hojas y ramas que dificultan la visión en plena jungla. En la mayoría de los lugares donde se los caza se utilizan a los legendarios rastreadores pigmeos, que siguen las huellas en medio del barro (se caza en temporada de lluvia), y quienes pueden identificar la presencia de un macho de tamaño interesante. Luego una vez cerca del animal, se utilizan perros que sólo detendrán la huida del antílope, cercándolo y provocando que éste los ataque, lo que da tiempo a la partida de caza de acercarse para evaluar la longitud y calidad del trofeo. Las situaciones de tiro son generalmente de muy corta distancia, con poca visibilidad dada por el denso follaje de la oscura selva que obstaculiza muchas veces el disparo. Todos los factores negativos de esta cacería como el calor, la humedad, los mosquitos, el cansancio, desaparecen mágicamente ante la excitación del encuentro con este legendario trofeo.
Cornamentas récord en el Rowland Ward: Encabeza la tabla de posiciones, la de 35 1/8 de pulgada recogida de un animal muerto por un león en 1990 en República Central Africana, y 34 ½ de pulgada la de un trofeo cazado por Julio Batista en 1980 en el Sudán.
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