lunes, 5 de mayo de 2014

Hipopótamo - Toneladas de furia al ataque


Por Eber Gómez Berrade

Es una de las últimas especies que se incorporaron a los Big 7 y uno de los más grandes mamíferos terrestres existentes en el planeta. El hipopótamo se ha ganado un lugar de privilegio entre las alternativas que ofrece el safari de hoy, no sólo por el desafío que implica su caza, sino por su peligrosidad, que lo ha ubicado entre los animales que más muertes humanas causan por año en el continente negro. Con él cerramos la serie de artículos sobre los grandes de la caza peligrosa en África. 

Hipopótamos de África
Para los antiguos era una especie de caballo acuático, aunque tiene más parecido a un suido gigante que a un equino, de ahí el origen de su extraño nombre. Los masai de Tanzania lo llaman kiboko, los shonas del Zambezi, mvuu, y los occidentales lo denominamos científicamente hippopoptamus. De hecho, hay dos especies en África provenientes de la misma familia de los hippopotamidae: el hippopoptamus amphibius y el hippopotamus liberiensis o pigmeo, mucho más pequeño y de hábitat concentrado casi exclusivamente en el oeste del continente, desde Guinea hasta Sierra Leona, Liberia y Costa de Marfil.
Los amphibius en cambio, son uno de los mamíferos que mejor se han adaptado a las diversas geografías africanas. Su amplia distribución alcanza a casi todos los ríos del continente, desde el bajo Nilo hasta los cauces acuíferos sudafricanos.
Viven en ríos, pantanos, lagunas, estanques, deltas y arroyos. Siempre en el agua, aunque paradójicamente son bien terrestres, herbívoros, no comen peces, se alimentan exclusivamente en tierra, no pueden respirar debajo del agua y para colmo, nadan bastante mal. Sin embargo, allí, en el agua, descansan, se aparean, y se encuentran seguros ante el ataque de los eventuales depredadores. Debido a la contextura de su piel, no pueden pasar mucho tiempo fuera de ella sin el riesgo de entrar en deshidratación y aumento de su temperatura corporal.
Los machos de esta especie alcanzan una altura de 1 metro y medio y un peso aproximado de 2.000 kilogramos, lo que los posiciona como el segundo mamífero terrestre más pesado del planeta. Son esencialmente nocturnos, gregarios, marcan su territorio con excremento y orina y suelen ubicar sus encames en las costas de los cursos de agua reparados de las corrientes centrales. Son longevos, su ciclo vital es superado sólo por cocodrilos y elefantes. Se alimentan de noche y hacen la digestión en horas diurnas dentro del agua. Consumen unos 40 kilos de pasto, lo que representa aproximadamente el 1.5% de su peso total. 

Donde cazarlos
Dado que su distribución es amplia, no hay un área determinada donde se ubiquen los trofeos más grandes en África. Cualquiera de los ríos más importantes como el, Congo, Limpopo, Níger, Kagera, Orange, Okavango, Rovuma, Kwando, Chobe, Lwanga, Rufiji, Kilombero, Zambeze o Nilo pueden albergar ejemplares muy buenos.
Hoy en día su cacería está permitida en la mayoría de los países donde se realiza esta actividad, es decir Sudáfrica, Namibia, Zimbabwe, Mozambique, Zambia y Tanzania.
En Namibia, particularmente, habitan el único lugar posible para ellos en esa nación desértica, que es la famosa Franja del Caprivi. Este ex enclave colonial alemán ubicado al noreste del país, está compuesto por deltas de varios ríos y rodeada por parques nacionales de distintos países. Y es precisamente allí donde  el gobierno permite la cacería de hipopótamos selectivos por parte de cazadores deportivos, algo inusual en el resto de los destinos tradicionales de safaris. Con estos programas de selección, miles de kilogramos de carne son distribuidos entre las poblaciones nativas cada vez que un deportista caza un hipopótamo. Al igual que lo que sucede con otras especies en estos programas, el cazador no podrá  exportar nada del animal abatido, pero habrá disfrutado la experiencia de una cacería memorable a un costo sensiblemente menor.
Muchos han sido los afortunados cazadores que han conseguido enormes defensas de hipopótamos a lo largo de la historia, como el Mayor Powell-Cotton, Vaughan Kirby, Gordon-Cummings, Seth Smith, el Marajá de Surguya, y cazadores de expediciones pertenecientes al Museo de París y al británico. Los trofeos más grandes capturados desde fines del siglo XIX hasta nuestros días provienen de Congo, Kenia, Mozambique, Tanzania, Botswana y  Zambia.
El récord inscripto en el libro Rowland Ward, data de 1933 con un ejemplar cazado en el Congo por una expedición científica del Museo de París. La longitud del colmillo más largo alcanzó 64 ½ de pulgada con una circunferencia de 9 ¾ de pulgada.



La cacería 
Cuando se habla de hipopótamos, muchas veces suele rondar la creencia de que es una cacería fácil. No es así. Es exigente, demandante y terriblemente excitante desde el punto de vista deportivo.
El cazador que se haya decidió por este monstruo acuático deberá saber que lo aguarda una variada actividad que incluye largas caminatas desde bien temprano por la mañana y hasta la caída del sol, rastreo de huellas, navegación en lanchas, canoas o mokoros, vadeo de ríos con el agua a la cintura, y una máxima concentración mental a la hora del disparo final. Es en definitiva, una cacería dura, y al mismo tiempo, uno de las más apasionantes desafíos que ofrece África hoy en día.
Los hipopótamos salen a tierra entrada la noche para alimentarse y permanecen allí hasta el amanecer. Luego van al agua donde se quedan todo el día. Por lo tanto, si la alternativa es cazarlo en tierra, el momento es al amanecer, luego de haber ubicado su encame y seguido sus huellas. Durante el día, el lugar de cacería será ineludiblemente el agua. La cacería nocturna con el apoyo de luz artificial, además de estar prohibida en muchos países es indudablemente anti deportiva.
A pesar de su aparente bonhomía y falta de agilidad, los hipopótamos son muy elusivos y no regalan nada al cazador. Poseen sentidos my desarrollado de vista, oído y olfato, por lo que acercarse desde el agua con una embarcación, nunca es tarea fácil. A la mínima señal de peligro, se sumergen pudiendo estar hasta más de 5 minutos debajo del agua. Se desplazan caminando o dejándose llevar debajo de la superficie, para cambiar de lugar al emerger. Suelen esconderse en medio de juncales y estanques interiores de muy difícil acceso. Meterse por una de estas calles de juncos aplastados que dejan tras su paso, siguiéndolos con el riesgo inminente de una carga, es una experiencia que llena de adrenalina hasta el más pintado.
Una vez que se ha encontrado el animal, el trabajo del guía profesional es identificar género y edad. Es decir, asegurarse que se le disparará sólo a un macho adulto. En este sentido, es muy difícil distinguir el sexo del hipopótamo si este solo deja ver sus ojos y fosas nasales fuera del agua. Pero es posible. Lo que es imposible es juzgar el trofeo en el campo, ya que el trofeo considerado a los efectos de los libros de medición, son los grandes colmillos inferiores. Y eso es imposible saberlo en una situación de esas características. De todas maneras, si el macho es grande, seguramente será un buen trofeo, y el mayor o menor éxito en cuanto a la medición, quedará bajo la decisión de Diana, la diosa de los cazadores.
Las situaciones de tiro variarán seguramente de acuerdo a las características donde estén ubicados la presa y el cazador. Pueden estar ambos en tierra; el cazador en tierra y el hipopótamo en el agua o viceversa; o ambos en el agua. Las condiciones de tiro, como se verán serán esencialmente diferentes en cada caso. Pero en todas, requerirá de una precisión absoluta del tirador y un conocimiento máximo de los puntos vitales, incluido cerebro, corazón y pulmones.   
Si luego de un disparo letal, el hipopótamo se sumerge, habrá que esperar que los gases del estómago comiencen su proceso de fermentación y lo hagan flotar hacia la superficie. Existe el riesgo claro de que la corriente del río lo desplace de lugar, con posibilidad de perderlo. Por esa razón, el profesional intentará en lo posible que el lance ocurra en cursos cerrados de agua o estanques.

Peligrosidad
Se sabe que el hipopótamo es el animal que más gente mata por año en África. Su peligrosidad radica en su irascibilidad frente a la agresión o a la violación de su espacio vital, junto a sus enormes mandíbulas que pueden partir en dos a un cocodrilo de 3 metros de una simple dentellada. En general, las víctimas no suelen ser cazadores deportivos, como en el caso de otros de sus colegas de los Big 5 como el búfalo y el elefante, sino pobladores nativos. Personas que se acercan a las costas de los ríos a lavar su ropa, a jugar, a pescar o simplemente caminan por senderos costeros. Hay casos también de ataques a embarcaciones o a nadadores que se zambullen en aguas con poco movimiento.
Al cazador, se le suman a estos riesgos, la posibilidad de ser embestido en el agua, al vadear un curso o sobre un bote, y el de la carga directa en tierra firme. Para tener una idea de lo veloces que pueden ser estas enormes criaturas, digamos que pueden alcanzar una velocidad de carera de 45 km por hora, lo que le deja al cazador sólo 1.6 segundos, si enfrenta a un enfurecido hipopótamo que corre hacia él desde una distancia de 20 metros.
Como sucede con la mayoría de las especies, las hembras -más aún si están con crías-, son más peligrosas que los machos, por lo que pueden también causar accidentes, en la mayoría de los casos, fatales.   

Las armas
El tipo de arma no varía mucho de las que se recomendaron en esta misma serie de artículos para el resto de la caza peligrosa en África. En general, la que mejor se adapta a los requerimientos de esta cacería en particular, es el rifle de cerrojo. Los dobles harán lo suyo en caso de una carga en tierra, pero los fusiles tienen la ventaja de trabajar bien tanto en una situación de carga, como de un tiro con apoyo a un blanco pequeño. Sumado a esto, se sugiere también el uso de mira telescópica de poco aumento, lo suficientemente grande para asegurar un tiro de cerebro y lo suficientemente pequeña para no estorbar al momento de un tiro en movimiento bajo extrema adrenalina.

Las municiones
La gruesa piel de los hipopótamos hace que la munición deba atravesar duros tejidos para llegar finalmente a interesar órganos vitales, para esto el uso de puntas sólidas es lo cumplirá mejor su cometido. Si el disparo es al cerebro, sólo una buena sólida podrá atravesar la gran masa de huesos que rodea a este sensible y pequeño órgano. En cuanto a marcas, las mejores que se puedan conseguir dadas las circunstancias, y evitar todo que no sea de calidad Premium.

Los calibres
Como sucede en general con las especies de caza peligrosa, muchos países establecen calibres mínimos que alcancen los 4000 pies por libra de energía en la boca del cañón. Como se imaginará, seguimos hablando aquí del venerable 375 H&H Magnum, o cualquiera dentro de la gama de los 9.3mm como mínimo legal.
Al ser la penetración fundamental, y como las distancia pueden variar desde unos cuantos pasos a casi cien metros, la trayectoria desarrollada por el calibre deberá ser bastante rasante. Para esto, mi favorito es el 416 Rigby que posee, las cualidades necesarias para convertirse en el arma ideal. De todas maneras, los calibres .40 como el 458 Win. Mag., 458 Lott, 416 Remington Mag., 404 Jeffery o 470 NE también son suficientemente eficaces para abatir cualquier hipopótamo en cualquier situación de cacería. Los dobles en calibres “de elefantes”, no son lo más adecuados por su poca versatilidad y precisión en disparos de precisión en un rango mayor de 50 metros.

El tiro
Como se ha visto, las situaciones de tiro pueden variar de acuerdo a donde estén ubicados cazador y presa: tierra-tierra, tierra-agua y viceversa, y agua-agua. En cuanto a los puntos vitales, la decisión es simple: si el hipopótamo está en tierra (no en situación de ataque), podrá elegirse tanto un tiro al triangulo vital formado por corazón y pulmones como de cerebro. Este último siempre tendrá la ventaja de anclarlo en el lugar, sin riesgo a que corra herido ingresando en el agua. Si carga, o si está en la superficie de un río, sólo quedará disparar al cerebro.
Si el cazador se encuentra en tierra siempre podrá utilizar la ayuda de un trípode al momento de realiza el primer disparo. Si está en una embarcación, con el agua a la cintura, o enfrentando, obviamente no habrá más alternativas que tirar a mano alzada. De allí, la eterna recomendación de practicar en esta modalidad de tiro antes del safari, con el arma que se llevará y con la misma munición. Es claro que alcanzar maestría en el tiro a mano alzada lleva tiempo, balas y esfuerzo, pero vale la pena lograrlo. No sólo por la satisfacción de abatir una gran pieza de caza peligrosa de esta manera, sino porque en definitiva, será también la última línea de defensa entre uno y -como en este caso del hipopótamo-, toneladas de furia al ataque.

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