martes, 10 de diciembre de 2013

León - El indiscutido rey de la selva




Por Eber Gómez Berrade

La belleza y majestuosidad del león africano, lo ha convertido en un símbolo de la relación entre el hombre y la vida salvaje. Para algunas culturas, su caza es la ceremonia de iniciación en la cual un joven guerrero ingresa al mundo de los hombres. Para nosotros, un ícono de peligrosidad y aventura, que -aún hoy- hace temblar de emoción a todo aquel que tenga la fortuna de enfrentar en un duelo a muerte, al rey coronado del continente negro.   

Tierra de leones
Los zulúes de Sudáfrica le llaman Ingonyama; los masai de Tanzania, ol-ngatuny; los kikuyus de Kenia, morodi; los hereros de Namibia, o-ngeama y tal vez el nombre nativo más conocido sea el de simba en swahili, la lengua franca hablada en el este de África. Para la ciencia, el nombre del rey de la selva es Panthera Leo.
Desde el punto de vista cinegético, no existen subespecies clasificadas, aunque hay diversidad de opiniones científicas sobre algunas alteraciones genéticas menores ocurridas en ejemplares de distintas regiones del continente. Sin embargo hay una raza de león en las selvas de Abardare, en Kenia, que es considerablemente diferente al resto. Estos animales son un poco más pequeños, el pelaje en el lomo es más oscuro y prácticamente no tienen melena. Los nativos kikuyus lo llaman “morozi”, y lo diferencian de los leones comunes y de los leopardos.
En algún momento se llegó a especular con la idea de que los leones cebados con carne humana, como los de la historia de Tsavo a fines del siglo XIX, podrían ser parte de una particular subespecie, ya que tenían un denominador común que era la poca melena y un cuerpo más pequeño. Nada de esto tuvo luego basamento científico, llegándose a la conclusión de que ese comportamiento estaba íntimamente relacionado con el medio ambiente donde se desarrollaron.
Lo cierto que esta especie tiene una amplia distribución que va desde el sur del desierto del Sahara, Camerún, algunos países del centro y oeste de África, el norte y centro de Namibia, Botswana, Sudáfrica, Mozambique, Zambia y Tanzania. Se estima que en la actualidad existen unos 30.000 leones en todo el continente.
Son los felinos más grandes luego del tigre asiático. Los machos de la especie llegan a pesar unos 250 kilos en promedio, alcanzando una altura de 120 cm. La diferencia genérica se evidencia en que los machos son más grandes que las hembras, y a diferencia de éstas, poseen melena. Son gregarios, territoriales y se alimentan de un amplio espectro de herbívoros, mayormente antílopes y hasta búfalos, a los que cazan en cooperación con otros leones de la manada. Los ejemplares en libertad, alcanzan los 14 años de vida. 


El trofeo
Los libros de récords concuerdan en categorizar como trofeo al tamaño total del cráneo medido en su largo y su ancho. Tanto los sistemas del Rowland Ward como el Safari Club Internacional concuerdan con asignarle los métodos de medición para carnívoros (los mismos que para el oso, por ejemplo). Sin embargo, es un hecho que tradicionalmente para el criterio estético del cazador, el trofeo ha sido siempre el tamaño y el color de la melena.
No hace mucho en estas mismas páginas, me referí a este debate que se da en círculos académicos internacionales, y que plantea una revisión del concepto de lo que debe ser un trofeo de caza. En el caso del león esta discusión no puede estar más vigente, ya que existen ejemplares con maravillosas melenas o grandes cráneos, que pueden ser jóvenes aún y estén en plena capacidad reproductiva. Cazarlos sería regresivo desde el punto de vista genético, lo que implicaría atentar contra el principio fundamental de conservación de la fauna silvestre. Por otra parte, los machos adultos que se encuentran en libertad y han sobrevivido a una edad avanzada, son los que menos melena les queda, y los que tienen la piel más deteriorada, precisamente por la gran cantidad de batallas que seguramente debieron afrontar a lo largo de su vida. Estos ejemplares son -según mi opinión- los mejores trofeos que puede anhelar un deportista, aunque paradójicamente, sean los menos llamativos desde un criterio estético.  En muchos países, el mínimo requerido para que un adulto sea considerado trofeo es de 6 años de edad. Sólo una vez comprobado esto, las autoridades permitirán la exportación del mismo.
Juzgar la edad de un macho de león adulto no es una tarea fácil, y queda naturalmente siempre en manos del cazador profesional. Para eso se deben evaluar características morfológicas como altura, peso, colmillos, melena y rango de pigmentación de la nariz, así como parámetros de comportamiento asociados a la vida en manada y de competencia entre pares.
En el primer puesto del ranking del libro Rowland Ward está el león cazado en Sudáfrica, por I. Mackenzie en la antigua provincia fronteriza del Transvaal Oriental, (hoy denominada Mpumalanga) en 1968, cuyo cráneo midió 18 ¼ pulgadas de largo y 10 ½ pulgadas de ancho, dando una puntuación total de 28 ¾ de pulgada.

Donde cazarlos
En la actualidad se pueden cazar leones en Camerún, República Central Africana, Tanzania, Mozambique, Zimbabwe, Namibia y Sudáfrica. En menor medida, también suele haber licencias disponibles en Benin, Burkina Fasso y Etiopía. Botswana ha sido un destino tradicional, pero lamentablemente la cacería de estos felinos fue prohibida hace algunos años por el actual gobierno. En Zambia acaba de suceder algo parecido, donde el gobierno suspendió la cacería deportiva durante el presente año. En 2014 se deberá evaluar  nuevamente la posibilidad de permitirla, de acuerdo a censos y estudios específicos que se están llevando a cabo en estos momentos.
Las mejores áreas en este país son el Kafue, al oeste y en el valle del Luangwa al este. En ambas áreas suelen ofrecerse combos de león y leopardo o león y búfalo, así como también permite al cazador combinar la caza peligrosa con la de planicie, buscando los antílopes endémicos de Zambia como diversos lechwes y sitatunga. Veremos que sucede el año entrante.
Tanzania también está a la cabeza de la lista en cuanto a cantidad y calidad de trofeos. Las mejores áreas están en Rungwa al centro, Inyonga al oeste y los idílicos Kilombero y el Selous al sudeste. Aquí también el cazador puede encontrar combinaciones que incluyan león y búfalo o leopardo con duraciones de safaris que promedian los 18 días.
Mozambique cuenta con una muy buena población de leones en la gran Reserva Niassa, ubicada al norte del país. Allí, en un escenario que parece extraído de las páginas de “El Mundo Perdido” de Conan Doyle, y famoso por la calidad de los marfiles de los elefantes, se encuentran numerosas manadas de leones de muy buena calidad, en safaris que requieren un mínimo de 18 días de cacería.  
En Namibia, el área de mayor concentración de leones en libertad está en Etosha. Allí se pueden encontrar los seductores leones de melena negra, sin embargo, el gobierno de ese país emite muy pocas licencias de caza por año, por lo que es algo difícil lograr estos trofeos si no se planifica con bastante tiempo de anticipación. Una alternativa que ofrece este país, a un costo y duración menor de lo que se establece para un león trofeo, es lo que se denomina programa de control de animales problemáticos (Problem Animal Control). Estas licencias especiales se emiten de urgencia cuando un felino irrumpe en una aldea o en una granja agropecuaria y se requiere su eliminación. Estos permisos son difíciles de conseguir y no permiten mucho tiempo para la planificación de la cacería.

Un destino no muy frecuente pero muy interesante, es Camerún. El norte de ese país del África central, está formado por sabanas que albergan a poblaciones de leones en libertad de muy buena calidad aunque no en la cantidad que hay en Tanzania o Zambia. Aquí también suelen ofrecerse combinaciones muy atractivas, en este caso de león y eland gigante de Lord Derby a un costo sensiblemente menor al de Tanzania, Mozambique o Namibia. Una opción para tener en cuenta para aquellos que ya han recorrido ampliamente las latitudes australes del continente.
La República Centro Africana tiene una geografía similar a la sabana de Camerún, sin embargo no lo recomiendo como destino de safaris en general, luego del golpe de estado sucedido en Marzo último, cuando fuerzas rebeldes violaron un alto el fuego con las tropas gubernamentales.
En Zimbabwe las mejores áreas de caza de leones han sido el valle del Zambezi, Nyaksanga y Bubi Valley, pero la presente situación social  económica, según mi criterio descarta a ese país como destino turístico por el momento.

Los leones de Sudáfrica
La cacería de león en Sudáfrica merece un capítulo aparte. Esto es así debido a que desde hace algunos años, este país implementó la cría de leones para su cacería, lo que generó inmediatamente un encendido debate sobre ética deportiva entre partidarios y detractores que se mantiene hoy en día.
El hecho es que las poblaciones de leones en libertad fueron prácticamente eliminadas de Sudáfrica hacia fines del siglo XIX, con excepción de las que aún hoy habitan el Parque Nacional Kruger. No fue hasta casi un siglo después, que ese país permitió la cría de leones con fines cinegéticos y modificó el status de esta especie en su legislación de fauna silvestre. En Sudáfrica toda la fauna habilitada para la caza deportiva se halla en propiedades privadas y cercadas. En este sentido, los leones no son la excepción.
La mayoría de los criaderos de leones se encuentran en la provincia de Free Estate. De allí, los ejemplares elegidos, son llevados mayormente a campos en las provincias de Northern Cape y Limpopo. La legislación vigente estipula que los leones deben ser liberados en el área de caza seis meses antes de ser cazados. Sólo de esa manera, el gobierno puede emitir el permiso de exportación del trofeo correspondiente.
Debido a que con la cría se garantiza la continuidad de la especie, las ofertas de los operadores locales, varían de acuerdo a la estética de la melena en lugar de hacerlo en función de la edad. A melenas más grandes mayores precios.
En estos momentos se estima que los criaderos cuentan con unos 8.000 ejemplares de acuerdo a las estadísticas de la South African Predator Breeders Asociation (Asociación sudafricana de criadores de predadores). Allí la industria cinegética ha crecido tanto en los últimos años, que hasta se han creado fondos comunes de inversión que ayudan al mantenimiento y alimentación de los ejemplares destinados a la caza, otorgando un beneficio económico al inversor al concretarse la venta final al cazador.
El gran dilema que presenta esta situación no es legal sino ético. Los que están en contra argumentan que de esta manera se viola la primera regla de la cacería que es la incerteza de la pieza. El que va a cazar un león, sabe que el león estará allí. Esto, además de reducir drásticamente la duración del safari y consecuentemente el costo, no dista demasiado de lo que sucede con la cacería en granjas y cotos cerrados tan común en especies de planicie. Allí, lo que está es lo que el dueño compró. Sin embargo, los detractores si bien aceptan esto para los antílopes, lo objetan como inadmisible para las especies de caza peligrosa.
Los ribetes de este debate, trascendieron las fronteras y obligaron incluso, a los libros de récords a replantearse sus políticas de inscripción. El Rowland Ward, por ejemplo, no los reconoce como trofeos y consecuentemente no permite su registro en el libro. Hace algunos años recibí la comunicación en mi carácter de medidor oficial de ese sistema, para no medir ningún león proveniente del territorio Sudafricano, sin importar donde hubiera sido cazado.  
El Safari Club Internacional por su parte, objeta la cacería de leones de criadero, pero dividió sus entradas en el libro de récords en dos categorías: León Africano y León Africano de Sudáfrica.
Naturalmente, el límite siempre debe ser el legal, y porque no decirlo, el sentido común. Nadie debería ser engañado creyendo una cosa cuando es otra. A pesar de la información disponible en esta época, todavía se escuchan disparatadas historias sobre “migraciones de leones” que entran a los cotos provenientes de Botswana o Zimbabwe, atravesando de alguna extraña manera los cercados perimetrales sin poder escaparse, o de terribles bestias que asolan aldeas y nadie puede encontrar, o de felinos que son cazados en “territorios imaginarios” ubicados entre Sudáfrica y Zimbabwe, cuando en realidad la frontera es un río o un simple meridiano.
Las cartas del debate están sobre la mesa. Lo cierto también, es que dada la frágil situación de la conservación de leones en África, con una fuerte presión de organismos no gubernamentales para incluirlos en el Apéndice 1 de CITES, y países que prohíben su cacería o que emiten cada vez menos licencias, Sudáfrica se ha posicionado como una alternativa interesante. Esto sumado a costos muy económicos y menor duración de los safaris, hace que sea haya convertido en una opción atractiva en el menú del cazador de especies peligrosas.

La cacería
Fritz Schindelar, un legendario Cazador Blanco de origen austríaco, solía cazarlos en Kenia montado en un caballo de polo, hasta que un fatídico día, fue derribado por un león provocándole graves heridas que lo llevaron a la muerte, algunos días después en un hospital de Nairobi. Naturalmente esto ya no se puede hacer. De hecho cada país estipula en su legislación cómo debe ser llevada a cabo la cacería. En países como Namibia por ejemplo, se permite utilizar cebos pero no se permite cazarlos de noche con luz artificial, en Tanzania se los puede cazar desde apostaderos o recechándolos, en Sudáfrica, la ley indica que sólo se los puede cazar a la huella en horas diurnas, estando expresamente prohibido el uso de cebos y apostaderos.

En general, la cacería de león es físicamente muy demandante. Seguirlos a la huella implica largas caminatas, siempre con la atención puesta en los rastros. La más mínima modificación del comportamiento, pone en alerta al cazador y su equipo. El ambiente en el que se mueven son generalmente planicies, pastizales, ríos secos y colinas, difícilmente lo haga en desiertos y nunca en las selvas lluviosas del oeste africano. Como toda especie peligrosa, dentro de su patrón de comportamiento ante una invasión de su espacio vital o ante una agresión concreta, tiene además de la huida, la opción del ataque. Muchas veces un león herido combina ambas opciones. Huyendo primero hacia un lugar cerrado y forzando al cazador a perseguirlo en un territorio que le es más favorable. A diferencia de los leopardos, los leones rugen al sentirse hostigados y también al momento de la carga. Esto deja apenas una ventaja del lado del cazador, que tendrá unos segundos para identificar de donde viene la  carga si se encuentra en un monte cerrado con poca visibilidad.
En cuanto a la cacería desde un apostadero, es similar a la de leopardos o cocodrilos. La clave es la disposición, la altura y la ubicación del cebo con respecto al viento, así también como la distancia de tiro.

Peligrosidad
Hay un proverbio somalí que dice que un hombre valiente siempre le tiene miedo a un león tres veces; la primera vez que ve su rastro, la primera vez que lo oye rugir y la primera vez que se enfrenta a él. En esto los somalíes no se equivocan. La peligrosidad del león es mitológica. Una de estas bestias lanzada al ataque puede alcanzar una velocidad de 70 km por hora, dejando al cazador un tiempo de respuesta aproximado de 1.03 segundos si está a 20 metros, o 0.26 segundos (un pestañeo) si salta desde una distancia de cinco metros. A estas velocidades, con la fuerza de garras y colmillos empujados por casi 200 kilos de peso, hacen del león, una formidable y eficiente máquina de matar. Sin dudas, si hubiera un ranking de peligrosidad, no dudaría en ubicarlo entre los primeros puestos.
 
Armas, calibres y municiones
Como ya dijimos en la nota anterior sobre búfalos, para caza peligrosa: dobles o fusiles de cerrojo. Olvídese de los monotiros. Con estos animales, la hipótesis de una carga está siempre latente, por lo tanto los dobles deben tener eyectores automáticos y los fusiles de cerrojo una excelente y probada alimentación. En ambos casos los caños cortos son sin dudas los más apropiados, ya que muchas veces el terreno donde se lo caza es en monte cerrado, y por lo tanto los disparos no suelen ser muy largos. Si tiene que usar mira telescópica, que sea de pocos aumentos. Si está cómodo con la mira abierta, mejor. Raramente el primer disparo excede los 100 metros. Lo que nunca se sabrá es a qué distancia se deberá tirar el último.
El calibre clásico para felinos es, una vez más, el 375 H&H Magnum. Además de ser el mínimo legal para caza peligrosa, es el más popular para especies de piel suave como el caso de los gatos. Obviamente de ahí para arriba, se puede usar lo que uno guste, sin embargo, me permito señalar aquí que el cazador que quiera utilizar un calibre mayor, debería comprobar cómo lo afecta el retroceso de su arma para la maniobra de recargar, volver a apuntar y disparar velozmente. No es un buen negocio quedar descolocado, con el cañón apuntando al cielo durante muchos segundos cuando un animal herido ataca a increíble velocidad. Dicho esto, cualquier calibre en la gama del 458 Win Mag, 458 Lott, 416 Rigby, 470 NE, etc., si son manejables, son absolutamente apropiados para el cazador. Eso sí, serán esenciales para el profesional en caso de necesitar hacer un tiro de respaldo o back up.
La clave aquí, más que en el calibre, está en el tipo de munición, que deberá ser de punta blanda (soft point), y de expansión controlada. En el caso del 375 H&H, cualquier marca que sea Premium de 270 a 300 grains de peso, y que alcance una velocidad de 2.300 pies por segundo, hará lo correcto dentro del organismo del felino.   

El tiro
En todas las especies peligrosas, las distancias de tiro son relativamente cortas, pero también lo más importante de todo es saber identificar los puntos vitales del animal. Familiarizarse con eso de antemano, identificando los órganos en todas las posiciones posibles, es una obligación para el que decida correr el riesgo de enfrentarse con el rey de la selva. Para el primer disparo, la bala deberá ubicarse naturalmente en el triángulo vital conformado por corazón y pulmones, o como alternativa, en la médula espinal para inmovilizarlo. El tiro de cerebro quedará sólo como última línea de defensa, en caso de una carga directa.
El uso de apoyo es recomendable para el disparo inicial, y aquí también insisto con mi gusto por el bípode que permite más libertad de movimiento al tirador. De no contar con esto, cualquier apoyo circunstancial que este a la mano será de utilidad. Lo fundamental es asegurar el primer disparo. En caso de necesitar un segundo, la posición de rodilla en tierra es la mejor opción. De esa manera, si el león carga, el cañón estará más o menos a la misma altura de su cabeza y cerebro, siendo ésta una posición más estable que la de pie a brazo alzado.

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