El safari de caza mayor es una actividad social y deportiva, regida por las reglas de cortesía habituales en cualquier actividad humana. Sin embargo, hay algunas normas no escritas, gestos y detalles caballerescos que hacen que -más allá del éxito final de la cacería-, ésta se transforme en una experiencia enriquecedora para todos los integrantes del safari, desde el cliente mismo hasta el cazador profesional y el personal de campamento.
Lo que sigue es un breve decálogo de consideraciones de comportamiento, que -como indica el significado de la palabra “cortesía”-, no hace más que demostrar que se manifiesta atención, respeto o afecto por sus semejantes.
1.- Reglas de seguridad del campamento
Existe un viejo dicho atribuido al general
ateniense Alcibíades que reza: “Donde fueres haz lo que vieres”. En lo que se
refiere a las reglas de seguridad de un campamento de caza mayor, ya sea tanto
en África, como en La Pampa o Kamchatka, lo importante es adecuarse a las normas
de seguridad que allí se establecen. En líneas generales, el cazador que accede
a un safari Africano ya tiene una vasta experiencia en su propio país. Esto
significa que ha aprendido y aplicado algunas reglas básicas en todo lo que al
uso de las armas. Sin embargo, como aquello de “cada maestrito con su librito”,
es aconsejable en estos casos seguir las instrucciones o recomendaciones del
cazador profesional sobre esta materia. Para eso, la etiqueta del cazador considerado, exige que no sólo se respeten las normas mínimas de seguridad como la de no llevar bala en la recámara en el campamento o en el vehículo, ni apuntar a nadie aún con el arma descargada, etc. etc., sino también considerar algunas otras cuestiones pensando en terceros. Por ejemplo, es un buen detalle el mantener el cerrojo abierto ni bien se ingresa al campamento. De esa forma, no solo el cazador sino todos los que estén alrededor sabrán indiscutiblemente que el arma está desactivada y no representa un riesgo potencial.
En segundo lugar, es un buen gesto de cortesía llevar desmontado el disparador del fusil -aunque esté sin bala en recámara- mientras el rifle esté en el soporte del vehículo, por una razón similar: evitará la preocupación de terceros al desconocer si hay o no bala en recámara.
Si llegase a viajar en el asiento del acompañante dentro de la cabina del vehículo, coloque siempre la boca del cañón apuntando hacia abajo aunque el fusil esté descargado. Es un detalle de consideración para con el rastreador o la persona que vaya parada detrás en la caja, que le evitará el stress de ver como el cañón le apunta a su cabeza, aunque sepa que el arma está vacía.
Otro detalle de buenos modales, es ser cuidadoso con el arma que alquila. Si bien es la que estará usando y le caben las generales de la ley para el uso de cualquier fusil, recuerde que casi siempre los rifles de alquiler son propiedad del cazador profesional para quien son herramientas de trabajo, por lo tanto ofrecer limpiarlo o mostrarse atento al cuidado del mismo, será otro gesto muy apreciado y agradecido por el profesional.
Como última consideración de este apartado, le sugiero que le haga caso al guía en todo lo que respecta a temas de seguridad, ya que esa materia es de total y exclusiva responsabilidad del guía, y muy especialmente si se encuentra en un campamento de caza peligrosa.
2.- Mentalidad del personal del campamento
Muchas veces la cultura de los habitantes de
África se diferencia bastante con la nuestra, y muchas otras, la de ellos mismos
también se diferencian entre sí. Esto puede llamar la atención en especial a aquellos que pisan por primera vez el continente. Allí se encontrarán con nativos de raza negra muy serviciales, de trato cortés y profundas creencias religiosas. Exactamente igual que los nativos de raza blanca. Los primeros, podrán rezar a sus antepasados cada noche pidiendo que el cazador pueda obtener el trofeo buscado, ya que eso representa una gran alegría para ellos, mejores propinas al final del safari y proteínas aseguradas para su aldea. Los blancos, en cambio, podrán dar gracias por los alimentos recibidos ante cada comida, o no realizar ninguna actividad con armas los días domingo, especialmente si practican la fe protestante, y en especial aquellos de ascendencia boer que suelen ser miembros de la Iglesia Reformada Holandesa. En cada caso, la comprensión es la mejor actitud para demostrar el debido respeto a sus creencias.
3.- Estado físico y condiciones de tiro mínimas indispensables
En estas páginas ya hablamos de la importancia
de tener un estado físico adecuado y de contar también con habilidades de tiro afines
a las exigencias de la cacería. En ambos casos, hice hincapié en las ventajas
que estar preparado en todo sentido ofrece al mismo cazador. Desde el punto de
vista del profesional e incluso de los asistentes, que el cliente esté a la
altura de la circunstancias es fundamental a la hora de ver su trabajo coronado
con el éxito. Seguir las huellas de cualquier animal en el bush, ya sea de planicie o de caza peligrosa, es una tarea demandante tanto física como mentalmente. En estos casos, el cliente cuenta con una ventaja que es la ansiedad y la excitación por estar detrás de su pieza. El personal de safari, por su parte, cuenta con la familiaridad y el entrenamiento que le otorga su diaria actividad. Sin embargo, todos se enfrentan más tarde o más temprano a los rigores del cansancio. Ayuda mucho al espíritu de equipo, comprobar que el cazador está en poder de un estado físico adecuado que le permite alcanzar la meta aunque sea con esfuerzo. Naturalmente a la hora del disparo, también ayuda mucho que demuestre sus condiciones como tirador. Con esto no quiero decir que no pueda fallar. Eso en definitiva no es lo importante. La clave en estos casos es estar a la altura de la cacería, no solo para el obvio beneficio propio, sino también como una forma de valorar y respetar el arduo trabajo del resto del equipo del safari.
4.- Puntualidad
Un safari cuenta con reglas más o menos
establecidas al inicio del mismo. Algunas de ellas tienen que ver con los
tiempos para determinadas actividades. En general, el toque de diana se hace
antes del amanecer, hay un horario fijo para el desayuno y para el comienzo en
sí de la jornada de caza. Naturalmente como es su safari y consecuentemente sus
vacaciones, el cazador deberá estar de acuerdo en el cronograma establecido,
pero una vez acordado, deberá ser respetado. Recuerde que si el desayuno está
pautado para las 5 de la mañana, el personal de cocina deberá estar al pie del
cañón a las 4. Lo mismo ocurre con el personal de campo, conductor,
rastreadores, guardaparques, y el propio profesional que estarán listo a la
hora señalada para la partida. Todo está perfectamente ordenado en un
campamento de safari, por lo que también es un gesto de cortesía respetar sus
horarios en la medida que esto sea posible.
5.- Regateo
La industria de safaris en África deja
actualmente poco lugar a la improvisación. Todo está perfectamente organizado
desde el primer momento; desde la gestión de los permisos de caza, la
asignación del personal del campamento, los guardaparques que actuarán como rangers en las áreas de cacería, la
logística y administración, la asignación de guías locales para cada cliente,
etc. Esto hace por otra parte, que poco sea lo que se puede regatear u obtener
del operador que ya no esté especificado en las condiciones de contratación. Si
tiene que negociar algo, hágalo antes con la persona a cargo expresándole sus
requerimientos. Pero también recuerde que el tratar de regatear con el guía
para obtener alguna ventaja extra, como disminución de precios, posibilidad de
cazar especies no establecidas en los permisos, o simplemente obtener una
ventaja en cualquier otra circunstancia en detrimento del propio profesional o
de la empresa outfitter, no solo no tendrá resultados positivos, sino que
dejará al cazador mal parado a los ojos del equipo que trabaja duro para lograr
un safari exitoso.
6.- Respeto y cortesía
Las reglas normales de cortesía y civilidad se
aplican en cualquier campamento de cacería al igual que en cualquier otra
circunstancia. No hay mucho que ahondar sobre este particular. En lo personal
jamás he tenido ningún problema con cazadores en este respecto. Al contrario,
la relación que se forja entre clientes y el equipo de asistentes es admirable.
Tal vez sea por nuestra cálida cultura latina o tal vez por el alto nivel
educativo con el que contamos. De cualquier forma, al final del safari, las
despedidas siempre son emotivas y afectuosas. He visto sí, ver tratar como
simples sirvientes al personal de color por parte de algunos cazadores
extranjeros, algo que a estas alturas ha quedado afortunadamente fuera de lugar
del continente africano.
7.- Paciencia
La paciencia es -sin dudas- una de las
principales virtudes con las que debe contar un cazador. Esto está clarísimo,
pero debe tenerse más en cuenta aún si luego de cuatro días de estar
recorriendo kilómetros a pie en busca de algún esquivo trofeo, no se ha podido
dar con él y sólo se han disparado los tiros para regular el rifle. Las
situaciones pueden ser más que variadas: sólo se ven huellas de los animales
buscados en el área, no se encuentra el trofeo que uno busca en particular, se
han perdido las oportunidades de cazarlo al acercarse, los animales han abandonado
el área de caza y muchas situaciones por el estilo. En cualquiera de estos
casos, solo cabe analizar la situación junto al profesional, buscar nuevas
estrategias y ser paciente. Pero además de estas tres condiciones, le sugiero
como detalle de cortesía, que le haga saber a su guía, que comprende cabalmente
la situación y que como buen cazador, no se desesperará si el resultado no es
el buscado. Este gesto de caballerosidad será muy apreciado por el profesional
quien -estoy seguro- hará todo el esfuerzo posible para que usted cace lo que
está buscando. Como dicen los ingleses, él hará la “milla extra” para que esto
suceda, pero con la confianza de que están entre caballeros que entienden y
comparten uno de los pilares fundamentales de la deportividad de esta
actividad: la incerteza de la caza.
8.- Expectativas racionales
No me refiero aquí a la teoría económica de este
mismo nombre, sino a la actitud que debería tener el cazador a la hora de
buscar los distintos trofeos en su safari. Expectativas racionales y razonables
deberían ser las que se tienen cuando se inicia la cacería en cualquier parte
del mundo. Es naturalmente muy deprimente darse cuenta en el lugar, que las medidas de trofeo que uno busca no existen allí. La solución es obviamente averiguar con anterioridad los niveles promedios de los trofeos representativos en esa región.
Para eso puede recabar información en los libros de récords existentes, preguntarle a algún amigo que haya cazado en esa área recientemente, o hablar con su cazador profesional sobre las expectativas que tiene y conocer cuál es su opinión al respecto. Esta información, si es conocida de antemano, evitará desilusiones al cliente y presiones extras al profesional que puedan opacar la magnífica experiencia que un safari africano representa.
9.- Comunicación con el cazador profesional
Esto es fundamental para garantizar el éxito de
un safari. La comunicación con guía debe ser fluida desde mucho antes que
comience la cacería. Ya sea por correo electrónico o personalmente, pregúntele,
asesórese sobre todo lo que considere necesario: alojamiento, comodidades, tipo
de geografía, forma de cazar, calidad de trofeos esperados, y todo lo que se le
ocurra. De la misma manera, una vez iniciado el safari, mantenga la
comunicación con él y participe en las decisiones, estrategias y planes de
acción que deberán tomar en conjunto. La confianza con su guía le permitirá tal
vez señalarle a él cosas que deberían mejorar o perfeccionar en la operación,
así como también expresarle aquello en lo que concuerda o le parece bien. Este ida
y vuelta ayudará mucho al profesional en su trabajo con las naturales
consecuencias en el éxito final de la cacería.
10.- Propinas justas
No hace mucho hablamos también sobre las maneras
posibles de estimar una propina correcta para el personal del safari. Algo que
en estos días, si bien es voluntario, es también una regla no escrita de uso
común en los safaris internacionales. En este caso, quisiera señalar, que una norma
de etiqueta importante en el campamento, es aceptar las sugerencias del cazador
profesional en este respecto. Con esto quiero decir que si bien las propinas
son absolutamente voluntarias, existe siempre un rango en el que se mueven los
valores del dinero a otorgar al personal. Por esa razón, trate de ajustarse a
los usos y costumbres en este sentido. Una propina inferior a la media, puede
ser tomada como una muestra de disconformidad por parte del cliente, algo que
no está mal si realmente existiera esa disconformidad en el servicio o en la atención.
Pero también un exceso en los valores de la propina, puede traer aparejados
problemas para el guía profesional o la empresa outfitter, en especial cuando
se trata del personal nativo. Para ilustrar una situación de este estilo, me
permito contar el caso de un rastreador que al día siguiente que se fuera el
cliente del campamento, vino a pedir los 250 dólares que le faltaban de su
propina. Al preguntarle de qué estaba hablando, ya que el dinero había sido
entregado en mano, contestó que el cliente le había dejado 100 dólares (que era
el monto usual para gratificaciones en aquel lugar), pero que otro cliente le
había dejado 350 dólares al otro rastreador del equipo por un período similar
de safari. Lo que no entendía el rastreador, era que las propinas eran un
regalo voluntario, y no un derecho adquirido. Explicado esto, se solucionó su
humor y no pasó a mayores. Pero lo que el cliente nunca supo, fue que generó
una situación de tensión gracias a su excesiva generosidad.
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