jueves, 25 de septiembre de 2008



Grandes Cazadores y Conservacionistas
Frederick Courteney Selous

Por Eber Gómez Berrade


Intentaré compartir con ustedes un paseo por la historia de la cacería, deteniéndome por unos momentos en la vida de aquellos grandes cazadores, que se internaban en tierras extrañas, con un arma y un irrefrenable deseo de libertad, cuando aún quedaban espacios en blanco en los mapas. Estos hombres compartían un profundo amor por la naturaleza y marcaron el camino del conservacionismo y la caza deportiva tal como la conocemos hoy en día.
Sin duda alguna, todos nosotros hemos escuchado alguna vez el nombre de Frederick Courteney Selous. Ya sea leyendo sobre historia de los safaris africanos, hojeando alguno de sus propios libros o mirando algún mapa donde aparece la Selous Game Reserve en lo que hoy se conoce como Tanzania.
De todas maneras, el nombre de Selous es famoso desde hace mucho tiempo. Su vida pudo haber sido extractada de una novela victoriana, ya que él mismo era el resultado de esa época. Nacido en Londres el último día de 1851 de una familia de intelectuales, cultivó desde chico el gusto por la naturaleza.
Luego de estudiar en Tottenham, fue enviado al “Rugby School” a la edad de catorce años, donde además de completar su educación formal, matizaba sus exploraciones naturalistas con lecturas de exploradores africanos.
Por ese entonces era ya un ávido lector del doctor David Livingstone, famoso misionero y explorador, y su ambición era seguir sus pasos por el continente negro. Es en ésta época donde decidió su futuro, ser cazador en Africa.
Y lo hizo. Con algunas libras en el bolsillo y diecinueve años de edad, desembarcó en Algoa Bay, (Port Elizabeth / Sudáfrica) el 4 de septiembre de 1871.
Es allí donde comenzaron sus aventuras, dirigiéndose a las minas de diamantes de Kimberley, cruzando el río Vaal y luego hacia los ríos Limpopo y Zambezi en busca de marfil. Se adentró en la tierra de los Matabele, conoció al poderoso rey Lobengula, y cazó en ese viaje numerosas especies y alrededor de setenta y ocho elefantes Siendo aún muy joven y sin mucha experiencia en caza mayor, compartió expediciones con diversos compañeros, entre ellos un hotentote llamado Cigar, quién lo inició en la forma de cazar elefantes como se hacía por aquel entonces: a pie, con un pesado Vaughan doble y algo de café y tabaco por todo lujo.
Creo importante comentar aquí, que los safaris de aquellas épocas distaban mucho de los que vinieron luego, en la primera mitad del siglo XX. Las condiciones eran realmente duras y la vida del cazador estaba en constante peligro debido a las fiebres, el hambre y la sed, sin contar que para cazar había que aproximarse mucho a la presa, de manera que la munición resultara eficaz. Esto era bien conocido por Selous, que en una oportunidad cazando a caballo cerca del río Umfuli, terminó desarmado y bajo el cuerpo de un elefante herido, salvándose milagrosamente.
Este primer viaje al Africa le sirvió para adquirir la experiencia necesaria que lo convertiría luego en uno de los más famosos cazadores africanos. Sus safaris, recechos y observaciones figuran en su libro “A Hunter's Wanderings in Africa”, publicado en 1881 y el primero de una serie que testimonian sus experiencias de caza en diversos lugares del mundo y lo convirtieron en un autor famoso entre sus compatriotas británicos. Según cuentan, el novelista Rider Haggard lo tomó de
modelo para su Allan Quatermain en “Las Minas del Rey Salomón”.
Selous se destacó no sólo como cazador, sino como guía, explorador y geógrafo, recibiendo por sus exploraciones la Medalla de Oro de la Real Sociedad Geográfica de Londres.
Cecil Rhodes, el padre de la colonización británica en Africa, lo convocó para la apertura de Mashonaland para la “British South Africa Company”, diciendo luego de él que fue “el hombre al que se le debía Rhodesia para la Corona Británica”. Una de las tareas de Selous fue la creación del Selous Road, un camino que cubría desde Bechuanaland (Botswana) hasta Fort Salisbury (Harare).
Su experiencia no se agotó en el “bush” africano, otras geografías lo vieron pasar con su rifle al hombro y su sombrero ladeado. Asia Menor y Transilvania en busca de ciervo colorado. Wyoming y las Rocallosas por wapiti y ciervo mula, Canadá por moose y caribú, Noruega e Islandia para recolectar huevos de aves y el Africa Oriental Británica (Kenia) por las especies silvestres que aún no contaba en su colección. Además de su propio museo en Surrey, Selous aportó numerosas colecciones de especímenes al Museo Británico de Historia Natural.
Como escritor continuó con el éxito de su primera obra, a la que le siguieron: “Travel and Adventure in South East Africa”, “Sunshine and Storm in Rhodesia” y “Sport and Travel”, que publicó a través de su editor Rowland Ward, y donde continúa con su particular estilo objetivo,
austero y detallista, comentando tanto las características de los indios Sioux de Montana, como las de los campesinos turcos. Para ese entonces colaboraba además, con la centenaria revista británica “The Field”.
Fue gran amigo de Theodore Roosevelt, presidente de los Estados Unidos y pionero en el conservacionismo, quien le sugirió, durante una visita a la Casa Blanca, la publicación de otro libro, “African Nature Notes and Reminiscences”. En 1908 le encargó la organización de su safari a Africa previsto para el año siguiente, junto a su hijo Kermit Roosevelt. Este viaje hizo florecer la cacería deportiva e introdujo la conciencia conservacionista, permitiendo el estudio de la vida
salvaje de Africa.
Cuando los primeros vientos de guerra comenzaron a soplar en 1914, Selous con 63 años de edad y establecido como escritor y administrador de su propio museo, no dudó en alistarse y logró ingresar como oficial de inteligencia de la “Legion of Frontiersmen”, una unidad especial africana bajo el Regimiento 25 de Fusileros Reales, donde alcanzó el grado de capitán y fue condecorado con la Orden de Servicio Distinguido.
El final de la vida de Selous fue tan heroico y singular como lo había sido el resto de la misma. Su safari final ya no fue contra un elefante sino contra la Schutztruppe alemana comandada por el famoso general Paul von Lettow-Vorbeck, él también una leyenda de valentía y audacia en la guerra mundial, en el escenario del Africa Oriental Alemana. En enero de 1917 en la localidad de Beho-Beho, Selous intentó cercar a las tropas germanas, superiores en número, con su compañía de exploradores encabezándola con su característico arrojo. Su figura era tan conocida y prestigiosa dentro de las filas del enemigo que en un momento de la escaramuza al levantar sus prismáticos permitió a un francotirador hacer blanco certero con el disparo que terminó con su vida.
De nada sirvió la consternación de sus fieles seguidores que atacaron al enemigo dando muerte al francotirador y a varios oficiales y soldados que lo rodeaban. Al conocer la noticia el propio general von Lettov envió sus sentidas condolencias por la muerte de su respetado y admirado adversario.
Los restos de Selous descansan hoy en una tumba situada en el lugar del hecho sobre el río Rufiji en Tanzania en la Reserva de Caza que lleva su nombre.
El taxi dobló a la derecha y alcancé a leer el nombre de la calle: “Selous Crescent”. Confieso que sentí una extraña emoción al descubrir el nombre de Selous aquella tarde en Victoria Falls. Otro merecido homenaje para un hombre que vivió como le hubiera gustado vivir, cazando en la naturaleza.

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