domingo, 13 de diciembre de 2009
Argentina vs África. Puntos de Impacto
Por Eber Gómez Berrade
Qué tienen en común los Colorados patagónicos, los Axis bonaerenses o los Damas pampeanos con los Kudus sudafricanos, los Oryx de Namibia o los Wildebeest de Zambia? Una gran resistencia a dejarse matar.
Seguramente alguna vez nos ha sorprendido la “dureza” de algún jabalí ante el efecto devastador de 165 grains de plomo recién salidos de un eficiente .308, o nos hemos quedado sin argumentos al ver como los 300 grains de varios tiros de 375 H&H solo provocaron una irascible huída en uno de nuestros Búfalos de la India, que para peor se metió a esperarnos en medio de un pastizal norteño.
Si hablamos de África, muchas veces las experiencias también se parecen.
Las justificaciones pueden ser variadas: el calibre o la punta elegida que “no mata” o la “dureza” del animal en cuestión, son algunas de las excusas más escuchadas. En realidad, lo que se quiere significar con esto es que hubo un error en la elección del proyectil y que por lo tanto, no fue el adecuado para el tipo de caza que se intentó, o que la adrenalina generada por el animal luego de un primer disparo erróneamente ubicado no provocó su muerte inmediata.
Es cierto, los calibres, las puntas, las recargas, las distancias, el tipo de terreno o las condiciones como tirador son algunas variables que afectan sin dudas el resultado de la caza.
Sin embargo muchas veces, por no decir la mayoría, el problema radica en una mala ubicación del disparo, tal vez por desconocimiento de la ubicación del órgano a impactar.
En varias oportunidades desde estas mismas páginas Carlos Coto se ha referido a lo que su amigo, el legendario cazador de marfil Tony Sánchez Ariño, repite cada vez que le preguntan cuál es el mejor calibre para cazar elefantes: “la bala en su sitio”, responde siempre indefectiblemente el veterano español.
Y por supuesto, tiene razón.
En la caza mayor todo se subordina al punto del impacto sobre la pieza. Conocer la anatomía del animal que se va a cazar es una condición imprescindible. Ni que hablar si se está en un safari en África, donde el tiempo y el dinero invertido hacen que cada disparo deba ser optimizado al máximo.
Allí también, animal herido es animal pagado (trophy fee), sin contar el tiempo que se pierde rastreando la pieza y que no se aprovecha buscando nuevos trofeos. Además de la horrible sensación que naturalmente se siente al ver huir la presa herida en pleno sufrimiento. Siempre claro, que sea una especie de planicie, porque si en cambio el animal lastimado es de caza peligrosa, el riesgo de ser víctima de una carga aumenta exponencialmente.
Aprovechar la experiencia
En general, quienes deciden hacer un safari africano es porque han cazado todo, o casi todo en su tierra. Está experiencia local puede ser muy valiosa ya que, a pesar de las diferencias de especies, podemos comparar la ubicación de los puntos de impacto de algunos de nuestros animales con la fauna existente en las sabanas del continente negro.
Como en Argentina no contamos con algo similar a los llamados 5 Grandes de caza peligrosa (excepto y salvando las distancias el Puma y el Búfalo), podemos comparar desde un punto de vista exclusivamente morfológico, a nuestros ciervos, incluido el antílope negro, y el jabalí europeo con algunos de los antílopes más comunes del sur de África además del facocero.
Tanto ciervos como antílopes y suidos, independientemente del tamaño y peso que posean, tienen su motor en el primer tercio de su cuerpo. Allí es donde viven, y allí es donde se alojan los órganos vitales que son el cerebro, la medula espinal, el corazón y los pulmones.
En pocas palabras, el cerebro es el órgano del sistema nervioso responsable de controlar y dirigir las funciones del organismo. Estas órdenes son transmitidas por otro órgano de ese mismo sistema: la médula espinal, que está cubierta y protegida por la columna vertebral. El corazón, órgano central del sistema circulatorio, es el músculo que bombea la sangre que transporta el oxigeno a todo el organismo (incluido el cerebro), y por último, los pulmones, encargados de oxigenar la sangre y expeler el dióxido de carbono del torrente sanguíneo.
La destrucción de cualquiera de estos cuatro órganos provoca la muerte inmediata o muy rápida del animal, lo cual debe ser el objetivo a perseguir de todo cazador deportivo.
La ubicación de estos órganos es muy similar entre los mamíferos, y el tamaño de cada uno es directamente proporcional al tamaño del cuerpo.
En el caso de la fauna africana, existen algunas pequeñas características distintivas. Así es como el cerebro se ubica en la parte más alta del cráneo, entre los ojos y en la base de las orejas, la columna vertebral en su región cervical, pasa justo por la mitad del cuello hasta que vuelve a subir hacia el lomo a la altura de las vértebras dorsales y lumbares.
Tomando las variables de peso y alzada de algunos exponentes de nuestra fauna y de la africana, se puede realizar una primera comparación morfológica que ayude a imaginar la ubicación de los órganos vitales en animales con los que uno no está familiarizado, como sucede con aquellos que hacen su primer safari en África.
La familiaridad que se tenga con la anatomía de estos grupos de la fauna local, gracias a la experiencia adquirida cuereando y despostando bichos en el campo, ayudará a identificar consecuentemente la ubicación de los puntos de impacto en la fauna africana.
De esta manera, se pueden encontrar similitudes entre los antílopes mayores de África como el Kudu, el Oryx, o los Wildebeest (Azul y Negro) comparables con nuestros ciervos Colorados; entre los antílopes medianos como el Blesbok de peso y alzada similar a los ciervos Axis y Damas; entre los antílopes pequeños como el Impala y el Springbok del tamaño aproximado a nuestro Antílope de la India; entre los antílopes pigmeos como el Duiker común comparable con nuestra corzuela parda; y entre el facocero, suido de tamaño aproximado al jabalí europeo puro.
Tirar al órgano, no al animal
Como primera aclaración vale decir que si bien la destrucción de cualquiera de los órganos vitales es letal, no todos los puntos de impacto son recomendables en la caza deportiva de animales de planicie.
Veamos los diferentes las características que provocan los tiros a los distintos órganos vitales.
Tiro de cerebro. Sin dudas que un disparo que interese el cerebro provocará un “corte de energía” en la presa que lo dejará fulminado inmediatamente. Pero si se trata tanto de un antílope como de un ciervo, existe un alto riesgo de errar al cerebro por aquello de que el tamaño de los órganos es proporcional al cuerpo del animal. Si esto sucede, se dañará el cráneo o la cornamenta, o en el peor de los casos se perderá el animal herido.
El tiro de cerebro en especies de planicie es solo recomendable cuando se caza para obtener carne, como estilan los cazadores de “biltong” (carne disecada y condimentada) en el sur de África. Por supuesto que esta modalidad requiere de una habilidad y puntería especial y no se relaciona en absoluto con la caza deportiva de trofeos.
Como nota al margen, el tiro al cerebro en animales de caza peligrosa, es casi siempre una decisión del cazador profesional para tiros de apoyo o back up en situaciones defensivas.
El tiro de columna es sumamente efectivo para “parar” cualquier animal. Ya sea el famoso tiro de cogote o directamente unos centímetros debajo del lomo. Esto cortará de una manera fulminante la comunicación nerviosa del cerebro con el organismo, y el animal caerá de una manera espectacular.
El problema que tiene es que existe aún una considerable posibilidad de error, menor que en el de cerebro, pero igualmente riesgosa. Un tiro al cuello que no impacte de lleno en la columna, puede alojar el proyectil en la masa muscular del área, y el animal herido podrá escapar y seguir viviendo por un buen tiempo con el consecuente sufrimiento.
Algo similar sucede si se le tira al lomo intentando hacer blanco en las vértebras dorsales. Las posibilidades de errar siguen siendo grandes, ya sea pasándole por arriba o pegándole en tercio trasero en un tiro que hará escapar a la presa.
Sin dudas es un tiro muy recomendable para asegurar el trofeo inmovilizándolo, especialmente adecuado para el escenario africano, donde hay que evitar a toda costa el perder una pieza herida. Por esa razón, también es el punto de impacto elegido por el cazador profesional en el caso de que el cliente le solicite detener al animal si su primer tiro no fuera letal.
El triángulo vital
El denominado triángulo vital está compuesto por los órganos que alimentan con oxigeno al sistema nervioso, léase, el corazón, los grandes vasos y los pulmones, lo que hace de esta área el blanco más recomendable para el cazador deportivo.
El tiro de corazón. En caso de que el proyectil impacte directamente en el corazón, la muerte del animal será rápida pero no inmediata. El tiempo transcurrido además variará en unos segundos dependiendo si el musculo cardíaco atraviesa su fase sistólica (de contracción) o diastólica (de relajación) donde las cavidades cardíacas se encuentran llenas de sangre. Es característico el salto del animal en el momento del impacto, la gran difusión de sangre al exterior y tras una corta carrera producto de los reflejos, cae abatido debido al descenso extremo de la presión arterial que deja sin oxigeno al cerebro. El riesgo inherente de este punto de impacto es que si el tiro es bajo, puede errarse limpiamente al animal o romperle una pata y si el tiro pega un poco atrás, siempre está el riesgo de “pancearlo” al pegarle en el estómago.
El tiro a los pulmones. Ocupando una mayor superficie del mismo triángulo, se encuentran los pulmones. Un impacto en este órgano asegura la muerte de la presa, aunque tampoco de manera inmediata. Es el tiro más recomendable para animales de planicie (tanto antílopes africanos como ciervos criollos) ya que brinda un blanco mayor, aumentando las posibilidades de dar en el blanco. Especialmente cuando se trata de tiros largos como los necesarios para abatir antílopes que habitan el desierto del Kalahari o las inmensas praderas de Tanzania. Es también un tiro que brinda mayores posibilidades en animales medianos y pequeños, y tiene la ventaja que si se “erra”, el proyectil puede impactar en el corazón, los grandes vasos, la columna vertebral a la altura del cuello, o el hígado. Todos tiros letales.
Lo esencial de este triángulo vital es imaginárselo en tres dimensiones. No es suficiente ver una fotografía de un animal de lado y tratar de ubicarlo. Hay que imaginarse cada órgano posicionado en el centro de animal. De esa manera, cuando varíe la posición de disparo, de costado, de adelante, de atrás o desde alturas diferentes, siempre se pueda calcular la posición exacta del órgano con la mayor precisión posible.
Tomar notas
Como dije, la ubicación de los órganos vitales en los animales de planicie africanos no varía demasiado entre especies similares. Esta característica podrá servirle ni bien comience a cobrar trofeos en su safari de antílopes en África.
Claro que la experiencia de caza en Argentina será invaluable, así como el conocimiento adquirido de la anatomía previo al viaje, pero lo que marcará una mejora significativa en la determinación de los puntos de impacto será la experiencia directa que le dará su primer trofeo con respecto al segundo, y así sucesivamente. Cómo?, haciendo usted mismo una autopsia del animal una vez abatido.
Luego de las felicitaciones y las fotos de rigor, y una vez que el cuereador (skinner) haya finalizado su trabajo con la piel, -de acuerdo a lo que usted le haya indicado para su taxidermia-, tómese unos minutos y comience a investigar sobre el cuerpo del animal. Meta mano, así como lo hace cuando desposta chanchos en La Pampa o colorados en los Andes. Allí sabiendo buscar, encontrará una fuente inagotable de conocimientos y respuestas.
En términos de balística terminal podrá obtener información muy interesante sobre su recarga, la penetración de la punta que eligió, podrá evaluar el daño en los tejidos, analizar el orificio de ingreso y de salida si lo hubiera, buscar el recúpero de la punta y de encontrarlo observar su grado de expansión o deformación.
Pero también en materia de información anatómica, podrá identificar los órganos del triángulo vital, observar su ubicación real y superposición, podrá fijarse la cantidad de sangre que quedó en la cavidad torácica, y prestar atención al tamaño de cada órgano. Le sugiero como ejercicio que en ese momento se proponga recordar el instante previo al disparo, visualice el lugar exacto donde apuntó y contrástelo con el lugar donde está realmente el agujero de entrada.
Tome fotografías si le parece, claro que no serán las que irán al álbum para mostrar a los amigos no cazadores, pero le serán de mucha utilidad en el futuro cercano. Y por último, otra sugerencia: tome notas. Una vez sentado en el fogón del campamento, aproveche ese tiempo inolvidable de relax y escriba sus vivencias, sus sensaciones y lo que aprendió durante la jornada. Así podrá también disponer del resultado de la “autopsia” cuando le parezca, que de otra manera es una información que quedaría librada a su memoria. En una palabra, sáquele el jugo a su safari desde el inicio, así a medida que avancen los días, se sentirá más seguro y confiado a la hora de elegir el punto de impacto más conveniente para el próximo trofeo africano que vaya a buscar.
Publicado en Revista Vida Salvaje (Diciembre 2009)
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