lunes, 29 de febrero de 2016

Adelino Serras Pires - Un cazador portugués en el África poscolonial


Por Eber Gómez Berrade

Adelino Serras Pires fue un pionero de la caza mayor en Mozambique.  Poseedor de una personalidad dura y exigente, culto y cosmopolita, disfrutó de la última época del África colonial, y padeció en carne propia el salvaje periodo de descolonización. Referente indiscutido de la industria cinegética del siglo XX, fue siempre muy respetado entre la comunidad internacional de cazadores profesionales. Falleció en Agosto pasado a los 87 años en su casa de Pretoria. Con su partida se fue un poco de esa magia que envuelve al continente negro, y que aún embruja a los que se adentran en sus misteriosos y excitantes territorios.  
Serras Pires era multifacético. Descollaba tanto en sus conocimientos del bush africano, como en las selvas de los negocios y la política. Era apasionado y obsesivo con lo que él consideraba que era lo correcto. Esto naturalmente le trajo más de un problema con aquellos que no estaban de acuerdo con sus puntos de vista, ya fueran empleados, clientes, políticos o guerrilleros. Los que lo conocieron afirman que era durísimo con las autoridades coloniales que detentaban abusos de poder o casos de corrupción. Y fue un enemigo acérrimo de los tiranos que arribaron al poder de su país y lo sumieron en una sangrienta guerra civil.

Primeros años
Adelino nació en Pont de Sor, Portugal en el año 1928. En 1933 su familia emigró a la colonia portuguesa de Mozambique, para ejercer el comercio y la actividad agropecuaria. Su padre eligió establecerse en la provincia de Tete y luego en Guro, donde construyó una red de negocios comerciales y una granja agrícola de grandes dimensiones.
El gusto por la vida en la naturaleza y la caza, que era el pasatiempo predilecto de su familia, comenzó justo allí. A los ocho años acompañó a su padre y a su tío en busca de leones cebados de carne humana, que asolaban una aldea cercana a Tete. La cacería culminó con cinco leones muertos y la captura de dos crías. Ese día su destino se selló para siempre. Iba a ser cazador.
Su familia decidió que quería para él una educación inglesa, por lo que fue enviado al Prince Edward School, en Salisbury (hoy Harare), capital de Rhodesia del Sur (hoy Zimbabwe). Allí completó el curso secundario de Cambridge, y luego recibió también instrucción militar, llegando al grado de Sargento cadete. Con esos antecedentes, era natural que poseyera una excelente educación y una gran cultura muy superior a la media. Su lengua nativa era el portugués, pero hablaba con fluidez el español, el inglés y el afrikaans. Como producto de la educación sajona, era también una entusiasta deportista. En su juventud practicó boxeo, tenis, fútbol, rugby, criquet, waterpolo y hockey sobre césped. Sin embargo, la caza era la que seguía quitándole el sueño. Conocía muy bien el comportamiento animal, y era muy hábil en las técnicas de aproximación y rececho. Tenía un excelente trato con los nativos y dominaba el chissena y el chingyungwe, dos idiomas de las tribus que habitaban las provincias de Sofala, Manica y Tete en el centro del país.
Pasó su juventud en la granja de su familia, que su padre había fundado y haciendo trabajos en una mina de oro de la región. Aquella vieja granja, estaba erigida donde su padre levantó su primer campamento en la expedición que hizo para buscar tierras donde establecerse, y también era el lugar donde descansaban sus restos.
El emprendimiento no sobrevivió la guerra civil. Un cuarto de siglo después, Adelino asistió con dolor, a ver cómo todo se había destruido luego de la independencia. La granja estaba completamente abandonada, reducida a escombros y cubierta por la maleza. El sueño colonial de su padre, todavía estaba ahí, pero convertido en una ruina, producto del vandalismo, el odio y la incultura.

Antes de la Independencia
La historia de Mozambique se parece bastante a la del resto de las naciones africanas, que vieron sus días de dominación colonial europea, para luego atravesar un proceso violento de independencia. Ese territorio costero del de África oriental, fue explorado originalmente por Vasco de Gama en 1498, y reclamado por los portugueses como colonia hacia 1505.
Desde esa fecha hasta el 25 de junio de 1975, permaneció bajo la égida de los gobiernos de Lisboa. Sin embargo, ya una década antes, los vientos de liberación comenzaron a soplar en Mozambique. Vientos que llegaban de Kenia, de su Uhuru y de su revuelta Mau Mau de la década del 50. El Frente para La Liberación de Mozambique (Frelimo), fue uno de los principales actores en esta lucha de tinte nacionalista, convirtiéndose en una poderosa y salvaje guerrilla apoyada por la Unión Soviética, que se disputaba con Estados Unidos el tablero geopolítico del continente africano, durante la Guerra Fría.
En 1978 la guerrilla devino en un partido político marxista-leninista y de la mano de su líder, Samora Machel, accedió al poder en un régimen unipartidista. Machel ocupó el cargo desde la independencia del país, hasta su muerte en un accidente aéreo en 1986. En este período trágico, desde 1975 hasta 1992, se llevó a cabo una guerra civil que culminó con el acuerdo de paz firmado por el entonces presidente Joaquim Chissano, y Afonso Dhlakama, líder de la opositora Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo). El Frelimo permanece en el poder hasta hoy, habiendo ganado tres veces las elecciones multipartidistas realizadas en los últimos años.
Fue precisamente en ese período feliz, previo a la independencia, cuando Adelino desarrolló una exitosa carrera en el comercio. Fue socio de una agencia de viajes pioneras en el desarrollo del turismo cinegético, tenía una concesión hotelera en el Parque Nacional de Gorongosa, y dirigía negocios familiares relacionados con la agricultura y el comercio en las regiones de Tete y Guro. Sin embargo, su destino estaba en la caza mayor, y fue por su ambición para desarrollar una gran operación de safaris, que decidió visitar los Estados Unidos y España en 1959, dando puntapié inicial de su actividad comercial como operador cinegético. A mediados de la década del 60, y hasta 1973 participó en el comité directivo de la Sociedad de Safaris de Mozambique (Safrique). En 1974 la situación con la guerrilla en Mozambique estaba casi fuera de control y Safrique decidió cerrar sus operaciones de caza. Sin embargo, Adelino decidió quedarse en su país y se incorporó a la empresa Mozambique Safariland, que tenía concesión en la coutada (área de caza) número 5 del Parque Nacional de Zinave, en las márgenes del río Save. Por aquel entonces Adelino quería operar también en las coutadas de Manica y Sofala, y para eso tuvo que negociar directamente con los comandantes del Frelimo.
El golpe de suerte le llegó en 1963, cuando guió personalmente a los Marqueses de Villaverde, una pareja de la nobleza española, que visitó Mozambique invitada el presidente portugués. Los nobles recorrieron las coutadas de Manica, Sofala, y la número 9 que estaba administrada directamente por la Agencia de Turismo donde Adelino era socio gerente. La expedición fue un éxito y hasta obtuvo cobertura internacional en los medios periodísticos de la época. Algo a lo que desafortunadamente nos hemos desacostumbrados en estos días.
Los Marqueses de Villaverde quedaron encantados y volvieron al año siguiente con una pareja amiga. El safari volvió a ser un éxito y convirtió a Adelino en el preferido por una cliente selecta, compuesta por miembros de la aristocracia  europea, altos ejecutivos, escritores, artistas de cine, astronautas como James Lovell del Apollo 13 y Stuart Allen Roosa del Apollo 14, reconocidos cazadores internacionales de España, Portugal y Estados Unidos, así como varios ganadores del prestigioso Premio Weatherby.
Las áreas de cacería donde operaba Serras Pires tenían una enorme cantidad de manadas de caza de planicie y peligrosa, pero no estaban conveniente mente preparadas en términos de infraestructura para el boom de safaris que comenzaron a llegar después de los Marqueses de Villaverde.
En 1964 -en pleno auge de los safaris-, el Banco Nacional Ultramarino de Mozambique, creó la empresa Safrique, adquiriendo nueve concesiones. Allí se realizaron importantes inversiones de capital en la edificación de campamentos, aperturas de picadas, pistas de aterrizaje, remodelación de flota automotriz, instalación de un eficiente sistema de radio VHS, y contratación de mayor cantidad de personal calificado, aptos para alcanzar los más altos estándares de calidad en la industria del turismo cinegético.
Con estas mejoras, y con la demanda en constante aumento, la compañía se dio el lujo de elegir a sus clientes, aumentar los costos y establecer períodos de duración mínima obligatoria para sus safaris.
A estas alturas Adelino, no sólo era un alto directivo en la empresa, sino también el responsable técnico de la supervisión de los safaris y el embajador itinerante de la compañía en todo el mundo, promoviendo a Mozambique como destino de lujo en caza mayor. De esta manera, Safrique se convirtió en las décadas del 60 y 70, en la empresa de safaris más grande de África, desplazando a las históricas compañías de White Hunters establecidas en Nairobi, Kenia que lideraban el mercado desde principios del siglo XX.

La independencia y el caos
El fin de la dominación portuguesa en Mozambique, abría una etapa de esperanza republicana que no duraría mucho tiempo, pero también, firmaría el acta de defunción de los safaris de caza mayor, tal cual como se venían realizando hasta ese momento. A la misma velocidad que se retiraban los portugueses, avanzaba la guerra civil entre el Frelimo y la Renamo, que adoptaron la guerra de guerrilla como instrumento para hacerse del poder en el país. Para la época de la independencia, Serras Pires decidió emigrar y buscar otros rumbos para sus operaciones de caza. Comenzó naturalmente por Angola, la otra ex colonia portuguesa del continente. Luego cazó profesionalmente en Rhodesia de Sur (actual Zimbabwe), Sudáfrica, Kenia, República Centro Africana, Zaire (actual República Democrática del Congo) y Tanzania. Fueron diez años de constantes sobresaltos, recorriendo concesiones, parques nacionales y áreas de caza, en países que también atravesaban violentos periodos de descolonización, signados por el caos de las guerras civiles.  Sin embargo, la fama de excelente cazador y outfitter, hizo que Adelino mantuviera su cartera de clientes allí donde fuera, y continuara guiando a aristócratas, miembros del jet set internacional, y celebridades del mundo entero.

Secuestrado
En 1984 Adelino guió, en un safari por Tanzania, a Valery Giscard D´Estaing, quien había sido presidente de Francia entre 1974 y 1981. Giscard D´Estaing fue uno de los artífices de la comunidad europea, y además un consumado cazador, que también recorrió Argentina en busca de nuestra fauna por aquellos mismos años.  
Hacia fines de Agosto de ese año, a pocos días de finalizada la cacería con el político francés, Adelino fue detenido por agentes del servicio secreto de Tanzania, junto a su hijo Adelino Jr., su sobrino Carlos Artur y otro pariente llamado Rui Monteiro. Los cuatro, esposados y con los ojos vendados, fueron subidos a un avión en el aeropuerto Kilimanjaro, y transportados a la capital de Mozambique para ser entregados a las autoridades de ese país. El avión que los llevó, pertenecía nada menos que a Julius Nyerere, presidente de Tanzania. Una vez en Mozambique se los acusó de estar planeando un golpe de estado para derrocar al presidente Samora Machel, líder del Frelimo, con la complicidad del grupo guerrillero Renamo, la nunca bien ponderada CIA de los Estados Unidos, un grupo terrorista portugués con base en Lisboa, y hasta el mismísimo Giscard D´Estaing, ex presidente de Francia.
El cautiverio del los cuatro sospechosos en las mazmorras de la prisión de Machava en Maputo fue aterrador. Diariamente era sometidos a torturas e interminables interrogatorios sin sentido, donde los captores aprovechaban para pasar viejas facturas de hacía más de una década, de los tiempos en que Adelino combatió, fusil en mano, a las incipientes guerrillas de Frelimo que intentaban adentrarse en las coutadas que él administraba.
El grupo fue mantenido en celdas separadas, sin contacto entre ellos por un período de cinco meses. La suerte parecía echada, sin embargo, los contactos de Adelino y sus amistades entre altos dignatarios internacionales, hicieron que se elevaran fuertes críticas y pedidos de liberación por parte de los presidentes de Portugal y de Francia, del Rey Juan Carlos de España, de la Cruz Roja Internacional, de Amnistía Internacional, de la familia Aznar de España, y de la organización International Hunting and Game Conservation.
Luego de muchas deliberaciones, el gobierno de Machel accedió a liberarlos, y así pudieron finalmente abandonar Mozambique con vida, dirigiéndose a Zurich, donde se hospedarían en casa del embajador de Portugal.  
Esta experiencia traumática, lejos de amedrentarlo, convenció a Adelino de la necesidad de participar en la vida política de su país. Y así fue que algunos años más tarde, ingresó a la Renamo, quien ya era el principal partido político de la oposición. En la década del 90 Adelino fue entrevistado en su condición  de activista, por el escritor Arturo Pérez Reverte, quien era corresponsal periodístico para una cadena de televisión española, que estaba haciendo una cobertura sobre la situación política y social de Mozambique.

Cuarteles de invierno
Serras Pires se retiró del mundo político y de los safaris al llegar el milenio. Al doblar la séptima década de vida, se estableció en Sudáfrica y se casó con Fiona Claire Capstick, viuda de Peter Capstick, recordado autor de “Muerte en los pastizales”. Fiona, una ex oficial de inteligencia de las Fuerzas Sudafricanas de Defensa y traductora de la Corte Suprema de ese país, continuó escribiendo sobre temas relacionados con la caza mayor y el continente africano. En 2001 ambos publicaron “Vientos de destrucción”, un libro autobiográfico de Adelino. La pareja vivió desde entonces en Pretoria, haciendo esporádicos viajes al añorado  Mozambique, y visitando convenciones de caza como las del Safari Club Internacional, el Dallas Safari Club, el Houston Safari Club, y la Asociación Internacional de Cazadores Profesionales. Adelino murió en Agosto de este año. Se fue así uno de los últimos cazadores caballeros de la época colonial, y un testigo privilegiado de la convulsionada y sangrienta historia del continente negro.