domingo, 6 de diciembre de 2015

Del Polo Norte hasta el Río Grande


Por Eber Gómez Berrade

Estados Unidos y Canadá brindan una de las opciones más imponentes en materia de caza mayor del mundo entero. En un inmenso territorio salvaje formado por ambos países, se distribuyen especies árticas como el oso polar y el buey almizclero, los cinco grandes de Alaska, e infinidad de ciervos, antílopes y bisontes que deambulan libremente por planicies y montañas del lejano oeste. Un paraíso para el cazador amante de la aventura y los desafíos extremos.
Para analizar las características de la caza mayor en América del norte, dividiré esta parte del continente en cuatros grandes áreas: el Círculo Polar Ártico, las regiones sub-árticas de Alaska, los estados del sur de Canadá y el oeste americano, incluyendo las Rocallosas y las grandes planicies.

Dentro del Círculo Polar Ártico
Las áreas de cacería más cercanas al Polo Norte, se encuentran bajo soberanía canadiense. Nunavut y los Territorios del Noroeste son los estados donde habita el formidable oso polar y el buey almizclero, características especies de caza polar.
Para aquel que nunca se ha internado en las planicies del lejano oeste ni en las montañas de Alaska, no es recomendable comenzar su experiencia norteamericana por estas latitudes. Todo lo contrario. Este tipo de cacerías requieren de expediciones consideradas extremas, y someten al cazador a temperaturas sub cero, en un ambiente realmente hostil. Hasta hace no muchos años, aquel que se adentraba en estas solitarias capas de hielo lo tenía que hacer en trineos tirados por perros, con la guía experta de los inuits o esquimales. Si bien hoy en día, para alcanzar mayores distancias y consecuentemente mayores probabilidades de cacería, la mayoría de las operaciones utilizan motos de nieve y mejor tecnología de comunicación, siguen siendo los esquimales los que guían cada expedición.
La especie característica de esta región es naturalmente el oso polar (ursus maritimus). El polar se disputa cabeza a cabeza el puesto número uno en tamaño con el oso pardo de la isla de Kodiak. Lamentablemente esta especie se encuentra en estado de vulnerabilidad ecológica debido a la pérdida de hábitat provocada por el calentamiento global, que está derritiendo la capa de hielo del Ártico. CITES (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres) lo ha incluido en categoría de protección en su Apéndice II, y existe una gran presión internacional para que sea ascendido a Apéndice I, como especie en peligro de extinción. Canadá aún otorga licencias de caza a la comunidad inuit, quienes pueden utilizarlas para ellos mismos en calidad de cacería de subsistencia, o pueden venderlas a outfitters para caza deportiva, aunque la oferta es disponible es cada vez menor.
La otra especie disponible para cazar es el buey almizclero, muskox en inglés y ovibos moschatus en su nombre científico, que a pesar de haber sufrido una gran predación hacia mediados del siglo XIX y principios del XX, se ha recuperado no sólo en territorio canadiense, sino también en Groenlandia, Noruega y Siberia. En tierra continental, la caza del buey almizclero suele tener una alta tasa de captura, exigiendo al cazador que se aventure sólo a la  búsqueda de esa especie, no más de cinco días de expedición. En materia de peligrosidad, tanto en la cacería del oso polar como en la del buey almizclero, el principal factor de riesgo es el climático, sin embargo en ambos casos un caso de sentirse amenazados y de estar a una distancia convenientemente cercana, ambos animales podrán estar en condiciones de cargar al cazador. Calibres que ronden los legendarios .375 H&H o .416 en sus diferentes versiones son los más indicados para estas cacerías.

Las especies sub-árticas de Alaska
En Estados Unidos podríamos dividir el país esencialmente en dos partes: Alaska y el resto. Claro que esta división es antojadiza, pero marca una diferencia real en cuanto a las características de las especies que habitan ambas zonas y las condiciones para cazarlas.
El estado de Alaska brinda uno de los más grande desafíos al que puede enfrentarse un cazador: los famosos cinco grandes. Lejos de sus homónimos africanos, las especies sub-árticas que conforman este dream team son: el oso pardo tanto de la costa como el Grizzli, el oso negro, el carnero Dall, el alce gigante y el caribú. De su cacería en particular me he ocupado en una serie de artpiculos en estas mismas páginas, por lo que sólo resta recordar que son casi una especialidad en sí mismas. Requieren una relativa exigencia física, una gran logística y una actitud mental apropiada para enfrentar un clima a veces adverso y trofeos bastante renuentes a ser cazados. Dentro de Alaska, las principales áreas donde encontrar a estos magníficos ejemplares son la península de Kenai, la media luna denominada Alaska Range al norte de Anchorage, las áreas compuestas por la Reserva Nacional Denali y las fronteras con el Yukón. En la isla de Kodiak, al sur del estado, el cazador podrá encontrar la variedad más grande de oso pardo: el Kodiak, junto además a algunas especies de cabras y ciervos sitka. Sin ser consideradas extremas, como las polares, este tipo de cacerías demandarán alrededor de 10 a 15 días según las especies que se busquen, requerirán de un equipo especial y una sofisticada logística.

El sur de Canadá
Si los estados de Yukón, Territorios del Noroeste y Nunavut conforman una especie de media luna geográfica en el norte de Canadá, los estados de Columbia, Alberta, Saskatchewan, Manitoba, Ontario, Quebec y New Foundland, forman otra media luna en el sur de ese país.
En líneas generales, en la media luna norte que incluye Yukón y los estados árticos, las cacerías serán demandantes físicamente, requerirán una debida preparación para afrontar climas hostiles, de mediana a larga duración y más costosas. En la media luna sur, en cambio, habita la mayor cantidad de especies boreales, desde osos pardos y negros, pasando por caribúes, alces hasta ciervos cola blanca y elk; carneros como el Stone y el Big Horn sheep, cougars o leones de montaña (como le dicen a los pumas) y hasta antílopes pronghorn. Aquí las cacerías serán menos exigentes, demandarán menos cantidad de días y naturalmente tendrán un costo menor comparado con als anteriores. Lo importante al momento de decidir una cacería en estas áreas, es conocer exactamente no solo la especie que se busca, sino también la sub especie en caso de que existan variedades taxonómicas. Recuerde que no es lo mismo el alce gigante de Alaska que el alce de la Columbia británica. Si bien ambos son alces, uno es el más grande y el otro es la más pequeños de esa familia de cérvidos. Lo mismo ocurre con los ciervos cola blanca, que cuentan con una gran cantidad de subespecies desde el odocoileus virginianus borealis hasta el virginianus tropicalis que habita Perú, por mencionar los extremos de la familia de cérvidos más extensa de toda América.

De los grandes lagos hasta el Río Grande
El territorio principal de los Estados Unidos, es además de inmenso, riquísimo en variedad de especies de caza mayor. A lo largo y ancho de su geografía se encuentra una gran variedad de cérvidos como el cola blanca, el cola negra, el mula y el elk o wapití; osos grizzlis y negros en todas las variantes de pelajes; carneros como el Stone sheep, y las numerosas subespecies de Big Horns que se distribuyen desde las Rocallosas hasta Nuevo México, California y Arizona. En sus praderas y montañas deambulan libremente lobos, bisontes, pumas y  antílopes pronghorn. Suidos como y el jabalí cimarrón y la javelina (pecarí de collar) se distribuyen por Texas, Arizona y la península de Florida, donde además conviven con caimanes en los pantanos Okefenokee.
A la hora de planificar una incursión a tierras estadounidenses, las variables a tener en cuenta son no sólo el tipo de especie que se busca, sino el terreno en donde habitan. Aquí se pueden clasificar entre especies de bosques y planicies, y de montaña. En este sentido, de los 50 estados que componen la unión, son los del recordado Far West, donde se distribuye la mayor diversidad de fauna. Estos estados son Idaho, Montana, Oregón, Wyoming, Colorado y Utah, en donde atraviesa el sistema montañoso de las Rocallosas o Rocky Mountains. Estás áreas, además de pintorescas, son sin dudas las mejores para lograr la mayor parte de las especies americanas.
Si bien las cacerías de especies árticas y sub árticas requieren de un promedio de 10 a 15 días y un equipo y preparación especial, éstas de especies de planicie, tanto en territorio canadiense como norteamericano, suelen rondar los 5 a 7 días. Lo que muchas veces permite combinar una salida de caza con vacaciones o viajes de trabajo.  

Características de la caza en Norte América
Tanto en Estados Unidos como en Canadá el sistema de cacería difiere bastante del aplicado en algunos países de África, especialmente en los del extremo sur. Los que ya han ido a cazar al continente africano saben que allí se cobran dos tasas diferentes: la de estadía y la de abate. La primera antes del safari y las de abate, de acuerdo a los animales efectivamente cazados. En América del Norte, el costo de la cacería es uno solo, independientemente de si ha sido cazada la presa. Otra diferencia con África es que allí los permisos y licencias suelen estar incluidos en la tasa de estadía, en América se pagan aparte. Ojo, acá no confundir la tasa de abate con una licencia, ya que los permisos y licencias tienen un costo considerablemente menor.
Es muy común que las operaciones en Estados Unidos y en Canadá ofrezcan combos que permitan la caza de dos o más especies en una misma expedición. Esto es muy interesante para tener en cuenta, dado el sistema de costos que allí se utiliza. Al no estar divididos los abates con las estadías, siempre convendrá elegir uno de esos combos para amortizar el costo total de la cacería. A mayor cantidad de especies a cazar, menor será el precio unitario por trofeo. Hasta aquí, todo muy claro. Pero el punto en cuestión, es cuál es el máximo de trofeos recomendado por cacería. Bueno, en principio dependerá de las posibilidades ciertas que ofrezca una determinada área, según los siguientes parámetros: que el área de cacería sea el mismo hábitat de dos o más especies; que exista una “ventana” de superposición de temporadas de caza de dichas especies, es decir que se las pueda cazar en un rango de fechas cercanas; y que haya una densidad demográfica de ejemplares suficientemente alta para que puedan cazarse en el tiempo estipulado. En caso de cumplirse estas tres condiciones, el cazador deberá tener en cuenta sus propias preferencias y prioridades. Siempre es recomendable evitar el estrés de estar cazando contra reloj, para cumplir con una meta de captura demasiado optimista. En otras palabras, querer cazar más cantidad de trofeos para bajar el costo unitario, puede disminuir el tiempo necesario para buscar un trofeo de máxima calidad, resintiendo además la experiencia global de la cacería. Como todo en la vida, la respuesta está en el término medio, y para lograrlo es imprescindible un asesoramiento serio y profesional que sugiera al cazador un objetivo razonable.
Otra diferencia sustancial con los safaris en África, se observa en la duración de las temporadas. Si hablamos de especies de planicie en el continente negro, la temporada se extiende en muchos países, desde fines de la época de lluvia hasta Noviembre. En América del Norte en cambio, cada estado tiene una legislación distinta, que además cuenta con períodos diferentes para cazar con arco y flecha y con armas de fuego. En general, son las estaciones de primavera y otoño donde se concentran la mayor parte de las temporadas, y muchas veces éstas se extienden sólo por 30 días.
El arma a utilizar, naturalmente, es otro aspecto básico a tener en cuenta al planificar una incursión cinegética en el norte de América. Como mencioné, en materia de clasificación hay algunas especies que pueden considerarse de caza peligrosa, y que pueden ocasionar alguna situación de riesgo de seguridad personal. En todos estos casos, calibres con buen poder de detención serán recomendados, como dije del .375H&H o alguno superior, sin llegar a extremos de los usados para back up de elefantes africanos, claro. En todos los casos, estamos hablando de especies de piel blanda, así que las puntas blandas de expansión controlada serán más que suficientes. En el caso del bisonte, puede utilizarse la regla del búfalo africano: el primer disparo al triángulo vital con punta blanda, y en caso de carga, una punta sólida directo al cerebro. Para el resto de la fauna en estas áreas, lo importante es elegir el calibre en función del terreno, es decir adecuarse a tiros largos de planicie y montaña, medianos en bosques y cortos desde apostaderos.
Mencionadas estas breves consideraciones generales en cuanto a armas, es importante estar en conocimiento de los trámites que cada uno de estos países requieren para el ingreso de armas de fuego en sus territorios. Las regulaciones de Estados Unidos y Canadá se han endurecido muchísimo en materia de migratoria después de los atentados del 9-11, y ni hablar sobre el ingreso de armas. Con esto no digo que sea imposible llevar su propio rifle, sino que requerirá de un exhaustivo conocimiento de la información necesaria, para evitar problemas en las aduanas y oficinas migratorias. Por eso si la cosa se complica, siempre queda el recurso de alquilar o utilizar un arma en la empresa organizadora de la cacería y viajar sólo con el equipo básico necesario. En definitiva, ningún trámite burocrático debería ser un escollo para poder disfrutar de la aventura de la caza mayor en América del norte.