miércoles, 30 de julio de 2014

Una Brama inolvidable con un viejo 30-30


Por Eber Gómez Berrade

Una invitación para cazar en la brama en el coto El Chillén, me permitió probar un viejo y legendario Winchester Modelo 1894, fabricado en 1920 en el clásico calibre 30-30. Mi idea era cazar un ciervo colorado en la Pampa y en campo abierto, utilizando sólo alza y guión. Siempre me gustó tirar y cazar con mira abierta, y hacerlo con un arma clásica como el 1894, le añadiría sin dudas, un placer extra a ambas disciplinas. Una decisión arriesgada, que se convirtió en un gran desafío y más tarde, en un lance por demás deportivo.
Todo comenzó con la adquisición de una vieja carabina Winchester 1894 calibre 30-30 que vendía una amiga mía. El arma había pertenecido a su padre, un reconocido cazador de Buenos Aires y estaba en buenas condiciones. Era un viejo palanquero Pre 64 construido en el año 1920, con cañón de 20 pulgadas y la característica argolla para sujetarla a la montura.
Una vez en mi poder, se lo llevé a Héctor Nielsen, amigo y excelente armero para que le coloque un guión de bronce más alto y le restaure un poco la madera y las partes de aceros. Héctor hizo un gran trabajo, y la prueba en el polígono con el nuevo guión fue más que satisfactoria, pudiendo colocar disparos en el centro del blanco a 50 y 150 metros respectivamente. El rifle estaba listo para usar.

Una invitación para cazar con amigos
Fue así que cuando recibí la invitación de Jorge Martinó y su esposa Mercedes Lutz, para visitarlos en su coto de El Chillén en la última brama, se me ocurrió llevarlo para probarlo en condiciones de caza.
El Modelo 1894 se ganó la fama de ser el arma que más ciervos Cola Blanca ha abatido en los Estados Unidos, pero que pasaría con nuestros ciervos colorados, en medio de los montes de caldenes o en tiros largos en las dunas pampeanas. Durante muchos años, el 30-30 fue un calibre muy usado para cazar en Argentina, junto al venerable 7.65 de los Mauser militares. Sin embargo hoy en día, con la difusión masiva, de calibres mayores y más modernos, ha pasado a convertirse en una opción casi marginal.
Las características del calibre 30-30, pueden equiparase en alguna forma al .308 Win., por lo que en principio, lo hace apto para abatir ejemplares del porte de un colorado pero a distancias no muy largas. Si uno logra impactar la bala en su sitio, naturalmente. Lo que en definitiva, es -a mi entender- la clave de todo lance. Conocer perfectamente los puntos de impacto y disparar con precisión en alguno de los órganos vitales del animal.
Por supuesto, que en este sentido, hay otras variables a tener en cuenta, como el tipo de munición, la construcción de la punta, el calibre propiamente dicho, el terreno donde se cazará, el solvente manejo del arma por parte del cazador, y al fin y al cabo, la suerte. Pero si me preguntan, la correcta ubicación del disparo estará siempre en uno de los primeros lugares.   

La elección de la munición
Al momento de decidir que munición utilizar, opté por las Winchester Hollow Point de 150 grains. Una munición clásica sin muchas pretensiones y un tanto liviana. Contaba con lograr una buena aproximación, que me dejara a una distancia de tiro inferior a los 100 metros.
Sin embargo, al llegar a Santa Rosa, en la visita obligada a la armería de Leo Mareque, cambié sobre la marcha y me decidí por una alternativa con mejor tecnología.
Hablando con Leo  -que sería también de la partida en El Chillén, junto a varios amigos más como Marcelo Vassia, Luis Rodriguez y Juan Cruz Grahn-, me sugirió que usara la munición Lever  Evolution de la marca Hornady. Una bala que logra mayor velocidad que sus pares de Winchester y promete una mejor balística terminal sobre el trofeo.
De todas maneras, y más allá de la probable performance de la munición, Leo, no muy seguro de mi decisión de usar mira abierta, me pregunta: “¿trajiste otro rifle con mira, no?” . Y sí, había llevado otro, pero mi intención era usarlo sólo en la luna de Marzo para el jabalí si había oportunidad. Para el ciervo: alza y guión. La suerte estaba echada.

“Lady Luck” y “Mother Nature”
El Chillén posee un muy buen plantel de ciervos colorados de genética. Cuenta con una estación de cría y un potrero de cacería con ejemplares de muy alta calidad. Un paraíso para el cazador de trofeos. Pero además, cuenta también con miles de hectáreas de campo abierto, en una zona de la provincia de La Pampa famosa por tener una alta densidad de ciervos. En un paisaje bello y característico de monte de caldenes y algarrobos, grandes planicies y dunas pintorescas, los colorados se mueven con absoluta libertad, y precisamente ahí, era donde yo quería cazarlos.
Este año la brama se largó tarde, casi a fines de Marzo y al principio, muy cortada. Sin embargo, el primer día de cacería que salimos con Jorge, dimos con un macho a tiro de 30-30, adulto y selectivo que tendría unas 10 puntas. Bramaba debajo de un caldén junto a un pequeño harén de hembras. Lo evaluamos un rato largo,  y como el año pasado para la misma época habíamos tenido muchas oportunidades de caza, tomamos la decisión de dejarlo pasar. Por supuesto, fue un error.

En África, tenemos varios dichos al respecto. Uno es que para tener éxito, el cazador debe seducir a las dos damas de la cacería: “Lady Luck” y “Mother Nature” (la suerte y la naturaleza).
Otro pilar de sabiduría africana, es que siempre debemos tomar lo que el bush nos provea. Recuerdo cuando un cliente que había contratado los característicos 15 días de safari en Bushmanland para cazar un leopardo, tuvo en su mira un macho adulto pero no muy grande comiendo sobre el cebo, en su primera tarde de apostada. En esa misma disyuntiva, él hizo caso al saber popular del continente negro, y disparó. Así se pasó el resto del safari relajado y acompañando a su compañero de cacería, hasta que él también obtuvo su codiciado leopardo.
Tendríamos que haber recordado esta anécdota en aquel momento. Porque a diferencia de aquel cazador, nosotros pasamos la semana siguiente, sin volver a tener siquiera la más mínima oportunidad de cazar. San Huberto nos cobró cara la errónea decisión.
Mientras estuvimos cazando con Jorge, compartimos algunas salidas con Juan Cruz, al igual que lo habíamos hecho el año pasado. Esta vez, para no ser menos, llevó su Winchester 1895, en calibre .405Win. Una joya, y el arma preferida de Roosevelt, con el que abatió buena parte de las especies de planicie en su safari africano. Desafortunadamente la suerte estaba en contra para todos, así que tampoco hubo oportunidad de disparar el .405.
Mis días en el Chillén llegaban a su fin, y como tenía pendiente la visita al campo de Juan Cruz en Lihuel Calel, decidimos encarar rumbo sudoeste, para pasar unos días en otro bello lugar, con unos increíbles salitrales casi “lunares”, muy diferente a la orografía de Toay.
Pero a poco de estar allí, recibí el llamado de Jorge, quien me avisaba que la brama se estaba armando con fuerza, y me proponía que pasara a probar suerte nuevamente en su campo. No lo pensé dos veces.

La segunda es la vencida

Esta vez los bramidos de los machos en celo se extendían por todas partes y ya en las horas diurnas. Finalmente la magia había retornado al caldenal.
Una vez más salíamos cada día al rayar el alba, y cada atardecer hasta la puesta del sol. Caminando, escuchando y volviendo a caminar. Así pasamos unos dos o tres días, hasta que sufrí un fuerte calambre en el gemelo izquierdo, que me dejó imposibilitado de seguir caminando con normalidad.
Estaba claro que aunque “Mother Nature” nos había bendecido con la brama, “Lady Luck” seguía esquiva e inaccesible. Así las cosas, si no podía caminar, entonces me apostaría. No pensaba rendirme.
Pasé algunos días apostado, cambiando de apostaderos, de acuerdo a la dirección del viento, hasta que una tarde finalmente, pudimos seducir a Lady Luck.
Estábamos sentados con Jorge, y de repente vemos salir del monte enfrente a nosotros, un colorado grande. Venía sólo, al parecer mal de una mano y con andar cansino. Tendría unas seis o siete puntas, una cornamenta gruesa, un cogote ancho, y se aproximaba desde unos doscientos metros hasta la aguada, que estaba a 60 metros de nuestra ubicación. La luz era perfecta para un tiro de mira abierta. La distancia ideal. Esta era la oportunidad que estaba buscando.
Lo esperé hasta que llegó al agua, chequeando la definición del alza y el guión de bronce sobre la piel del animal. Sólo restaba esperar que se pusiera en posición adecuada. Algo lo alertó, levantó la cabeza con curiosidad, elegí el punto de impacto y disparé el viejo Winchester.
El ciervo cayó fulminado, clavando sus luchadoras en el barro. El tiro a la tabla de cogote, le corto la columna vertebral matándolo en el acto. Una muerte limpia y rápida, para un viejo macho solitario y en desgracia.
Al revisarlo, encontramos que tenía una herida en la mano izquierda bastante vieja, probablemente producto de un disparo. Tenía también un puntazo agusanado en uno de los cuartos traseros, producido tal vez en alguna batalla perdida contra otro macho dominante al inicio de la época de celo. Era un ejemplar, adulto y selectivo de seis puntas, con unos candiles muy gruesos y con un perlado excepcional.  
La misión estaba cumplida. Después de tanto andar, había cazado un muy buen ejemplar de selección, en compañía de un gran amigo, con un viejo Winchester de 1920, con mira abierta y en campo abierto. Qué más podía pedir. Nos abrazamos con Jorge y agradecimos a San Huberto, a la suerte y a la naturaleza, el habernos dado la posibilidad de cazar en buena ley, y de haber tenido la oportunidad de vivir una vez más, una brama inolvidable.  

El Winchester Modelo 1894

Es un clásico de la firma Winchester Repeating Arms Company. Fue diseñado en 1894 por el legendario John Moses Browning, y cuenta con varios hitos en la historia de las armas de esa compañía. Al inicio de la producción se ofrecía en calibre 32-40 Win. y 38-55 Win., y no fue hasta 1895 que la fábrica le incorporó algunas mejoras en la calidad de sus aceros para los calibres 25-35 Win. y 30-30 Win. o .30WCF(Winchester Center Fire) para pólvora sin humo. De esa forma, el binomio 1894 y el calibre 30-30 se convirtieron en leyenda. Fue el calibre más popular entre los cazadores de ciervos de los Estados Unidos, fue el primer rifle de cacería que vendió más de 7 millones de unidades, fue utilizado por los famosos Rangers de Texas, aunque nunca fue un arma provista en ningún ejército, y tuvo una tremenda aceptación entre los buscadores de oro en Alaska, llegando a conocerse como “Modelo Klondike”. Fue utilizado en la revolución Mexicana, y en diversas cacerías por el Presidente Theodore Roosevelt, reconocido admirador de la marca Winchester.  
El 1894 mejoró algunos aspectos  técnicos respecto a su antecesor, el 1892. La fábrica construyó para este modelo, un cerrojo más robusto, que permitía cartuchos un poco más largos, mejoró el sistema de la palanca, e incorporó el uso de una aleación de acero-nickel.
Originalmente se fabricó en rifle con caño redondo y octogonal de 26 pulgadas, y en carabina, con caños redondo de 20 pulgadas. La carabina poseía una anilla distintiva en la parte izquierda del cajón de mecanismo, utilizada para sujetarla a la montura del caballo. Los modelos con esta anilla se produjeron hasta el año 1927, y luego sólo se incorporaban a las carabinas a pedido del comprador.
Paralelamente a la producción estándar, la firma Winchester ofrecía también a sus clientes el servicio de customización , en el que brindaba una amplia gama de opciones al gusto y pedido del consumidor. Así los clientes podían solicitarlo con cañón octogonal, de diferentes longitudes, acabados especiales, grabados, maderas de alta calidad, sistemas take down, y cargadores tubulares de diferentes medidas.
Otro detalle anecdótico de este clásico, fue que la firma decidió producir modelos conmemorativos cada vez que fabricaban un millón de unidades y regalárselos a los presidentes de Estados Unidos que estaban en ejercicio en ese momento. Por ejemplo, el número 1 millón, fue regalado a Calvin Coolidge en 1927 y el 2 millones, al presidente Dwight Eisenhower en 1953.
Luego de 7 millones de unidades, la fábrica Winchester discontinuó su producción en el año 2006.


Munición Hornady Lever Evolution
La munición Lever Evolution de Hornady tiene un diseño “spitzer”, aunque esta especialmente diseñada para rifles de palanca con cargador tubular. Para ello, cuenta con una punta flexible, que al momento del disparo, evita que el retroceso percuta el fulminante de las balas alojadas en línea, una detrás de otra, en el cargador tubular.
Esta punta denominada Flex Tip (FTX), va inserta en la ojiva de aleación de cobre, y según las especificaciones técnicas desarrolla una mayor retención de peso y energía, al tiempo que mejora notablemente la penetración y desarrolla una trayectoria mucho más razante. 
Las Lever Evolution se comercializan actualmente en 140 y 160 grains de peso, y son más veloces que el resto de las líneas de Winchester para rifles a palanca. En el caso del 30-30, la velocidad en la boca del cañón alcanza los 2.400 pies por segundo comparada con 2.000 de la clásica Hollow Point.

Para tener una idea, esta velocidad comparada con una punta de 150gr., de nuestro clásico 308 Win, es inferior en aproximadamente unos 400 pies por segundo. Lo que no está nada mal para un calibre 30, y cómo pude comprobar personalmente, resultó tan letal como cualquier otro de esta gama.