jueves, 10 de marzo de 2011

Los safaris de Ruark

Por Eber Gómez Berrade

Robert Ruark fue una de esas plumas que popularizó a África allá por los años dorados de los clásicos safaris de caza mayor. Fue un escritor, primero y un cazador después. Tuvo la suerte de vivir aquel pasado glorioso y fue él también un poco responsable de esa gloria.
Ferviente admirador de Ernest Hemingway, siguió -consciente o inconscientemente- sus pasos. Fue periodista, escritor, aventurero, cazador, pescador, bon vivant y también amante de España y sus tradiciones.
Algunos detractores decían que era una versión barata del autor de Las Nieves del Kilimanjaro, otros en cambio lo defendían a capa y espada por su titánica obra de colocar a los safaris africanos en la lista de best sellers de los Estados Unidos. Lo cierto es que Ruark cazó mucho en África y escribió mucho también.
Lamentablemente su obra es poco conocida en Argentina debido a que no se han hecho muchas traducciones al español. Sin embargo, para los estadounidenses Ruark es un ícono de los años 50, que además de lograr fama y fortuna a temprana edad, fue sinónimo de aventuras en las exóticas planicies del -por entonces convulsionado- continente negro.

Primeros años
Robert Chester Ruark, Jr. nació un 29 de Diciembre de 1915 en la apacible ciudad de Southport en Carolina del Norte, Estados Unidos. Y desde muy chico tuvo dos inclinaciones bien definidas: las letras y la naturaleza.
A la tempranísima edad de 15 años ingresó a la universidad de su estado para estudiar periodismo mientras trabajaba como empleado administrativo. Duró poco en ese empleo. Lo suyo no eran los números, así que decidió buscar algo más acorde con sus inclinaciones e ingresó en la Marina Mercante. Tampoco duró mucho allí, así que probó suerte en los medios de prensa. Primero en el Hamlet News Messenger y luego en el Sanford Herald, dos pequeños diarios de Carolina del Norte. Luego pasó al Washington Daily News, en donde en pocos meses se convirtió en uno de los columnistas estrellas en el área de deportes.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, se enlistó en la armada como oficial artillero, pero siguió escribiendo reportes y columnas que consolidaron su éxito editorial.
Luego de su paso por las belicosas aguas del Mediterráneo y del Atlántico, volvió a Washington para continuar su carrera periodística, que fue virando cada vez más hacia una faceta literaria. En 1947 publica su primera novela Grenadine Etching (Aguafuerte de Granadina) y dos años más tarde una antología de sus columnas en forma de libros: I Didn't Know It Was Loaded (algo así como “No sabía que estaba cargada”) y One for the Road (Una para el camino).
Ya aquí se notaba claramente la influencia de Hemingway en su estilo, que iba siendo cada vez más sarcástico y a veces, rudo. Así como las duplas de griegos y romanos que Plutarco inmortalizó en sus Vidas Paralelas, Ruark fue replicando muchas de las circunstancias que rodearon al viejo Premio Nobel. Desde su amor por la literatura, España, la bebida y la pesca, hasta -por supuesto- por los safaris africanos.

El primer safari
En 1951decidió que ya era hora de probarse a sí mismo como cazador y enfrentarse mano a mano a peligrosas fieras salvajes. Ya no quería leer aventuras. Quería vivirlas.
Llegó a Kenia con su esposa Virginia Webb, una distinguida decoradora de interiores, quien lo acompañaría en muchas de sus expediciones hasta el momento de su divorcio.
La compañía outfitter elegida fue la prestigiosa Kerr & Downey Safaris, que contaba entre su equipo con los Cazadores Profesionales más prestigiosos de su época. Finalmente Ruark se decidió por uno de los más jóvenes del equipo: Harry Selby, que, además de estar disponible para el safari, tenía a Kidogo entre su staff. Kidogo era un rastreador nativo que había participado en uno de los safaris de Hemingway años antes. Y claro, Ruark lo quería en el suyo también.
En ese momento, ni Ruark ni Selby con sus 26 años de edad, intuían como iban a cambiar sus vidas a partir de ese primer safari juntos.
Al llegar a Kenia, el “bwana” Ruark y su mujer cumplirían al pie de la letra todo lo que se esperaba que hiciera un cliente por aquellos días. Recorrían Nairobi, bebían en el Queen´s Bar, almorzaban en el Traveller´s Club, cenaban en el viejo Muthaiga, se alojaban en el tradicional Hotel Norfolk, y encargaban sus trajes de safari en la casa Ahmed Brothers en el 22 de Kenyatta Boulevard. Mientras tanto Selby preparaba la expedición como lo hace un capitán con su barco antes de zarpar hacia mares lejanos.
En aquellos años, los safaris eran largos y debían tener todo para arreglárselas en caso de que algo fuese mal. Desde un desperfecto mecánico, hasta un accidente con animales. Naturalmente, también tenían que tener todo para cuando las cosas iban bien: una gran dotación de bebidas en donde el champagne, el whisky, el gin y el Martini jamás podían faltar.
El armero del campamento también era surtido. Había un 450 N°2 que solía llevar Kidogo, el 416 Rigby de Selby, un doble 470 NE, un Winchester 375 H&H Magnum a cerrojo, un .244 Remington, un Remington 30-06, un Winchester .220 Swift, una escopeta Churchill del 12 y una Sauer 16 que solía usar Virginia para los tiros al vuelo.

Selby, el Bwana y el 416 Rigby
La química de Bob Ruark con su Cazador Blanco fue inmediata. Al poco tiempo de partir hacia el distrito de la frontera norte, ya estaba convencido de que Selby era -sin dudas- el mejor cazador profesional del mundo.
Más allá de sus modales tímidos, su cara de estudiante y su perfecto acento británico, Selby mostró largamente su profesionalismo ayudando al escritor a conseguir una enorme cantidad de antílopes y varios de los 5 Grandes todos ellos con muy buena calidad de trofeos.
Lo que Selby nunca imaginó, fue que el Bwana, iba a escribir un libro de toda esa experiencia y que él iba a ser el incuestionado héroe del relato. Ese libro fue Horn of the Hunter (El cuerno del cazador), que detalla al pie de la letra la vida en aquel safari, y que catapultó a Selby a la fama que aún hoy disfruta y que lo ha convertido en toda una leyenda.
Es allí también donde surgió otro clásico africano: el legendario 416 Rigby. En realidad, debería decir que re-surgió, porque aquel viejo calibre tropical diseñado en 1909 por John Rigby era ya el preferido de más de un cazador de marfil. Selby tenía uno, que usaba como arma de back up con sus clientes, lo que fue más que suficiente para que Ruark lo inmortalizara en su novela Something of Value (Algo de valor).
De esa época, es también la frase Use enough gun (algo así como Use un calibre suficientemente grande), que muchas veces se atribuye al mismo Ruark, pero que en realidad fue dicha por Selby en una de las charlas de fogón hablando sobre las ventajas de los grandes calibres en la caza africana.
Esa frase, fue la elegida para el título de un libro póstumo publicado en 1966 que recopila algunos de los mejores escritos de Ruark sobre África e India, y que se ha convertido en un clásico indiscutido de la literatura de safaris.
En fin, que ese primer safari de 1951 fue una bisagra en la vida de ambos: cliente y cazador profesional.
El bwana Ruark volvió religiosamente a África hasta 1962. Selby, al ver que su fama atraía a muchísimos clientes hasta Kerr & Downey, y que según él, los propietarios no lo reconocían, decidió en 1957 renunciar y abrir su propia empresa: Selby & Holmberg Safaris. Al poco tiempo Holmberg se separó de la sociedad y el famoso PH recibió una invitación que no pudo rechazar: asociarse a Kerr, Downey & Selby Safaris. Convirtiéndose finalmente en socio de sus ex empleadores.
Con el paso del tiempo, la relación de Ruark y Selby se fue consolidando. Hicieron juntos casi una docena de safaris. La segunda vez que cazaron juntos, Ruark llevó cámaras y filmó la expedición. De allí surgió el documental Africa Adventure.
Según Selby, el carácter del bwana era alegre y jovial en las primeras épocas, luego se fue agriando y haciéndose más cínico, tal vez por su afición a la bebida, sus problemas conyugales que terminaron en divorcio, o tal vez por dificultades económicas que atravesaba a pesar de que ganaba muy bien con la publicación de sus libros. Sin embargo, siempre se llevaron bien y se respetaron mutuamente. Ambos se complementaron perfectamente y se beneficiaron el uno del otro.
En los once años que duró esa amistad, el escritor escribió sus más grandes éxitos literarios que incluían Horn of the Hunter, y las novelas Something of Value y Uhuru (que significa “Libertad” en idioma swahili) y que se convirtió en el grito de guerra del movimiento kikuyu liderado por Jomo Kenyatta en los ´50. Ambos trabajos están enmarcados en la trágica emergencia Mau Mau que precipitó la salida del Reino Unido de Kenia y el fin de la era dorada de los safaris en el Este de África.
Como su admirado Hemingway, Ruark también vio su trabajo en la pantalla grande. Hollywood adaptó Something of Value en 1957 que fue protagonizada por Rock Hudson y Sidney Poitier. En español la película fue conocida como “Sangre sobre la tierra”.
Además de sus libros africanos, el bwana se convirtió en columnista de la prestigiosa revista americana Field & Stream, donde escribió una serie de artículos denominada The old man and the boy, (El viejo y el niño), una especie de relato autobiográfico aunque ficticio que cuenta como él (el niño), pasó su infancia y juventud pescando y cazando guiado por su abuelo en las praderas de Carolina del Norte. Unos años después, en 1961 publicó una secuela titulada The old man´s boy grows older. Luego los artículos tomaron forma de libros y tuvieron mucho éxito de ventas.
Ruark poseía un estilo literario directo, descriptivo, a veces cínico y con bastante humor. Sus escritos sobre África están plagados (a veces por demás) de palabras en swahili: kufa, asante, bunduki, ndio bwana, etc. etc. muchas veces sin traducción, pero que intentan recrear el ambiente que él mismo experimentaba en sus safaris. Si bien cae a veces en lugares comunes, como llamar Mama o Mensaab Ruark a su esposa Virginia como lo hacía Hemingway con su esposa Pauline en Las verdes colinas de África, sus novelas están muy bien documentadas y demuestran un profundo conocimiento de la realidad política y social del África de mediados del siglo XX.
En 1960, decide abandonar los Estados Unidos, y como un tardío coletazo de aquellos expatriados bohemios conocidos como la Generación Perdida que se iban a Paris o a la Guerra Civil Española en la década del 30, Ruark elije España para radicarse y seguir escribiendo. Su última novela The Honey Badger, expone la búsqueda existencial de su protagonista, que como él mismo, se mueve en ambientes tan diferentes y exóticos como los restaurantes de Nueva York, el Londres de la Segunda Guerra y las planicies africanas.
Al igual que Hemingway, sus obras de ficción son un espejo de lo que fue,- o por lo menos-, de lo que quiso ser. Ese estilo auto referencial sigue dando resultado, y prueba de ello es que el interés del público americano se mantiene intacto casi medio siglo después de su muerte.
Sus obras clásicas se re editan periódicamente en inglés, y en los últimos años se publicaron algunos trabajos inéditos del escritor así como algunas biografías tales como The Lost Classics, Ruark Remembered, A View from a Tall Hill: Robert Ruark in Africa, y Someone of Value.
Robert Ruark fue sin dudas uno de los pocos escritores que abrieron el mundo de los safaris al gran público. Gracias a él, la caza mayor en África comenzó a desprenderse del halo elitista que tuvo hasta la década del 50.
La extensiva y detallada descripción de la vida en un safari, el relato casi didáctico de la cacería, entusiasmó a generaciones de cazadores y amantes de la naturaleza que comenzaron a soñar al leer sus páginas. Al igual que Hemingway, Jack O ´Connor, Peter Capstick o Craig Boddington en nuestros días, Ruark logró acercar al gran público la esencia y la mística de la caza mayor en África. Sin duda, aquellos que participamos en alguna medida de la industria de los safaris deberíamos estarle agradecidos.
Aquel niño que creció, escribió y cazó, murió también a temprana edad un 1 de Julio de 1965 en un hospital de Londres. Tenía 49 años de edad. La causa probable: sus excesos con el alcohol.
Sus restos fueron llevados a Palamós, aquel pequeño municipio en la Costa Brava española donde eligió vivir.
Harry Selby aún recuerda a su amigo, sentado al lado del fuego, escribiendo frenéticamente, tomando nota de todo y bebiendo. Así era el bwana Ruark, así quería que lo recordaran, rodeado de su África, en su campamento y pidiendo a su fiel rastreador Kidogo un “Martini a maui mbile”, …que es como se pide en swahili, un Martini doble en las rocas.

Sus libros
(Con su títulos originales y años de publicación)
Grenadine Etching (1947)
I Didn't Know It Was Loaded (1949)
One for the Road (1949)
Grenadine's Spawn (1952)
Horn of the Hunter (1953)
Something of Value (1955)
The Old Man and the Boy (1957)
Poor No More (1959)
The Old Man's Boy Grows Older (1961)
Uhuru (1962)
The Honey Badger (1965)
Use Enough Gun: On Hunting Big Game (1966)
Women (1967)

Ruark Dixit
“Un hombre, y un rifle, y una estrella y una bestia son todavía algo ponderable en un mundo de imponderables. La esencia de aquello simplemente ponderable es la habilidad potencial que tiene un hombre de matar un león”. Horn of the Hunter

“Un tigre muerto es la cosa más grande que jamás he visto en mi vida, y yo cacé un elefante. Un tigre vivo es la cosa más excitante que jamás he visto en mi vida, y yo cacé un león. Un tigre huyendo es la cosa más rápida que jamás he visto en mi vida, y yo cacé un leopardo. Un tigre salvaje es la cosa más aterradora que jamás he visto en mi vida, y yo cacé un búfalo. Pero por la deportividad que se requiere, hoy prefiero cazar codornices que cazar otro tigre”. Use Enough Gun

“Si un hombre se aleja de su forma de vida tradicional, y abandona sus buenas costumbres, debe asegurarse antes de que tiene algo de valor para reemplazarlas”. Proverbio Basuto. Something of Value

Publicado en Revista Vida Salvaje